¿Se puede querer a un hijo adoptado como a uno de sangre?

La respuesta a esta pregunta depende de cada madre, en especial de sus creencias previas a la adopción. Lo cierto es que las relaciones no requieren un vínculo de sangre para ser especiales.

Si se puede querer a un hijo adoptado igual que a uno de sangre es una duda que muchos padres se plantean. La respuesta es tan compleja como dar una definición del amor o explicar cómo, cuánto y por qué una madre y un padre quieren a sus hijos.

No nos engañemos. El amor empieza como una idealización que nace de una cuestión cultural, y en todas su vertientes. El amor en sí mismo crece y se desarrolla con el tiempo. Su naturaleza, la naturaleza de cualquier relación, depende de muchas cuestiones y factores. Y esto no excluye el amor entre padres e hijos, sean biológicos o adoptados.

Sin embargo, ¿tira la sangre tanto como dicen? ¿Influye el factor biológico en el amor que se puede sentir hacia un hijo? ¿Pueden surgir barreras psicológicas en el amor? ¿Supera el instinto materno o paterno la situación biológica?

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¿Una pregunta tabú?

Si se puede amar a un hijo adoptado tanto como a uno biológico es una pregunta muy delicada a la que muchos padres temen enfrentarse. Y quienes la abordan abiertamente se exponen a ser duramente criticados. Pero, en el fondo, la duda existe.

Desde la Agencia Americana de Adopciones explican que una de las partes más difíciles de la transición de tener un hijo biológico a la adopción es que muchas personas se preguntan si van a amar a un niño adoptado tanto como un hijo biológico. Según explican, aunque puede ser más difícil para los padres de lo que estos puedan imaginar, sí es posible amar a un hijo adoptivo tanto como a un hijo biológico.

La respuesta está en el apego y la vinculación

Desde la cita agencia explican que cada vez que un padre o una madre alimentan, cambian, bañan, abrazan, besan o cogen a un niño el apego crece y se desarrolla un vínculo.  Este vínculo entre padres e hijos no tiene nada que ver con el hecho de que el niño sea biológico o adoptado, sino con las experiencias que comparten. 
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¿Un tipo de amor diferente?

Sin embargo, a pesar de que es se pueda amar a un hijo adoptitivo tanto como a una biológico, la situación puede cambiar cuando se tienen hijos adoptados e hijos biológicos. 
En un artículo publicado en The Guardian en diciembre de 2007 titulado Un tipo diferente de amorKate Hilpern cuenta que, tras preguntar a padres adoptantes sobre si su amor por sus hijos hubiera cambiado si fueran biológicos, la mayoría respondió con un no rotundo. Hilpern cuenta que incluso algunos se sintieron ofendidos con la pregunta.

Sin embargo, hacerle esa misma pregunta a una persona que tiene hijos biológicos y adoptados es una pregunta que los pone a prueba, “una cuestión que llega al corazón de lo que significa ser un padre”, como dice Hilpern.

Hilpern recoge las palabras que Rebecca Walker escribió en su Baby Love. La escritora explica: “No me importa lo cerca que está a su hijo adoptivo o amada hijastra, el amor que sienten por su hijo no biológico no es el mismo que el amor que sienten por su propia carne y sangre”. Walker dice también: “Sí, yo haría cualquier cosa por mi primer hijo [no biológico], dentro de lo razonable. Pero yo haría cualquier cosa por mi segundo hijo [biológico] sin razón, sin duda”.

Tampoco faltan los testimonios de quienes afirman que les ha tomado un tiempo sentirse realmente madres o padres de niños que no han concebido, y que la relación ha tardado tiempo en consolidarse. Por otro lado, muchos padres adoptantes se sienten tan culpables de no sentir ese amor y esa conexión que nunca llegan a consolidar una verdadera relación padre/hijo o madre/hijo.

El mito de amor a primera vista

Nuestra sociedad está enamorada de la idea del amor, de la ilusión de la inmediatez sin esfuerzo. Esto se puede entender fácilmente en las relaciones de pareja, pero ocurre en todo tipo de relaciones, incluso con los hijos. Pero para llegar a sentir un amor verdadero las relaciones tienen que desarrollarse y hay que darles tiempo para crecer.

Algunas personas tienen más facilidad que otras para la relaciones. Pueder ser cuestión de empatía, de hormonas o de cultura. Podemos llamarlo incluso “instinto materno”. Ponerle nombre no cambiará el hecho de que una relación necesita tiempo. 

Seamos sinceros: la herencia genética juega un papel fundamental en el amor que sientes a tus hijos. Sin embargo, eso no significa que no se pueda querer a un hijo adoptado de la misma manera. De hecho, no existe una forma universal de amar a los hijos, ni una manera mejor de quererlos. 

Bibliografía

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