Trauma complejo en niños: ¿cómo tratarlo?
Hablamos de trauma complejo cuando una situación tiene tal impacto que irrumpe y deja huella en la vida de la persona que lo vivió. Es como si esa escena se repitiera todos los días y se manifestara de múltiples maneras. La complejidad deriva de las diferentes capas que forman esa herida y que hay que reparar con paciencia y afecto. Veamos de qué se trata el trauma complejo y cómo ayudar a los niños.
Qué es y qué implica el trauma complejo en niños
El trauma complejo en niños se refiere a la exposición continua y prolongada a situaciones traumatizantes. Estas incluyen violencia, negligencia, maltrato, torturas, abuso y abandono, entre otras. También, pueden originarse situaciones de trauma en los casos de guerras, desastres naturales y migraciones forzadas. Los niños pueden haber sido víctimas directas, testigos o ambas a la vez.
¿Cómo se manifiesta el trauma complejo en niños?
Veamos algunos de los síntomas del trauma complejo en niños:
Nuestro cuerpo tiene memoria
El cuerpo es el portavoz de aquel malestar vivido. En algunos casos, especialmente en donde el antecedente es el abuso físico o sexual, los niños sienten vergüenza o malestar vinculado con su propio cuerpo. Por ello, pueden llegar a provocarse autolesiones.
Algunos de los signos psicosomáticos pueden ser dolores de cabeza, de panza, alergias, temblores, erupciones en la piel, dificultades para dormir o pesadillas, entre otros.
Aparecen recuerdos intrusivos
En ocasiones, los niños tienen ataques de angustia y de miedo. Nos encontramos con llantos inexplicables tras una situación en apariencia normal. Lo que sucede es que en su memoria quedaron alojadas ciertas vivencias que, al no haber sido procesadas, irrumpen. Por ejemplo, alguna imagen o cierto olor puede ser un disparador de dicha experiencia.
También, hay otros signos cognitivos, como las dificultades para concentrarse y prestar atención o la aparición de flashbacks con escenas del pasado, entre otros.
Hay desregulación emocional
La regulación emocional tiene que ver con la capacidad de dar una respuesta adaptativa y funcional ante determinadas situaciones. En el caso de los más pequeños, es una habilidad aún en desarrollo que se mejora con el tiempo. Para los niños que han vivido un trauma complejo, prevalece la desregulación emocional, es decir, una respuesta desmesurada, extrema o abrupta.
En general, es posible que estos menores estén en alerta o, por el contrario, que parezcan desconectados, como si no ocurriera nada. Por ejemplo, se puede manifestar mediante reacciones muy sensibles ante ruidos, temor a la oscuridad o a quedarse solos. También, pueden experimentar desesperanza y pérdida de interés y del disfrute de actividades que antes les gustaban.
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Cómo abordar el trauma complejo en niños
Como punto de partida, debemos aceptar que precisamos de ayuda especializada, ya que el impacto de esta experiencia suele invadir varias esferas de la vida del niño. Algunas de las recomendaciones para contener a un pequeño que vive un trauma complejo son las siguientes:
- Brindar un contexto seguro y protector. Pensemos que ese niño se encuentra en alerta y en una actitud defensiva. Por lo tanto, debemos brindar apoyo y crear un espacio de escucha y afecto. Un contexto contenedor debe ser previsible y organizado. Mantener una rutina suele ser útil, aunque también hay que poder ofrecer cierta flexibilidad cuando los menores la necesiten.
- Ayudarlos a expresar sus emociones y a poner límites. Es importante que los chicos aprendan a manifestar lo que sienten, a negarse, a reconocer qué les agrada y qué no. Siempre es conveniente preguntarles qué necesitan y cómo podemos ayudarlos. Debemos evitar imponer nuestro modo de ayudar. En este sentido, escuchar y preguntar es la mejor forma de validar a un niño.
- Propiciar espacios de juego y de diálogo. Podemos acompañar a los niños en la reelaboración de su trauma a través de cuentos. A veces, logran identificarse con los personajes y así pueden empezar a reconocer sus emociones. Por ejemplo, es muy común que se sientan culpables por lo ocurrido. Incluso, tienden a pensar que podrían haber hecho algo para evitarlo. Es importante poder ayudarlos a desarmar lo que vivieron y a construir un nuevo relato con un final más agradable y positivo. Además, podemos proponer acompañarlos en aquellas actividades que antes realizaban con disfrute.
- Enseñar técnicas de relajación. Con los chicos, lo que funciona es pensar en ejercicios entretenidos, como por ejemplo, inflarse y desinflarse como un globo para ejercitar la respiración.
- Evitar la sobreprotección. Muchas veces podemos caer en la tentación de querer controlarlo todo para no exponerlos a una nueva vivencia negativa. Sin embargo, lo que necesitamos es acompañar al niño y darle herramientas para que se sienta seguro.
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Para el trauma complejo, esperanza
Por último, vale la pena destacar que el hecho de haber vivido un trauma no quiere decir que no podamos recuperarnos, mejorar y tener una vida plena. Es importante hablar con los niños y transmitir esperanza, además de educar y apostar por la resiliencia. Para ello, podemos emplear ejemplos en los que les señalamos que, así como alguna vez se aplicó una crema para un lastimado, también se pueden realizar diferentes acciones para curar esa herida.
Por último, el abordaje en trauma complejo requiere de múltiples «manos a la obra». Por ejemplo, la atención de los seres queridos, del pediatra, de la escuela y garantizar un ambiente saludable. Sobre todo porque el trauma no se limita únicamente al evento ocurrido, sino que se actualiza y se revive en diferentes circunstancias.
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