¿Te consideras de esas madres que no puede fallar nunca y ha de aparecer infalible delante de su niño? Pues debes saber que no siempre es buena idea. Es más, hay un gran número de lecciones de vida que aprender de tus hijos. ¿Quieres saber lo que estás perdiendo por tu falsa perfección ante el pequeño? Te lo contamos.
Lecciones de vida que aprender de tus hijos
Ser padres no es sencillo. A nadie nos dan un libro de instrucciones que seguir a rajatabla. De hecho, cada niño es un mundo y nosotros hemos de criarlo y educarlo desde el cariño, el amor y la honestidad. Para ello no es necesario que seamos perfectas, simplemente comprensivas y protectoras, entre otras actitudes.
Pero además, si somos capaces de escuchar a los pequeños, hay un sinfín de lecciones de vida que aprender de tus hijos. Aunque no lo parezca, el diablo sabe más por viejo que por diablo, pero no todo lo que sabe lo sabe por viejo.
Optimismo sin final
Una de las lecciones de vida que aprender de tus hijos es su optimismo. Nuestros pequeños parecen no encontrar límite al desaliento. Tal vez un juguete se ha roto y durante un rato lloran y se frustran. Pero no tendrán problema unos minutos después para volver a jugar con este artículo estropeado, con cualquier otra cosa o incluso con un palo si hace falta.
Como madres, tenemos mucho que aprender del optimismo de los niños. Hemos de ser firmes ante el desaliento y no caer nunca en estados de amargura y tristeza constantes. Debemos devolver a la vida una sonrisa, que por algo tenemos algo maravilloso en el mundo, a nuestros hijos.
Imaginación sin límites
Hoy en día, según crecemos, perdemos cada vez más nuestra capacidad de imaginar. Los sueños se diluyen y el propio ritmo de la vida nos impone un realismo excesivo. Sin embargo, nuestros pequeños disfrutan en sus mundos llenos de posibilidades donde nada es imposible y todo puede suceder.
¿Sabes una cosa? Que en la actualidad, las personas imaginativas están muy valoradas en las empresas punteras. ¿Por qué? Porque son más creativas, encuentran soluciones más originales a los problemas clásicos y ofrecen todo tipo de alternativas de crecimiento. Así que no pienses que soñar es malo, más bien todo lo contrario.
Vive el momento
Los niños no están esperanzados con un futuro mejor ni amargados por un pasado horrible. Esto llega con la edad. Pero antes, cada pequeño vive el momento con total intensidad. Para ellos, especialmente a los 2 o 3 años de edad, solo existe ese instante actual. ¿El mañana? Ya lo pensarán cuando llegue.
A veces nos obsesionamos demasiado con el futuro, el porvenir o lo que sucedió hace años que no nos deja un segundo de respiro. Pero solo hay una cosa cierta, que es el aquí y ahora. Y el mañana solo será brillante y certero si somos capaces de actuar bien en el presente y remendar el pasado.
Sonríe, es gratis
¿Te has fijado en el número de veces que sonríe o se ríe tu pequeño al cabo del día? Por curiosidad, puedes contarlas alguna vez y compararlas con la cantidad de veces que lo haces tú. ¿Qué te parece igualar un poco las tornas y disfrutar un poco más?
Es cierto que nuestro pequeño no tiene tantas responsabilidades como nosotras. Pero ¿acaso crees que puedes darle una buena vida si no eres feliz? Ellos se empapan de todo cuanto somos, como actuamos y nuestra manera de comportarnos. Somos su espejo, así que ofrezcámosle un reflejo bello y bonito.
Aprende a perdonar y pedir perdón
Otra maravillosa actitud que observamos en nuestros pequeños es su capacidad para pedir perdón, y también para perdonar. ¿No crees que el mundo sería mucho más bonito si fuésemos iguales? Pues ponte manos a la obra ya.
Hay quien dice que gran parte de los conflictos del mundo tienen que ver con el tono y la incomprensión, más que con el contenido en si mismo. Tal vez muchas discusiones y desencuentros tendrían fácil solución con un perdón a tiempo. No sabemos si será cierto, pero por probar seguro que no perdemos nada.
¿Aún crees que no hay lecciones de vida que aprender de tus hijos? Nuestros pequeños, en su inocencia y felicidad, son grandes maestros para los adultos. Así que no nos creamos tan importantes y sabelotodos y disfrutemos del mundo infantil, pues hay mucho en lo que fijarse. Seguro que así haremos un planeta mejor donde vivir.