Eres mi presente, serás mi futuro y lo mejor que me ha pasado

ser madre

La llegada de un hijo reinicia nuestras vidas. Son nuestro presente y nos aferran a la esperanza y a la alegría, son lo mejor que nos ha ocurrido y a su vez, dibujan en nuestro horizonte un futuro en el que soñamos a cada momento.

Los sociólogos, así como los psicólogos nos recuerdan a menudo ese clásico problema que caracteriza a la sociedad actual: nuestra incapacidad para estar presentes, para sacar partido del aquí y ahora. Somos ese mundo complejo que a instantes, se obsesiona con el pasado hasta el punto de caer en la depresión.

Somos también esas personas que focalizan su vida en la inmediatez, en ese futuro que aún no ha sucedido y que nos obliga a quedarnos enredados, atrapados en el ovillo insufrible de la ansiedad. No es fácil vivir en este aquí y ahora cuando lo que nos rodea, es altamente exigente y nos demanda objetivos concretos para el mañana o nos recuerda a menudo esos fallos cometidos en el ayer.

La felicidad está aquí y está ahora. Eso es algo que descubren casi al instante muchas mamás cuando dan a luz y muchos padres cuando de pronto, sostienen esa pequeña vida entre sus manos. Algo cambia de pronto, tal vez sea un resorte que como una caja de música al abrirla, nos invita a detenernos y a contemplar esa hermosura, ese niño perfecto que nos aferra con fuerza al presente…

Mi pasado es importante pero no me determina, mi hijo en cambio sí define mi esencia, mi auténtico ser


En el pasado se inscriben los errores, se contienen nuestros aprendizajes, nuestros caminos equivocados y nuestros maravillosos hallazgos. Las personas estamos hechas de historias, de pequeñas gotas de nostalgia y en ocasiones, de altas dosis de arrepentimientos.

Nada de eso debe tener importancia cuando por fin llega nuestro primer hijo, cuando por fin acontece ese nacimiento que al instante, debilita el peso de cualquier error del ayer, de toda relación dolorosa que acabó mal o de esos senderos equivocados que a veces tomamos. Un hijo es borrón y cuenta nueva para las penas del pasado, es el motor de la felicidad y el impulso hacia un futuro mejor.

No dejes que esas cargas del ayer determinen tu presente. En ocasiones, nuestro linaje, las heridas del pasado asociadas a una infancia difícil o una crianza basada en el desapego, marca a muchos padres y a muchas madres actuales.

  • Debemos “sanarnos” como persona para ser buenos padres. Es un acto que requiere tiempo y de una artesanía delicada, sin embargo es importante llevarla a cabo.
  • Recuerda que los malos padres y las malas madres son aquellas que proyectan en sus niños las propias frustaciones, aquellos que incapaces de cerrar sus heridas del ayer, las desahogan en el presente con sus hijos.

Evitemos por tanto estas dinámicas.

Mi hijo hace mi presente mucho más hermoso y lo llena de proyectos


Lo sabemos, tener un niño y criarlo no es fácil. De ahí, que a instantes, el presente se vuelva más complejo e intenso que nunca cuando debes entender a qué se deben sus llantos, cuando te sientes agotada y con infinitas horas de sueño faltantes pero aún así, te quedan fuerzas para amamantarlo, bañarlo, llevarlo al médico, hacerle reír…

El presente a veces es duro, pero sus semillas son hermosas, porque lo que te hace sentir es maravilloso y a veces, incluso mágico. Es un caleidoscopio de sensaciones contrapuestas que a veces te sorprende, porque a menudo, te dices a ti misma que no vas a poder con todo, y cuando lo logras, cuando llegas a todo y de la mejor manera, te sientes increíblemente orgulloso/a.

La maternidad, la paternidad, es una aventura para la que nadie cree estar preparado, sin embargo cada día es nuevo, y a cada instante se consiguen cosas excepcionales que se reflejan en ese niño feliz, en ese pequeño que crece en salud, en fortaleza, en alegría, picardía y belleza.

Sin miedo al futuro, ahora soy mucho más fuerte

¿Miedo al mañana? En absoluto, ahora el mañana se viste de sueños, calza el color de la esperanza y discurre con aire valiente. Eres una persona mucho más fuerte, has descubierto que con la llegada de tu hijo, en tu interior ya no habitan los miedos ni las incertidumbres, en tu mente solo hay certezas, la certeza de que quieres darle lo mejor a ese niño, y la seguridad de que tú, te vas a cuidar cada día como persona luchando por tus objetivos para ofrecer lo mejor a tu familia.

El futuro no te da miedo porque vives con intensidad tu presente, porque tejes día a día y momento a momento un universo de calma, afecto y seguridad a tu alrededor donde disfrutar de tu niño y de los tuyos. El miedo no habita en los rincones donde hay luz, donde hay energía, fuerza y vitalidad. En tu vida ya no hay abismos de oscuridad, ahora tú eres tu motor de esperanza y tu niño tu motivación cotidiana.

Bibliografía

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