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Señales de que debes llevar a tu hijo a terapia

5 minutos
Debes prestar atención a la situación que preocupa y entender que como padre, en ocasiones no tienes las herramientas necesarias para ayudar a tu hijo. Por eso, conoce las señales que pueden indicar que debes llevar a tu niño a terapia.
Señales de que debes llevar a tu hijo a terapia
Última actualización: 09 junio, 2023

Hoy en día, los padres cuentan con más información respecto a los niños y la crianza. Muchos pueden hablar de la importancia del apego, apropiarse de conceptos como «la crisis de los dos años», entre otras ideas. Incluso, se preguntan a qué edad es recomendable llevar a su hijo a terapia.

Conocer cuáles son los desafíos acordes a la etapa del niño o adolescente, resulta útil para acompañarlo y entender cómo ayudarlo. Recuerda, la paternidad y maternidad también implica no tener todas las respuestas.

Puedes darte cuenta de que a tu hijo le pasa algo, de que está sufriendo o que algo ha cambiado. Sin embargo, no puedes no saber cómo ayudarlo. En estos casos, es recomendable pensar en llevar a tu hijo a terapia. A continuación, encontrarás más información al respecto.

¿Cuándo debería llevar a mi hijo a terapia?

En el mundo adulto, poco a poco, es más común escuchar que las personas deciden iniciar terapia. Aceptan que necesitan ayuda o buscan una opinión profesional sobre cómo abordar determinado asunto.

Sin embargo, a la hora de pensar en terapia para niños, quizás aún no sea un tema tan frecuente. En ocasiones, esto se debe a un desconocimiento o a propios prejuicios. Desconocimiento porque muchas veces los padres no pueden determinar «la medida» o dimensión del conflicto o de la situación que atraviesa el niño.

A veces creen que puede ser algo pasajero o un «berrinche». Por otro lado, prejuicios o dudas respecto a si resultará efectivo, el temor a «estigmatizar» al niño al decirle que debe ir a terapia, entre otras ideas equivocadas.

Es importante entender que como padres, muchas veces los recursos y la posibilidad de brindar ayuda o de comprender es acotada. Para eso, el rol de un profesional de la salud puede resultar clarificador y orientador. Pero debes saber que es conveniente observar el comportamiento del niño para tomar la decisión.

Síntomas o señales de que tu hijo necesita ir a terapia

Algunas señales que deberías tener en cuenta en el comportamiento de tu hijo.

  • Cambios de humor repentinos e intensos. Agresividad e irritabilidad.
  • Retraimiento, aislamiento.
  • Retraso en la aparición o desarrollo del habla y el lenguaje.
  • Conductas «regresivas». Es decir, vuelve algunos pasos atrás en relación con ciertos logros alcanzados. Por ejemplo, vuelve a orinarse por la noche o a llorar si se queda solo.
  • Dificultades en la escuela, tanto en el rendimiento académico o el aprendizaje, como en las relaciones con el maestro o los compañeros.
  • Queja por dolores o síntomas físicos, sin que exista una causa. Por ejemplo, se queja de dolores de panza o cabeza.
  • Pesadillas, temores nocturnos.
  • Cambios familiares o «vitales». Mudanzas, pérdida de un ser querido, cambio de colegio, llegada de un nuevo miembro a la familia, etc.
  • Pérdida de interés o placer en actividades que antes disfrutaba.

El listado de síntomas puede ser mucho más extenso. Aquí la atención de los padres a la conducta y emociones del niño es clave. Por otro lado, vale la pena aclarar que la infancia es un momento importante del desarrollo, en el que pueden darse primeras manifestaciones de trastornos posteriores. Pero con intervención temprana el pronóstico es más alentador.

¿Qué tener en cuenta para el inicio de la terapia?

A continuación, algunas recomendaciones al momento de llevar a tu hijo a terapia.

Edad

Respecto a la edad, no hay una edad indicada. El criterio a tener en cuenta debe ser la situación que resulta preocupante. En todo caso, quizás la situación no amerita la intervención directa con el niño, pero los padres si reciben orientación y recursos útiles para actuar con su hijo.

Elección del profesional

Busca un profesional que tenga formación o experiencia en el trabajo con niños. De esta manera, te aseguras que cuente no solo con el conocimiento necesario, sino también con un lugar adecuado para que tu hijo se sienta a gusto.

Es decir, un psicólogo infantil suele conectarse con los niños a través del juego. Por lo tanto, su lugar de consulta suele tener mobiliario y juguetes para permitir ese tipo de interacción.

Abordar el tema con tu hijo

De manera clara, empática y accesible según la edad. Por ejemplo, dile que las personas a veces necesitan ayuda y que está bien pedirla. También coméntale que así como uno consulta a un médico cuando tiene algún dolor, también se puede consultar con un psicólogo cuando uno tiene un dolor o malestar emocional.

Implicarse en el proceso

Cuando los chicos son pequeños, iniciar o dar continuidad a la terapia depende mucho del rol de sus padres. Es decir, factores como el tiempo (para llevarlos a la consulta y esperarlos), el dinero e incluso el concepto de ir a terapia y de la salud mental son influyentes.

También es importante que sepas, como un modo de reducir la propia ansiedad y buscar tranquilidad, en la infancia «los diagnósticos se escriben con lápiz», como señala la profesional G. Untoiglich. Es decir, la ayuda a tiempo puede mejorar o revertir cualquier escenario difícil. No es necesario esperar a que una dificultad sea limitante o se convierta en trastorno. Aún cuando creas que la terapia no es el camino o nunca hayas tenido la oportunidad de tomar contacto con el espacio terapéutico, deja de lado tus prejuicios  y apoya a tu hijo. La atención temprana puede hacer la diferencia en la calidad de vida y bienestar de tu hijo.

Por último, dado que la familia también tiene un rol central en la salud mental de los niños, también debe recibir apoyo. Acompañar al grupo familiar es una forma de prevenir dificultades futuras.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.


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