Solo tienes que ver a unos niños en el parque o en la escuela para darte cuenta de que, en muchas ocasiones, se les obliga a compartir. Incluso, cuando los pequeños no quieren hacerlo. Esto no solo no consigue el objetivo, sino que además les genera inseguridad, rabia y malestar a los pequeños.
Por este motivo, hoy queremos contarte por que no debes obligar a tus hijos a compartir. ¡No te lo pierdas!
Obligarlos no los convierte en hijos más educados
Que los padres se ocupen activamente de la educación de sus hijos resulta algo fundamental para su desarrollo. Si bien la escuela cumple una función importante, algunas cosas deben aprenderse en casa mucho antes de llegar a las aulas.
En este sentido, las pautas de convivencia y los buenos modales deben ser inculcados desde etapas tempranas de la vida. ¿Pero qué hay con el hecho de compartir nuestras pertenencias con los demás en contra de nuestra voluntad?
Quizá recuerdes algún episodio en el que tus padres te obligaron a compartir a la fuerza en la infancia y te disgustaste mucho con ellos. Pero es posible que hayas repetido esta acción con tus hijos alguna vez y no te hayas percatado de ello.
La realidad es que los padres sentimos la presión social de “educar bien” a nuestros hijos y si ellos se niegan a compartir sus cosas con los demás, es porque hicimos algo mal. Como si hubiésemos criado un pequeño tirano, egoísta y malcriado.
Pero, ¡tranquila! No hay nada más lejos de la realidad, ya que el hecho de que los niños no quieran compartir es algo totalmente normal.
¿Cómo enseñarles a compartir?
Para un niño, lo más natural es que sus pertenencias sean muy importantes para él y no desee prestárselas a nadie más. Ni siquiera ese juguete al que cinco minutos antes no le hacía caso.
¿Cómo esperar que un niño tenga esos niveles de generosidad si muchas veces ni los adultos somos capaces de conseguirlo?
No debes enseñarle a compartir con palabras, debes enseñarle con el ejemplo. Y además, respetar sus tiempos y acompañarlo a desprenderse de sus objetos cuando se sienta listo para hacerlo.
Finalmente, es necesario tener en cuenta que obligar no es enseñar en absoluto. ¿De qué sirve que otro niño disfrute de un objeto, si tu hijo llora desconsoladamente porque siente que se lo arrebataron de la forma más cruel?
Los pequeños no entienden que compartir es algo temporal
La noción del tiempo es muy diferente para los niños y para los adultos. Si los pequeños sienten que se les ha quitado algo muy preciado, aunque sea por unos minutos, se angustian como si no lo volvieran a ver nunca más.
Sumado a esto, cuando son sus padres (las personas en las que más confía) quienes lo obligan a hacerlo o lo hacen de forma deliberada, el malestar se acrecienta y la rabieta no tarda en llegar.
Lo suyo es suyo
El egocentrismo de los pequeños está en el nivel más alto y la palabra “mío” está a la orden del día. Además de provocarles incomodidad, el hecho de ceder sus cosas a otros niños no los convierte en amigos.
Del mismo modo que no quieres que hablen con desconocidos, no les obligues a prestar sus juguetes en el parque a otros niños que no conocen. Menos aún si ellos no quieren hacerlo.
Sus juguetes son sus tesoros
Quizá para ti solo sea un juguete, pero para tu hijo es un gran tesoro con un enorme valor emocional. Es igual de importante que para ti la televisión de tu casa, tu coche o cualquier objeto importante de tu vida. ¿Dejarías alguno de esos objetos preciados a merced de los demás, sin ningún tipo de reparo? No. Pues, tu hijo tampoco.
La generosidad no se fuerza
Ser una persona generosa no es algo que se pueda forzar, sino que es un valor que se observa del entorno y se aprende con el tiempo. Además, dejar las cosas de forma obligada y bajo la presión de los demás no es ser generoso, sino sumiso.
Si tu hijo no quiere compartir, permite que proteste. Y si no le nace hacerlo, no le fuerces. Así solo conseguirás que no quiera compartir nunca nada con nadie, ni siquiera cuando crezca.
Es su decisión, no la tuya
Algunas veces, a los padres se nos olvida que nuestros hijos son personas ajenas y diferentes a nosotros. Está claro que debemos educarlos y guiarlos en la vida, pero ciertas decisiones les conciernen a ellos. En este sentido, debes aceptar si tu hijo quiere dejar (o no) algo a otra persona.
Mi hijo no está listo para compartir
Si este es el caso de tu pequeño, lo mejor que puedes hacer es no obligarlo y convertirte en un buen ejemplo. Quizá tu hijo no te escuche, pero te observa todo el día y te imita en todo. Entonces, si quieres que interiorice el valor de la generosidad debes mostrárselo con tus acciones diarias.
Bibliografía
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