Hola, mamá:
Te escribo para decirte que tu amor hacia mí y mi pasión por ti me anclan a la vida. Por eso sé que nunca estaremos solos, porque nos tenemos el uno al otro para no dejar nunca de hablarnos, de escucharnos, de querernos y de acompañarnos.
Sé que no es fácil, sobre todo cuando me enfermo y tienes que ir corriendo sola al hospital o a la farmacia a media noche. O cuando te hago preguntas sobre papá, sobre otras familias o sobre los comentarios que la gente de nosotros y a veces no entiendo. También comprendo que sacarme una sonrisa cuando estoy triste y tú demasiado cansada no es sencillo. Pero siempre lo consigues, aunque a veces te parezca que no. Tengo cientos de razones mamá… porque:
- Estás titulada en el amor más sincero, profundo e incondicional que existe.
- Tienes mil medallas de las que no te vanaglorias.
- Eres mi enfermera y mi guía, la única que puede curar mis heridas en las rodillas y en el corazón a base de besos y abrazos infinitos.
- Eres mi niñera, mi confidente y mi eterna acompañante.
- Aunque te sientas vencida, consigues sellar mis desvelos y mis preocupaciones.
- Ser tu hijo es un privilegio.
- Eres todo valentía y me has sacado adelante.
- Te pasas la vida forjando espadas y escudos, remendando descosidos y construyendo cabañas de fantasía.
- Quiero que mis hijos tengan una mamá como tú, la más especial, la más bonita.
No me importa lo que los demás piensen
También, mamá, sé que gran parte de la gente nos juzga y que podemos llegar a inspirar compasión. Pero ellos no lo entienden, no saben lo felices que somos ni todo lo que conseguimos hacer juntos cada día. Porque nadie entiende las cosas si no es en sus propios zapatos.
Tú y yo y nada más, mamá. Somos una verdadera familia y no hay nada como eso para garantizar la incondicionalidad del amor.
Mamá, no te voy a negar que a veces desearía tener a mi padre cerca, tampoco puedo prometerte que no vayan a llegar tiempos difíciles, de incomprensión y de trabajo emocional doble o triple. Pero precisamente porque siempre me has amado por dos, apoyado por dos y cuidado por dos, sé que a tu lado no me falta de nada.
Entiendo que la exigencia emocional de cuidarme y de criarme sola, así como de lidiar a la vez con las dificultades cotidianas, es un reto realmente agotador. Sé que a veces la tristeza te gana la batalla, pues te lo noto en la cara y a veces incluso te oigo sollozar. Pero sé, mamá, que solo son momentos de tensión emocional que las mamás solteras necesitáis tener para reafirmar una vez más que somos vuestra bendición y que gracias a nosotros, los hijos, podéis sobreponeros a todo.
Soy consciente de que, como cualquier otro niño, a veces puedo resultar insoportable; pero tú, mamá, no puedes mandarme a dar un paseo con papá y relajarte. Pero bueno, después de todo tú y yo conseguimos siempre entendernos.
Mamá, eres mi huracán preferido
Tú eres un huracán y yo adoro los desastres, no nos compenetramos mal. Me encantan nuestros ratos de secretos, nuestro rincón de lectura y nuestras noches de película y manta. Me encanta quedarme dormido en tu regazo, que te tires al suelo a jugar conmigo o que me leas un cuento por las noches.
Y esa manera tuya, mamá, de prepararme mi plato favorito y sorprenderme. Tu manera de sonreír me hace tan feliz y dichoso que despierta en mí un terremoto. Tu amor, mamá, es el culpable de que sepa que no debo conformarme con cualquier cosa.
Gracias a ti he aprendido que los principios que siempre me sostendrán en pie se basan en amar con todo mi corazón, en tener una mano para dar y otra para recibir, en ser humilde y en sentirme orgulloso de mí mismo y de mi familia.
Te lo mereces todo, mamá. Gracias por cada logro, por cada sueño, por cada beso y por cada achuchón. De nuevo, gracias por colmarte de paciencia ante mis errores, por hacerme sentir grande, por ser mi mayor privilegio, por sostenerme, por tus desvelos y por tus anhelos.
Por último: gracias por ser la maestra de mi vida, mamá; fuiste, eres y serás por siempre mi anclaje para la vida.