5 cosas de la maternidad que no son como me las contaron

La maternidad parece bonita, y lo es, pero también tiene ciertas partes menos idílicas que hay que conocer.
5 cosas de la maternidad que no son como me las contaron
María José Roldán

Escrito y verificado por la psicopedagoga María José Roldán.

Última actualización: 16 marzo, 2021

Cuando aún no era madre y veía a otras familias, recuerdo que tenía una imagen algo perfecta de la maternidad. Si bien es cierto que sabía que las familias no son perfectas, la realidad es que me monté una imagen algo idealizada en mi cabeza al respecto. Por eso, voy a contarte algunas cosas de la maternidad que no son como me las contaron.

Pensaba que el instinto de una madre era más que suficiente para que todo saliese bien. Sentía que una mamá siempre sabía qué hacer y que las familias perfectas podrían existir. Y yo quería una. Me gustaba formarme al respecto sobre la maternidad y la crianza y estudié sobre educación y crianza. Pero cuando formé mi familia me di cuenta de que no todo era tan bonito como ponía en los libros, o al menos lo que me mostraba mi cabeza. ¿O sí?

5 cosas de la maternidad que no son como me las contaron

Familia creando intimidad emocional con sus hijos.

La familia perfecta no existe, pero las imperfecciones son lo que nos hace únicos

El problema de haber imaginado tanto tiempo una familia feliz es que realmente una cree que lo va a conseguir. Piensa que puede tener esa familia perfecta con la que siempre ha soñado y que solo tiene que poner un poco de su parte para que su alrededor, casi como por arte de magia, se vuelva idílico.

Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que somos las personas las que podemos hacer que la vida sea más o menos fácil, las familias perfectas simplemente no existen. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta de que esas imperfecciones son lo que hacen a mi familia perfecta. No todos los días son buenos, no siempre sonreímos, pero cada día nos abrazamos y nos decimos que nos queremos.

El embarazo no es tan bonito como lo pintan

Cuando veía a mujeres embarazadas, me quedaba con esa imagen de mujer radiante, embarazada y sonriente. Pensaba que se podía tener una vida normal y que solo había que esperar los nueves meses mientras el cuerpo va cambiando para dar a luz. Creía que todo era maravilloso, o al menos eso es lo que todo el mundo me contaba.

Es cierto que gestar vida en el interior es de las experiencias más maravillosas que he vivido, pero no significa que haya sido un camino de rosas. He tenido dos embarazos y cada uno fue distinto al otro, pero ninguno fue sencillo.

Tuve acidez y fuertes ardores de estómago desde el primer hasta el último día del embarazo, retención de líquidos, dolor lumbar, ciática, dolores de cabeza, mareos, vómitos, náuseas diarias, malestar emocional… En el primer embarazo tuve depresión posparto, y en el segundo pasé por la peligrosa preeclampsia posparto.

Es necesario normalizar que no todas las mujeres pasamos embarazos maravillosos. Hay quienes sí  y hay quienes tienen menos problemas, pero la gran mayoría de mujeres hemos de estar informadas de que el embarazo no siempre es perfecto. Así, podemos estar enteradas de lo que puede acontecer para actuar a tiempo y no pasar tanto miedo.

¡El parto duele mucho!

Había escuchado que con la epidural el parto dejaría de doler, que podría ser más largo, pero que sería mucho más fácil. De hecho, me contaban historias preciosas de nacimientos idílicos y yo quería eso, claro, así que decidí ponerme la epidural. Parecía una magia a la que a todas nos serviría para tener un parto maravilloso. Sin excepciones.

Mujer sufriendo un parto doloroso, una de las cosas de la maternidad que no son como las cuentan.

En el primer embarazo pensé que me la habían puesto mal porque no me hizo efecto en todo el parto. En el segundo tampoco me hizo nada. ¿También me la pusieron mal? Al final del segundo parto me dijo un médico que hay mujeres a las que la epidural simplemente apenas les hace efecto y que yo era una de ellas. Eso sí, al día siguiente tuve la pierna dormida todo el día.

Así que tuve a mis dos hijos con dolor. Con mucho, mucho dolor. Por tanto, esa imagen preciosa de sonreír mientras miraba nacer a mis hijos por un espejo y con la mano cogida de mi pareja se quedó en eso, en mi mente. Porque la realidad fueron gritos, dolor y muchas lágrimas (de felicidad, pero también de mucho dolor).

La lactancia no siempre es posible

Por supuesto, en mi mente también estaba dar el pecho a mi bebé. Conté con la ayuda de profesionales para que todo saliera perfectamente, pero no importa lo mucho que lo desees porque, a veces, simplemente, no sale bien. Mi primer hijo comenzó a perder peso por la insistencia de la maternidad y comenzó a deshidratarse.

Tuve que complementar su alimentación con leche de fórmula, y rápidamente, si no quería que la cosa se complicase demasiado. Esto me enseñó que simplemente hay veces que, si no se puede, no se puede. Lloré mucho, pero la salud de mi hijo es más importante.

Tenía poca leche y nunca se adaptó a sus necesidades. Estuve combinando lactancia materna y leche de fórmula durante seis meses. Después, fue mi propio bebé el que ya no quiso más pecho. Conté con ayuda de matronas que me hicieron ver y aceptar que la lactancia materna es lo mejor, pero que no siempre es posible.

Niño alimentándose con biberón porque la lactancia no es posible, una de las cosas que tiene le maternidad.

Una de las cosas de la maternidad que no son como me contaron es que criar no es nada fácil

Criar a los hijos no es fácil, pero educarlos tampoco lo es. De hecho, es agotador. Me he dado cuenta de que hay días que pasan muy lentos solo por el cansancio que tengo, pero que los años pasan volando y mis hijos crecen muy rápido.

Es fundamental criar con paciencia, amor, respeto, empatía, asertividad, agradecimiento, perseverancia… Pero no siempre es tan fácil. Hay momentos de tensión, de agotamiento tanto físico como mental, y cuando tanto esfuerzo no da resultados de manera rápida, puede ser bastante frustrante.

Pero es importante ser constante en la crianza y en la disciplina positiva, y ser consciente de que no hay niños pequeños, igual que tampoco lo somos los padres. Si hay algo que no puede faltar bajo ninguna circunstancia es el amor y el respeto.

Si alguna vez sientes que no puedes más, busca ayuda, pero recuerda que el futuro de tus hijos y su felicidad reside en esa crianza que estás haciendo hoy. Quizá no veas resultados a corto plazo, quizá no seas perfecta, quizá haya días que pierdas los nervios… Pero nunca debes perder el respeto ni el amor en tu familia. Porque familia solo hay una y el amor que sientes por ella es el motor que te mueve cada día.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.