Mitos sobre los gatos y las mujeres embarazadas

Aún hoy existen miedos sobre los gatos, la toxoplasmosis y el embarazo, ¡ellos no contagian nada si se tiene cuidado!

Años atrás, cuando no estábamos tan interconectados como ahora y una mujer estaba embarazada, era común escuchar en los hogares una fuerte campaña en contra de los gatos. Esa situación era el caldo de cultivo perfecto para que una ola de mitos sobre los gatos y las mujeres embarazadas comenzara a surgir.

En medio de esta intensa campaña aparecían dudas y miedos que rodeaban a la palabra: toxoplasmosis, una enfermedad provocada por un parásito que puede producir malformaciones en el feto.

Pero ¿por qué la campaña contra el gato? Primeramente se debe a que de las mascotas de hogar, el gato es el único animal doméstico que puede contagiarse con dicha enfermedad sin presentar síntomas aparentes. Sin embargo, eso no lo hace el culpable absoluto de transmitir toxoplasmosis.

Gatos abandonados

En España, 13 % de los gatos abandonados, (unos 3000 al año según la Asociación Promiau), son echados de casa debido al temor a la toxoplasmosis o a que el felino complique las condiciones para el nacimiento de un bebé.

Esta situación es bastante injusta, sobre todo porque es consecuencia de no estar bien informados. Pues como podrás comprobar hay estudios científicos que demuestran que las posibilidades de contraer toxoplasmosis por medio de los felinos son muy reducidas, de hecho, son casi nulas.

Mitos sobre gatos y mujeres embarazadas que hay que dejar de creer

Empecemos por el principio, a desmentir la relación “maligna” y desmontar los mitos sobre los gatos y las mujeres embarazadas. Antes que nada, es preciso saber que el gato no es un portador intrínseco de la toxoplasmosis como muchos creen.

Hay quienes afirman erróneamente que se puede contraer la enfermedad con solo acariciarlo. Pero el felino que no está infectado por el parásito no le transmitirá la toxoplasmosis a ninguna mujer en estado ni a otra persona.

gatos y bebes
Para que el gato pueda ser considerado un “problema” en el hogar tiene que contraer el virus por medio de la ingesta de carne o embutidos crudos o medio cocidos. Y aún esto no garantiza que el gato contraiga la enfermedad. Ya que no todas las carnes o embutidos traen el parásito que transmite Toxoplasma Gondii, nombre científico con el que se identifica al virus.

Las pautas alimentarias del felino y su estilo de vida deben asegurar que el animal no adquiera el parásito que provoca la toxoplasmosis durante la gestación. “Se trata de cuestiones tan sencillas, como que el gato no ingiera carne cruda, sino un alimento comercial. Para garantizarlo es preciso que el animal no acceda al exterior, como a un jardín, donde pueda cazar ratones o pájaros”, explican los veterinarios.

Tener un gato no es igual a contraer toxoplasmosis

Por otro lado, conviene hablar de los síntomas que provoca en el ser humano la toxoplasmosis. En resumen, casi todos los médicos coinciden en que sufrir de toxoplasmosis es como padecer de una fuerte gripe o resfriado que está acompañado de fiebre y malestar general.

Por lo tanto, un alto porcentaje de personas ha contraído la enfermedad en algún momento de su vida y no lo han notado. Es más, existen mujeres que tienen anticuerpos que las protegen de la enfermedad porque han sido infectadas antes de su gestación.
“En estos casos no se produce el contagio de la madre al bebé, ya que su inmunidad la protege frente a nuevas infecciones”, asegura un integrante del Grupo de Especialidad de Medicina Felina de la Asociación de Veterinarios Españoles Especialistas en Pequeños Animales (AVEPA). Quien basa su declaración en un estudio hecho sobre toxoplasmosis, gatos y embarazos.

No te deshagas de los gatos en tu embarazo

También hay numerosas evidencias científicas que demuestran que el contagio de los seres humanos de toxoplasmosis a través del contacto con las heces de un felino infectado es poco probable. Esto sucede sobre todo porque la gran mayoría de las personas que se infectan lo hacen a través de carne poco cocinada. O a través del consumo de vegetales u hortalizas contaminados o mal lavados.

Y si usamos la lógica, conviene abrir un poco el foco y no olvidar que existen muchas veterinarias en el mundo que están en contacto diario con gatos durante su proceso de gestación sin contraer la enfermedad.
Por lo tanto, resulta innecesario interrumpir la convivencia con los felinos, unos animales tan nobles que aportan numerosos beneficios tanto emocionales como físicos a quienes disfrutan de su compañía. La separación de una embarazada de su gato puede provocar un trauma que altere su bienestar psicológico.

gatos

Gatos en casa

Si tienes un gato en casa y estás embarazada o ya ronda la idea de tener un bebé, hay unas pequeñas consideraciones a tener en cuenta para evitar un posible contagio de toxoplasmosis:

  • Para que un gato pueda producir heces infecciosas, primero tiene que contagiarse mientras tú estés embarazada. Tal contagio se produce cuando los gatos comen animales que hayan cazado o carne cruda. Así que si tu gato no sale al exterior, seguramente no se contagiará, además al mantenerlo dentro de casa controlarás su alimentación dándole comida para gatos.
  • El período de contagio dura de tres a veinte días máximo. Después de ese tiempo, el animal libera durante un mes el parásito a través de las heces. Si después vuelve a infectarse, no liberará más parásitos. Por lo tanto, para que libere el parásito tiene que ser también su primer contagio, lo cual debe determinarse a través de un examen. Como en los humanos, el gato con toxoplasmosis no suele presentar síntomas visibles.

¿Cómo se transmite entonces?

Para que las heces sean infecciosas tienen que madurar en exposición durante 24-48 horas. Lo ideal es limpiar el arenero del gato más de una vez por día y lo más recomendable es que alguien más lo haga por la futura madre.

Si has sufrido toxoplasmosis antes de quedar embarazada, el bebé no puede ser infectado. Y si estás en las últimas semanas de gestación, el riesgo de contagio es menor. Sin embargo, si aún tienes dudas y miedos, lo más recomendable antes de separarte del gato es que te hagas exámenes médicos. Sigue los consejos de tu profesional de salud de confianza.

Estar bien informada te ayudará a llevar sin temor tu embarazo junto a tu felina mascota. Pues sabrás que no son los culpables de transmitir la toxoplasmosis. Compartir tu embarazo con tu gato puede ser una de las experiencias más lindas que tengas.

Además, estarás contribuyendo a frenar los abandonos y las adopciones innecesarias, principalmente las atribuidas a un falso mito. Con el tiempo verás que en realidad no hay nada mejor que un bebé que vive con gatos desde que nace.

En resumen

Despejado los mitos sobre los gatos y las mujeres embarazadas no hay necesidad de desprenderte de la mascota, con todo el drama y el malestar que eso sugiere. Basta cumplir con normas mínimas y básicas de higiente, como las siguientes:

  • No comer carnes crudas o poco cocidas, sobre todo de cordero o cerdo, si se congelan para luego consumirlas disminuye el riesgo; el parásito no sobrevive a temperaturas por debajo de cero.
  • Después de manipular carnes crudas no tocarse los ojos, nariz o boca y lavarse las manos con agua y jabón.
  • Limpiar las tablas de picar y las superficies de trabajo y utensilios con agua caliente y jabón después de haber estado en contacto con carne cruda o frutas y verduras sin lavar.
  • Pelar o lavar bien todas las frutas y verduras antes de consumirlas.
  • La caja del gato debe vaciarse todos los días, pues el parásito depositado se torna infeccioso después de 24 h.
  • No dar de comer al gato carnes crudas o poco cocidas.
  • Evitar el contacto con gatos y en especial con las crías.
  • Utilizar guantes al trabajar en el jardín y no permitir que entren en contacto con alimentos.
  • Evitar que los niños jueguen en areneros. Pudieron haber sido utilizados por gatos para sus necesidades.
  • Mantener el hogar libre de cucarachas, roedores y moscas.
  • Evitar el consumo de huevo crudo y de leche no pasteurizada.
  • Las mascotas deben estar bajo control veterinario.
  • No permitir que los gatos se suban a la mesas donde se preparan los alimentos.
Bibliografía

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