Soy mamá y me siento culpable por trabajar

Si eres madre es probable que alguna vez te hayas sentido culpable por ir a trabajar y dejar a tus hijos al cuidado de alguien más. Pero, ¿te aporta algo este sentimiento? Mejor, déjalo a un lado.
Soy mamá y me siento culpable por trabajar
María José Roldán

Revisado y aprobado por la psicopedagoga María José Roldán.

Última actualización: 29 diciembre, 2021

Soy mamá y me siento culpable por trabajar. La sociedad es la que me hace sentir así, porque me obliga a trabajar como si no tuviese hijos y tengo que ser madre como si no tuviera que trabajar. Este es el sentimiento que cargo cada vez que salgo a trabajar, sobre todo, cuando dejo en casa a mis hijos pequeños.

¿Te has sentido identificada con esto? Bueno, debo admitir como madre que desde que tuve a mi primer hijo en brazos, las emociones me inundaron como si fuese una noria. Muchas de esas emociones son positivas, pero también hay otras que son negativas. Como cuando me siento culpable. Me siento culpable por muchas cosas, como la cantidad de horas que dedico al trabajo cuando lo tengo o cuando no lo tengo y entonces falta dinero para que entre en casa.

Hay días en los que me siento que puedo con todo y otros, en lo que todo puede conmigo. No hay punto intermedio.

Por eso, he decidido acabar con esa culpabilidad por trabajar, porque más que culpable debería sentirme bien y feliz. Gracias a este esfuerzo, puedo asegurar que a mis hijos no les falte nunca nada. Ante todo, lo importante es no convertir ni la culpa ni las ganas de quitármela de encima en una presión.

Basta de sentirse culpable por trabajar

Los despidos laborales por quedarse embarazada están fuera de la ley, en la mayoría de los casos.

Si eres madre te habrás sentido como yo muchas veces. Cuando tienes que salir por la puerta, lo haces con la certeza de que tus hijos te necesitan o que, simplemente, quieren pasar tiempo contigo.

Si te has sentido así, no estás sola. No eres ni la primera ni la última mujer en experimentarlo, pero lo que importa es tomar conciencia de ello para dejar de sentirnos mal. Y sobre todo, para ser buena una madre y una buena trabajadora, que sigue su propio ritmo y que no se exige más de lo que puede dar.

Esto es algo que nos ocurre a muchas madres, pero también a muchos padres. Y si comprendemos la dimensión cultural de esta culpa, de manera inconsciente podremos empezar a deshacernos de ella. Porque en realidad no es mi culpa ni la tuya, es de la sociedad en la que todos vivimos.

La culpabilidad no me sirve de nada

Un día eché el freno a mi noria emocional y me lo planteé seriamente: ¿de qué me sirve sentirme culpable por trabajar? ¿Realmente me ayuda de algún modo a mí o a mi familia? ¡No! Más bien, todo lo contrario. Y como no nos ayuda, entonces, ¿para qué gastar energías en ese sentimiento tan dañino?

No merece la pena sentir culpa y por lo tanto, opté por ser proactiva en mi vida y hacer las cosas por y para mis hijos. Una de ellas es trabajar.

Por este motivo, si eres madre o padre y te sientes culpable porque tienes que trabajar, es conveniente que dejes de sentirte así. Pues tus hijos necesitan ver a un modelo fuerte, que lucha por el bien familiar y que además de todo, sabe ser un padre o una madre maravillosa en casa.

Porque sí, estarás más cansada, pero la sonrisa de tus peques te dará la fuerza y el motor para continuar. Y en cuanto a los momento compartidos en familia, tendrás que tener siempre presente que lo que realmente les importa a tu hijos es el tiempo de calidad, más que la cantidad a regañadientes.

La culpa no te ayuda a hacer mejor las cosas, sino al revés. Para ser responsable de tu vida, de tu familia y de tu trabajo no necesitas sentirte culpable. No te bloquees emocionalmente y verás que solo así conseguirás mejores resultados en todos los ámbitos de tu vida.

No me voy a sentir culpable por trabajar nunca más, pues a mí me funciona

Madre feliz besando a su hijo.

Cuando me di cuenta de que no me servía de nada sentirme culpable tuve un click en la cabeza que me hizo reaccionar.

Me di cuenta de que no merece la pena flagelarme por algo que realmente tengo que hacer. No puedo ocuparme de las cosas que no puedo controlar, como la sociedad, pero sí puedo ocuparme de mí misma y del cuidado de mi familia.

En cuanto a esto último, no solo implica estar en casa y hacer las cosas con mis hijos, sino también salir a trabajar cada día para asegurarles un buen pasar. Entonces, no tengo que sentirme culpable por trabajar. Porque para mantener a una familia se necesita dinero y el dinero se consigue a través de un trabajo. No hay más. Así que… ¡adiós culpa!


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  • Rosas, M (2012). Mamás que trabajan, cuidado con la culpa. Editorial Ink. México.

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