Hace solo unas décadas, la mayoría de los matrimonios y familias compartían un único credo religioso. Sin embargo, cada vez existen más familias interreligiosas. Esto puede plantear varias dudas respecto de cómo hablar sobre Dios con los niños y cómo hacerles partícipes de las tradiciones. Si te encuentras en esta situación, queremos compartirte algunos consejos para criar a hijos con padres de diferentes religiones.
Tal vez te hayas cuestionado si crecer con esta diversidad religiosa puede ser negativo para tus hijos. También, puede que algunas personas de tu entorno te hayan reprochado el hecho de querer inculcarles una fe desde su infancia. Sin embargo, todos lo hacemos. Incluso en las familias seculares se transmite una creencia (por ejemplo, el agnosticismo) y son los niños cuando crecen quienes escogen seguir o no ese camino.
Por ello, ten presente que, lejos de ser una limitación, convivir en el hogar con diferentes credos puede nutrir la experiencia de los pequeños y ayudarles a ser más tolerantes con los otros. Pero, para esto, habrán de seguirse algunas pautas o principios básicos.
Las familias multi-religiosas
Como decíamos en la introducción, las familias interreligiosas cada vez son más comunes. Según recoge el Survey Center on American Life, solo el 52 % de las parejas casadas en la última década comparten una misma fe. Esto en contraste con décadas anteriores en las que esa cifra aumentaba hasta el 81 %.
Concretamente, según un estudio del Pew Research Center, el 27 % de los millenials vivieron esta realidad, y la tendencia está en auge. Eso plantea algunas preguntas: ¿cuál va a ser el credo de estos niños?, ¿cómo se va a vivir la disparidad de cultos en el hogar?, ¿es positivo cultivar su espiritualidad o es mejor no hacerlo?
¿Qué opciones existen?
Cabe mencionar que no existe una alternativa correcta, sino que cada familia puede optar por aquella que mejor se adapte a sus necesidades y preferencias:
- Es posible que en algunos matrimonios uno de los cónyuges decida adherirse al credo del otro y sea este el que transmitan a sus hijos.
- También, puede ocurrir que ambos mantengan sus cosmovisiones propias, pero que elijan solo una para compartir con sus niños.
- Otra opción consiste en hacer partícipes a los niños de los preceptos, prácticas y tradiciones de ambas religiones. En estos casos, es posible que estas se vivan en familia o que cada progenitor acompañe a los hijos en las prácticas propias de su fe.
- Por último, algunos adultos optan por no transmitir sus creencias religiosas a sus hijos. Estos padres prefieren educarlos solo en valores y de acuerdo con la cultura en la que viven inmersos. Aquí, los progenitores pueden compartir sus creencias con los niños, pero sin adscribirles a ninguna religión.
Como ves, las alternativas son muchas y dependerán, en gran medida, de la importancia que cada cónyuge otorga a su religiosidad. No es lo mismo para una persona devota y practicante que para una que se siente unida solo culturalmente con ese credo.
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Claves para criar a hijos con padres de diferentes religiones
Sea cual sea la opción escogida, hay algunos principios que sí deben estar presentes para ofrecer una crianza de calidad. Estos evitarán ciertos roces, tensiones y conflictos en el hogar. Además, permitirán que los niños crezcan en un ambiente sano y libre, más allá de los cultos profesados por la familia.
Respetar el credo del otro
Es primordial que ambos progenitores respeten profundamente las creencias de la otra parte. Esto no quiere decir que las compartan o que se adhieran a ellas, pero sí que se muestren tolerantes al respecto.
Si se crea una lucha de poder en que alguno de los adultos trata de descalificar o ridiculizar la fe del otro, puede causar dolor y confusión en los niños. De hecho, vivir en una familia multi-religiosa es una oportunidad perfecta para aprender sobre diversidad, tolerancia y empatía. ¡Aprovechemos la ocasión!
Buscar puntos comunes
Aunque cada religión posee sus propios preceptos, lo cierto es que la mayoría de ellas comparten varios puntos en común. Por ejemplo, la conexión con uno mismo, la introspección y la creencia en un Dios o ser superior. Más allá del nombre que se le otorgue y de las prácticas concretas que se realicen, siempre hay un punto de confluencia. Y, tomarlo como base de la crianza puede ayudar a los niños a sentir coherencia en su entorno.
Educar en valores
Los valores son la expresión máxima de ese punto compartido. Y es que, tanto las personas de diferentes credos como aquellos que se identifican como agnósticos o ateos, propugnan y aprecian las mismas cualidades. Por ejemplo, la bondad, la generosidad, la empatía, la ayuda al prójimo y el deseo por mejorar.
Tomar en cuenta la edad del niño
Por último, es importante tener en cuenta la etapa de desarrollo en la que se encuentra un niño a la hora de transmitirle la fe. Y es que, en sus primeros años, puede resultarle complejo comprender conceptos abstractos, razonar y aplicar el pensamiento crítico. Por ello, inculcar un credo en tales momentos se basará, sobre todo, en compartir rituales, tradiciones y prácticas en familia.
Más adelante, cuando alcancen la etapa de las operaciones formales (la última etapa de desarrollo cognitivo según el modelo de Piaget) ya habrán adquirido estas habilidades. Así, a partir de los 11 o 12 años ya será posible hablarles de creencias, de lo que significa Dios y de lo que implica profesar una religión.
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La flexibilidad es clave al criar a hijos con padres de diferentes religiones
Como punto final, queremos recordarte que criar a hijos con padres de diferentes religiones requiere de más flexibilidad que hacerlo en una familia de un único credo. Es cierto que cultivar la espiritualidad trae grandes beneficios. Por ejemplo, según recoge una revisión publicada en la revista educativa Propósitos y Representaciones, favorece la autoestima, la fortaleza personal y la esperanza. Además, mejora la salud física y psicológica.
Sin embargo, la fe es algo personal e individual y nunca debería ser impuesta. De hecho, un estudio de 2008 publicado en Ciencias Sociales, encontró que cuando los padres tratan de empujar a sus hijos hacia unas creencias religiosas concretas, las relaciones se tornan más complejas. Así, se vuelven más pobres, de menor calidad y con menor afecto.
Por ello, recordemos que los menores también tienen derecho a escoger su credo. Y, pese a que podamos compartir con ellos lo que pensamos y sentimos como padres, finalmente será su elección seguir o no ese camino. Si hablamos de familias interreligiosas, esta flexibilidad habrá de hacerse aún más patente. Es importante respetar el culto de cada miembro y entender que la espiritualidad puede cambiar o modularse con el tiempo.
Bibliografía
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