Para los niños, mamá es una superheroína, una adulta responsable capaz de todo, quien los cuida y los protege. En muchas ocasiones, a los pqueños les cuesta concebir que ella también fue una niña y tiene sus propias vivencias e historia personal. Hablar con tus hijos sobre tu infancia tiene numerosas ventajas, para ellos, para ti y para el vínculo que estáis formando. Por ello, si nunca pensaste que esto pudiera ser importante, presta atención a las siguientes líneas.
Tus hijos son y van a ser las personas más importantes de tu vida, así como tú lo vas a ser para ellos. Por ende, es necesario que entre vosotros se forje una relación personal profunda y verdadera. Una que vaya más allá de ordenar y obedecer órdenes. Permitir que te conozcan en otros aspectos íntimos resultará muy positivo, no solo durante la infancia, sino a lo largo de toda esa vida que vais a compartir.
¿Por qué deberías hablar con tus hijos sobre tu infancia?
Para algunas madres, compartir con sus pequeños anécdotas sobre su propia infancia es algo natural. A otras realmente nunca se les ha pasado por la cabeza que esto pueda ser relevante.
Están centradas en su cotidianeidad y en ejercer su rol materno aquí y ahora. Sin embargo, tanto para ti como para tus niños es importante recordar que, además de mamá, eres un ser humano con su propia trayectoria.
Fortalece la confianza
El primer beneficio de hablar con tus hijos sobre tu infancia es el fortalecimiento de la confianza entre vosotros. A todas las madres nos gusta saber sobre el día a día de nuestros hijos: cómo les ha ido en la escuela, qué han hecho, cómo se sienten y quienes son sus amistades.
Durante la infancia es más sencillo que compartan esas vivencias diarias con sus progenitores, pero al llegar a la adolescencia muchos padres se lamentan de que entre sus hijos y ellos se ha levantado un muro de silencio e indiferencia.
Si queremos evitar que esto ocurra, hemos de trabajar la comunicación y la confianza mutua desde la infancia. Y es lógico pensar que si queremos que se abran con nosotros, nosotros hemos de hacer lo mismo con ellos.
Con frecuencia, caemos en el error de realizarles interrogatorios en lugar de dialogar con ellos. Por ello, hablar de nuestra propia infancia es una magnífica forma de acercarnos emocionalmente y demostrar que confiamos en ellos y que la comunicación es bidireccional.
Aprenden de tus errores
¿Qué hay más frustrante que ver cómo tu hijo está a punto de tomar una decisión que tú sabes por experiencia propia que le traerá consecuencias negativas?
A menudo, las madres tratamos de orientar y aconsejar a nuestros niños y adolescentes para evitar que comentan errores que nosotras ya cometimos. No obstante, solemos hacerlo desde un tono de reproche o de superioridad: “Yo sé más que tú y debes hacerme caso”.
Al hablar con tus hijos sobre tu infancia puedes compartir con ellos tanto tus experiencias pasadas como los aprendizajes que de ellas extrajiste. Y lo haces de un modo natural, que no suena a sermón y que es mucho mejor aceptado por niños y adolescentes.
Puede que esas historias penetren en su mente y acudan a su memoria cuando se encuentren ante una situación similar y les ayude, así, a anticipar las posibles consecuencias y a elegir mejor.
Te conocen mejor
Pero, sobre todo, compartir con ellos cómo fue tu infancia les permite comprender mejor quién eres, de dónde vienes y por todo lo que has pasado. Esto es especialmente relevante a partir de la adolescencia y a medida que se hacen mayores.
La concepción de que papá y mamá son héroes todopoderosos ha desaparecido, por ello, saber que son humanos y que han tenido su propia historia puede ayudar a los jóvenes a empatizar con sus padres y acercarse a ellos.
Hablar con tus hijos sobre tu infancia es enriquecedor
En definitiva, hablar con tus hijos sobre tu infancia es hacerles partícipes de lo que fue tu camino antes de su llegada. Es abrirles la puerta de tu corazón, fomentando, así, que ellos te abran la suya. El lazo se fortalece, la comunicación fluye y la dinámica familiar se vuelve más completa y enriquecedora para todos. Por ello, no pierdas la oportunidad de compartir tu infancia con ellos.
Bibliografía
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