Cuando el niño no quiere tomar leche: razones y soluciones

Cuando el niño no quiere tomar leche, es posible que se deba a problemas más profundos de los que notamos. Sin embargo, debemos analizar la situación y tomar las decisiones más saludables. Te damos algunos consejos.
Cuando el niño no quiere tomar leche: razones y soluciones
María Patricia Piñero

Escrito y verificado por la nutricionista María Patricia Piñero.

Última actualización: 03 septiembre, 2023

Después del destete, cuando el niño no quiere tomar leche, es preocupante, lo sabemos. Se trata de uno de los principales alimentos para el desarrollo y el crecimiento en los primeros años de vida.

Por eso hay que buscar la manera de que la consuman, así no la quieran. Pero, si al final se niegan o no pueden tomarla, no pierdas la calma. Por fortuna, no es el único alimento nutritivo que tiene calcio, fósforo y proteínas.

Sin embargo, el primer paso es buscar las razones de la negación a tomar leche para poder llegar a las soluciones. Mientras lees este artículo encontrarás respuesta para ambas interrogantes. Así podrás mantener a tu niño bien nutrido y saludable mientras crece. Por supuesto, solo complementamos las soluciones que te dará el médico pediatra.

¿Por qué mi hijo no quiere tomar leche?

Cuando nuestros hijos rechazan la leche, de inmediato nos preocupamos porque pensamos que no se nutrirán de forma adecuada. De hecho, la Academia Americana de Pediatría la reconoce, junto con el agua, como las bebidas preferidas para los niños menores de 5 años y aconseja un consumo de entre 2 y 2 tazas y media de leche al día.

Además, según lo revelado por la Organización de Consumidores de España (OCU), ya sea leche de vaca, de cabra o de oveja, resulta ser un alimento de alto valor nutritivo para los niños. Aporta proteínas de alta calidad, así como vitaminas B2, B6, B1 y en especial calcio y fósforo. Por ello, analicemos las posibles razones por las que los niños podrían rechazar la leche.

1. No les gusta su sabor

Es posible que los niños se acostumbren al sabor de las leches de crecimiento, las cuales suelen ser más dulces en comparación con otras leches. De hecho, un estudio llevado a cabo en Indonesia encontró niveles de azúcar similares a los presentes en las bebidas gaseosas. Por lo tanto, al notar la diferencia de sabor, que es menos dulce en la leche común, es posible que la rechacen.

2. No les agrada su textura

Durante la etapa de alimentación complementaria, una preparación común consiste en mezclar cereal con leche, lo que resulta en una textura algo viscosa. Debido a esto, es posible que cuando el niño consume leche por sí sola, no le resulte tan agradable.

3. Les sienta mal

Es posible que poco tiempo después de consumir leche, el niño experimente síntomas como gases, diarrea, dolor estomacal, hinchazón y otros signos característicos de trastornos digestivos.

Los problemas más comunes suelen ser la intolerancia a la lactosa o la alergia a la leche de vaca. Estos síntomas generan aversión y el niño puede mostrar resistencia a tomar leche. Si se presenta esta situación, es importante consultar de inmediato al pediatra.

4. Son selectivos con la comida

La Asociación Americana de Pediatría menciona que es común que algunos niños de entre 2 y 3 años se vuelvan selectivos con la comida. Esto se debe a que su apetito tiende a disminuir y comienzan a desarrollar ciertas preferencias. En este proceso, la leche no suele ser uno de sus alimentos favoritos.

Es importante destacar que el hecho de que dejen de consumir leche no significa que su crecimiento y desarrollo se verán afectados. Existen diversos alimentos sustitutos de la leche que pueden brindarles los nutrientes necesarios para un desarrollo saludable. Tener una dieta equilibrada y variada, rica en fuentes de calcio, proteínas y vitaminas, garantizará que sigan creciendo de forma adecuada.



Consejos para que tu hijo tome leche

Prueba estos consejos que ayudarán a volver a incorporar la leche dentro del menú de tu niño. Recuerda que debes atender las causas y consultar al profesional de salud para que te oriente.

Ofrécele un batido de frutas

Una estrategia útil para fomentar el consumo de leche en niños es incorporarla en combinación con sus frutas favoritas. Por ejemplo, utilizando fresas, duraznos, frambuesas, moras o plátanos. Esta mezcla no solo añade un nuevo sabor y color, sino que también modifica la textura.

Si empleas frutas congeladas, puedes lograr una textura similar a la de un frappé. Esta idea ingeniosa puede ayudar a que el niño vea la leche de una manera más atractiva y sabrosa, lo que podría fomentar un mayor interés en consumirla.

Acompáñala con cereales o chocolate

Modificar el sabor de la leche y volverla más atractiva para los niños también implica combinarla de forma creativa. Por ejemplo, puedes mezclarla con cacao en polvo instantáneo o incluso incorporar cereales como avena, cebada o arroz.



Sirve la leche en un envase especial

Otra opción es variar la presentación en la que se sirve la leche. Por ejemplo, podrías adquirir un vaso nuevo en el color preferido del niño o con un diseño relacionado con sus superhéroes favoritos. Incluso podrías permitirle decorarlo con pegatinas para que se sienta aún más involucrado.

Añade la leche a otras preparaciones

Una estrategia efectiva para incluir la leche sin que el niño lo perciba es integrándola en diversas recetas, como purés, cremas o sopas. Además, puedes utilizarla en aderezos, natillas, arroz con leche, postres, helados caseros y otras preparaciones.

Estos platos y delicias no solo ocultan la presencia de leche, sino que también aportan el calcio y el fósforo necesarios para su desarrollo. De esta manera, puedes asegurarte de que el niño reciba los nutrientes que necesita de forma sabrosa y variada.

Agrega leche deslactosada o productos fermentados

Si el niño presenta síntomas de intolerancia a la lactosa, es fundamental consultar a un médico para obtener orientación específica. Una solución rápida para mantener el consumo de lácteos es reemplazar la leche convencional por leche deslactosada, que no contiene lactosa.

También puedes considerar opciones como yogur, leches acidófilas, quesos madurados o productos probióticos. Estos alimentos son productos fermentados en los que las bacterias degradan la lactosa, así como lo explica un artículo publicado por la Universidad de Cambridge.

No obstante, es importante leer detenidamente las etiquetas para asegurarse de que el producto no contenga lactosa y sea adecuado para el niño.

¿Es posible sustituir la leche por otros alimentos no lácteos?

Si a tu hijo no le gusta la leche de vaca, hay alternativas que pueden ser igual de nutritivas. Una opción es reemplazarla con leche de cabra y sus productos derivados, como el queso de cabra. De esta manera, tu hijo experimentará un nuevo sabor.

Otra posibilidad es inclinarse por los productos lácteos derivados. Los quesos, por ejemplo, son ricos en proteínas provenientes de la leche y pueden ser deliciosos al paladar. Además, tienen un alto contenido nutricional, ya que, al igual que las proteínas, también se concentran el calcio y el fósforo.

Por supuesto, esto varía según el tipo de queso. Los quesos más secos y madurados tienden a tener una mayor concentración de nutrientes. Un ejemplo práctico sería el queso parmesano: dos porciones (30 gramos) aportan 8,7 gramos de proteína y 256 miligramos de calcio, lo que equivale a casi el 40 % del valor diario recomendado para un niño pequeño.

Sin embargo, no se trata solo del queso. Incorporar más yogur a la dieta es también una excelente idea. Tres porciones de yogur (equivalentes a 1 taza) proporcionarán 13 gramos de proteína y 450 miligramos de calcio, cubriendo más del 60 % de las necesidades diarias de un niño.

Puedes combinar el yogur con frutas frescas para mejorar tanto el sabor como el aspecto visual. Agregar hojuelas de avena aumentará aún más el aporte de calcio. Además, desde una perspectiva nutricional, el calcio del yogur se absorbe de manera más eficiente que el de la leche, según un estudio publicado por la Sociedad Americana de Nutrición.

Alimentos proteicos que también son fuente de calcio

La proteína es fácil de obtener a través de los huevos, el pollo, el pavo, los pescados, las carnes magras, las legumbres y los frutos secos. Entonces, para aportar calcio a la dieta del niño puedes incluir:

  • Pescados como las sardinas en lata, el boquerón y la lubina.
  • Las verduras de hoja, como acelgas, espinacas, berro y brócoli.
  • La soja y sus derivados, como la soja texturizada, el tempeh y el tofu.
  • Los frutos secos, como avellanas, almendras, pistachos y las semillas de chía, calabaza y linaza, sésamo.
  • Las legumbres, como lentejas, garbanzos y frijoles, el hummus y los cereales integrales como avena, cebada, arroz y sus derivados.
  • Las leches vegetales y los jugos de frutas fortificados con calcio y vitamina D.

Tienes la posibilidad de combinar y entrelazar todas estas diversas variedades de alimentos. De esta forma, lograrás reponer no solo las proteínas, sino también el valioso aporte de calcio y fósforo que se encuentra en la leche.

Agota todas las salidas para que tu niño reciba los nutrientes que le aporta la leche

Si tu hijo evita la leche, puedes introducirla de manera sutil en su dieta en sopas, cremas, postres, batidos y más. Considera también alternativas lácteas como quesos y yogur.

Para problemas digestivos o alergias, consulta con un profesional. En casos de intolerancia a la lactosa, la leche deslactosada o lácteos fermentados pueden ayudar. En alergias, opta por leches vegetales fortificadas u otros alimentos ricos en proteínas y calcio, según las indicaciones médicas.

Si el niño rechaza totalmente la leche, integra alimentos con proteínas y fuentes de calcio como pescados, verduras de hojas verdes, legumbres, frutos secos, productos de soja y bebidas fortificadas.


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