Existen cosas, digamos… comunes, que una mamá hace por su hijo. Entre ellas podemos hablar del cuidado de su ombligo, el cambio del pañal, el aseo. Son acciones imprescindibles que llevan a cabo cuando una mujer se convierte en madre, porque de ellas depende la salud y la vida del recién nacido. Desde que el mundo es mundo las madres se dedican a ello.
Por otro lado, hay cuestiones que resultan increíbles. Cosas que por más que las veamos a diario y la cuáles nosotras mismas pongamos en práctica, merecen ser reconocidas como magnánimas y dignas de destacar. Acerca de ellas, te comentaremos en el presente post.
Mamá da el pecho aunque le sea doloroso
Dar el pecho no duele. Quien piense eso está completamente equivocada. Los senos de la mujer están preparados para la lactancia.
Pero lactar, por desgracia, no siempre es tan maravilloso como suele verse en las películas, o como dicen algunas madres.
No pocas veces, debido a métodos incorrectos motivados generalmente por la inexperiencia, el pezón y la areola se llenan de grietas, llagas, y duelen mucho, sobre todo cuando toca dar el pecho.
Sin embargo, moleste o no, la buena madre se mantiene estoica y soporta el dolor durante los días, las semanas y los meses que sea preciso.
Mamá da el pecho aunque le sea doloroso, sí, porque la leche materna es el mejor alimento que puede recibir un niño.
Cuando se trata de dar salud y vida las puérperas realizan acciones extraordinarias.
El sacrificio tiene nombre de mujer
Si se habla de sacrificio hay, sin lugar a dudas, que contar a las madres. Nadie más que ellas, conocen lo que significa inmolarse por otro ser, soportar hambre y sed si es necesario y ofrendar sus sueños a la divinidad que lleva por nombre: bebé.
Las madres no duermen, no descansan. Su organismo está dotado de un gen especial que las vuelve estoicas e inmunes al cansancio.
Si hay que darlo todo, incluso la vida, por el niño que duerme en la cuna; se da, sin miramientos.
El amor incondicional
Las madres conocen de sentimientos. Saben lo que es el amor incondicional, el amor a primera vista, la pareja ideal. Ellas están especializadas en el apego, el cariño, la devoción…
Hay quien dice que amor como el de madre no hay otro en el mundo. Sea totalmente cierto o no, las madres sí saben amar como criaturas que fueron “fabricadas” para ello.
20 cosas increíbles que toda mamá hace por sus hijos
Dar el pecho, sacrificarse, amar. Además de estas tres increíbles cosas, que quizás para los incrédulos pueden resultar triviales, pero que llevan intrínsecas una significativa cuota de milagro; las madres, las buenas de verdad, realizan muchas otras.
Una mamá tiene toda la paciencia del mundo para tratar con su hijo. Toda vez que pare, la naturaleza la dota de tal cualidad.
Ella es tolerante. Desarrolla la capacidad de aceptar a su criatura sea como sea; porque contrario a serle ajena, le pertenece, le es suya como el fruto a su árbol.
El perdón de madre no conoce límites. Tiene la magnífica peculiaridad de ser infinito. Cuando un hijo pide perdón y aun si no lo pide, la mamá lo disculpa y deja atrás el error como si nunca hubiera sucedido. Tomando lo positivo de tal experiencia y suprimiendo la culpa y el castigo.
La séptima cosa increíble que una mamá hace por su hijo es su propia superación personal. Quizás no la superación de su intelecto, pero sí el cultivo de su alma, sus modales, su carácter, su reacción ante los estímulos que le brinda el mundo. Mamá se crece para servir de ejemplo.
La mujer que se hace madre protege a su pequeño y aprende a defenderlo de todo y de todos.
Le enseña, como la mejor de las educadoras, para que el niño aprenda a transitar un camino que le será complicado, lleno de obstáculos; dentro del cual le tocará vivir disímiles descalabros. Un pedregal abrupto por el que ella le acompañará como fiel compañera. Para tenderle la mano, empujarlo hacia adelante, aplaudirlo y secar sus lágrimas en cualquier contienda.
La madre tiene superpoderes
- La madre encuentra o sabe donde están las cosas cotidianas o las más disímiles que extravían los demás miembros de la familia.
- Interpreta los sonidos guturales de los pequeños, el enfurruñamiento y hosquedad de los adolescentes, el hermetismo de los mayores. Es como si conociera los distintos lenguajes de los sentimientos.
- Tiene los ojos y los silencios más expresivos. Su mirada penetra el alma y la desnuda.
- Cuando hay poco, multiplica. En la abundancia, es sobria y discreta.
- Tiene como un sexto sentido que le permite sugerir un paraguas a pesar de que el día esté brillante y nublado. Lo mejor que puedes hacer es regresar a buscarlo, porque la lluvia te sorprenderá en la calle.
- Si se hace un recuento de todo lo que ha hecho en el día podrías creer que lo han hecho varias personas. Pero no, ha sido la misma que apaga la luz a la hora de dormir y quien te recibe a primera hora del otro día con el desayuno en la mesa.
- No es chef, pero sus sabores y recetas siempre te sorprenden.
- Si al ordenar la casa crees que has puesto las cosas en su lugar, espera a que una madre pase y despliegue su criterio. Serás testigo de que logra un equilibrio y una proporción en la disposición de las cosas que solo puede desentrañarlos una ecuación matemática.
- La palabra economía viene del griego “oikos” que significa hogar y de “nomos”, administración. Las dos dieron oikonomos que en sentido estricto significa: administración del hogar. Las madres son sin duda, las primeras ecónomas. Y su labor es invaluable en el sostenimiento y mantenimiento doméstico y por ende, de la sociedad entera.
Finalmente
Es la que cuida de los enfermos y de los niños en casa. Pero, ¿quién cuida de ella?
Bibliografía
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