El impacto emocional del trauma en los niños

Vivir una experiencia traumática en la infancia causa un fuerte impacto emocional y puede tener graves secuelas. Te contamos más sobre el trauma infantil y su abordaje.
El impacto emocional del trauma en los niños
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Elena Sanz Martín

Última actualización: 28 agosto, 2022

Experimentar un evento traumático es sumamente duro para cualquier persona, pero lo es más si cabe para los menores. Y es que ellos aún no poseen tantos recursos de gestión como el adulto. Al ser vulnerables y dependientes, el impacto puede ser mayor y más duradero en ellos. El trauma en los niños sacude el sentido de la seguridad y el bienestar en sus vidas, por lo que necesitarán apoyo para poder superarlo.

La infancia es una etapa en la que necesitamos sentirnos amados, seguros y protegidos. Es en estos años cuando se forja nuestra confianza en los demás y en la vida, y sufrir un revés importante puede derrumbar todos estos cimientos. A consecuencia, la inseguridad, el miedo y la ansiedad pueden instalarse en la vida del pequeño y es posible que sus reacciones y conductas tampoco sean las más apropiadas, pues surgirán con base en ese evento que lo cambió todo.

¿Qué es el trauma en los niños?

Cuando hablamos de trauma nos referimos a un evento que se vivió con gran temor o angustia por considerar que puede atentar contra nuestra integridad física o psicológica. Es decir, se trata de una experiencia negativa que se vive con gran intensidad, se percibe como muy amenazante y ante la que se siente que no se poseen los recursos necesarios para hacerle frente.

Así, podemos hablar de catástrofes naturales, atentados, accidentes o abusos vividos; pero también de situaciones aparentemente menos dramáticas. Y es que un trauma no se caracteriza tanto por el hecho en sí, sino por el modo en que la persona lo vive. Por ejemplo, un niño que ha sufrido negligencia parental, que ha presenciado peleas en el ámbito familiar o que ha padecido separaciones de sus principales figuras puede vivir esto como un trauma.

La gravedad del impacto emocional dependerá de varios factores. Entre ellos, de la edad del niño, su propia personalidad y los recursos de afrontamiento de los que disponga. Pero también se sabe que el impacto es mayor cuando la situación negativa se repite, es continua o cuando el menor no cuenta con una red social de apoyo.

La gravedad del impacto emocional que genera el trauma en el niño dependerá, entre otros factores, de su edad, su personalidad y de los recursos y el acompañamiento con que cuente para afrontarlo.

Cómo impacta emocionalmente el trauma en los niños

El trauma impacta de muy diversas maneras. Cuando se experimenta una vivencia tan amenazante y negativa, el cerebro propicia que ese recuerdo no se olvide y la fuerte respuesta de lucha-huida que se desencadenó en un inicio, puede permanecer más adelante. Así, estas son algunas de las principales secuelas que puede vivir el niño:

Alerta constante

Aparece la hipervigilancia, una tendencia a estar constantemente en alerta y pendiente del entorno. Esto a fin de prevenir futuras situaciones negativas. El menor parece incapaz de estar en calma y atiende a cada estímulo del exterior con ansiedad.

Necesidad de control

El control nos aporta una sensación de tranquilidad y en este momento es cuando más necesitan sentir que su mundo es predecible. Por esto, pueden tener dificultades para afrontar los cambios y reaccionar de forma extrema cuando estos se producen.

Respuestas poco apropiadas

Ciertas situaciones o estímulos pueden desencadenar respuestas poco apropiadas. Hay determinados lugares, personas, sonidos, olores o sensaciones que recuerdan al trauma y, al aparecer, activan de nuevo aquellas reacciones de pánico y de defensa. Por lo general, los niños intentan evitar estos desencadenantes, pero pueden reaccionar con berrinches o con agresividad en caso de que se presenten.

Dificultad para gestionar emociones

Hay una gran dificultad para gestionar las emociones que resultan abrumadoras. Puede aparecer una gran tristeza y apatía o un embotamiento afectivo, es decir, que el niño se puede sentir paralizado emocionalmente. También, es posible que tienda a aislarse.

Los niños que han experimentado un trauma suelen tener pesadillas recurrentes. También pueden revivir el suceso mediante recuerdos e imágenes mentales.

Tener pesadillas

Es muy común que el niño vuelva a experimentar o a revivir el suceso a través de flashbacks, pesadillas o de imágenes mentales o recuerdos que resultan muy angustiosos.

Apego desorganizado

Si el trauma es vivido con los cuidadores principales, el bebé o el niño probablemente desarrollará un apego desorganizado. A raíz de esto, tendrá dificultades para confiar en sí mismo y en los demás, lo cual afectará su bienestar y sus relaciones.

Tratamiento e intervención

Por lo general, el trauma en los niños desencadena un trastorno por estrés agudo. Se trata de una condición que incluye los anteriores síntomas, aparece inmediatamente después del evento y dura entre tres días y un mes. En otros casos, es posible que surja un trastorno de estrés postraumático.

Cuando un niño experimenta trauma, necesitará apoyo adulto para superar esta vivencia y sus secuelas. Lo mejor que se puede hacer por ellos es ofrecerles estabilidad y predictibilidad, con unas rutinas que se respeten y un afecto que esté siempre disponible. Permitirles escoger en ciertos aspectos de su día a día (por ejemplo, que decida qué comer o cómo vestirse) también les aportará una sensación de control que necesitan.

Pero, ante todo, es importante ser pacientes y trabajar la expresión emocional. El pequeño necesita aprender los modos de expresar y canalizar lo que siente. Por todo esto, será de gran importancia buscar ayuda profesional a fin de evitar que el impacto del trauma se prolongue en el tiempo.


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