Cuando una persona se ata al sufrimiento, deja de disfrutar la vida y percibe todo como una cuesta arriba, independientemente del rol que cumpla: amiga, amante, madre, hija, etcétera. Por ende, ser una madre sufrida no es la mejor forma de demostrar que sí se hace un esfuerzo para cumplir dicho rol.
Muchas mujeres abandonan sus demás facetas como persona, creyendo que así podrán cumplir mejor su rol como madres. Se descuidan y luego parece que solo saben sufrir en lugar de vivir. Pero, para poder vivir la vida, la clave está en hallar el equilibrio.
Puede parecer abrumador decir que hay que cuidar todos y cada uno de los aspectos de la vida. Y, al hacer la enumeración, es normal llegar a creer que no hay tiempo suficiente, perderse en el agobio y no visualizar cuál puede ser la forma de encontrar el equilibrio, a su manera.
¿Se puede dejar de ser una madre sufrida?
La buena noticia es que sí es posible prestarse atención, tener tiempo para uno y atender los demás aspectos: familia, intimidad, actividades, amistades, trabajo, etcétera. Una faceta no tiene por qué anular la otra; al contrario, pueden complementarse bien entre sí e, incluso, ayudar a experimentar satisfacción con más frecuencia de la que se cree.
No, para dejar de ser una madre sufrida no es necesario exigirse ser un superhumano ni un malabarista. Se trata de saber hacerse responsable de sí misma para así poder tener cubiertas las necesidades propias y, por ende, poder sortear los retos de la vida, sin aferrarse al dolor.
Sí es posible dejar de ser una madre sufrida. El primer paso será admitir que se quiere dejar de serlo y estar dispuesta a cambiar, a pesar del miedo.
Dejar de ser una madre sufrida no quiere decir que se vaya a ser una mala madre, ni mucho menos. En realidad, implica aprender a atenderse para así poder estar bien con los demás, incluyendo los hijos. Una vez que se inicia el proceso, la vida deja de parecer una cuesta arriba y, en cambio, se puede visualizar como una serie de colinas que pueden subirse y bajarse, sin tanta dificultad.
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¿Cómo dejar de ser una madre sufrida?
- Ten una visión positiva de la vida, y para poder lograrlo, aprende a simplificar las cosas, poco a poco.
- Date tiempo y respeta tu ritmo, pero no te detengas solo por miedo.
- Quéjate, desahógate con alguien de confianza o con un psicólogo. No es malo buscar, ni pedir ni recibir ayuda, ya que es parte del proceso y te ayudará a gestionar mejor tus pensamientos y emociones.
- Ordena tus prioridades.
- Hazte halagos. Quiérete, busca la forma de fortalecer, día a día, tus habilidades y permítete sentirte orgullosa de ti misma. Mientras mejor estés contigo misma, mejor estarás con los demás y, ¿sabes qué? Irradiarás buenas vibras. Tu familia lo notará y no solo lo agradecerá, sino que se sentirá feliz por ti.
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No son cuestas, son colinas
Cuando te dices: “Hoy no me veo bien, soy una pésima madre, no sé llevar nada en equilibrio”, te estás limitando y castigando. Recuerda: nadie es perfecto, y hacerte daño no va a ayudarte a ser mejor. En lugar de sufrir, elige ser feliz.
Si no intentas cambiar esas frases cargadas de negatividad por ideas y planes para estar y sentirte mejor, no podrás avanzar. Ten presente que, por el hecho de ser madre, no significa que no puedas tener sueños propios o tiempo para ti. Es justo que te cuides para poder vivir mejor y generar un entorno realmente armonioso en tu hogar.
La felicidad y la paz mental no son tan difíciles de conseguir como crees. Y sí es posible dejar de ser una madre sufrida y atraer mejores energías para ti y para los tuyos. Anímate a dar el primer paso y comienza a disfrutar la vida. ¡Lo mereces!
Bibliografía
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