Lunares en bebés: causas, tipos y cuándo preocuparse

La presencia de lunares en los bebés es bastante frecuente. Pero, ¿sabes distinguir si es benigno o maligno y si requieren de control médico? A continuación te lo contamos.

Causas de los lunares en bebés

Los lunares, también conocidos como nevos o nevus, son lesiones cutáneas comunes que pueden aparecer en la piel de las personas de todas las edades, incluyendo a los bebés.

Aunque en la mayoría de los casos los lunares son inofensivos, es importante entender sus causas, tipos y cuándo debes preocuparte si tu bebé desarrolla uno. Por esto, aquí te detallamos todo lo que debes saber al respecto.

¿Por qué se desarrollan los lunares en los bebés?

Los lunares en los lactantes se generan debido a un crecimiento anormal de las células pigmentarias en la piel, conocidas como melanocitos. Suelen comenzar con un tinte marrón suave y con el tiempo pueden volverse más oscuros y prominentes durante la lactancia.

La mayoría de los lunares en los bebés son congénitos, lo que significa que están presentes desde el nacimiento o se desarrollan poco después. La causa de por qué algunos bebés desarrollan lunares mientras que otros no, está en gran medida relacionada con factores genéticos, según indican los expertos del Hospital Infantil de Cincinnati.

Además de los factores hereditarios, la exposición al sol durante la infancia temprana también puede aumentar el riesgo de desarrollar lunares en el futuro. Por lo tanto, es fundamental proteger la piel de su bebé de la luz solar directa y de los daños causados por los rayos ultravioleta.

Tipos de lunares en recién nacidos

Existen varios tipos de lunares que pueden aparecer en la piel de un bebé. Los más comunes suelen ser los siguientes.

  • Nevus congénito: están presentes desde el nacimiento y pueden variar en tamaño y color. Por lo general, son inofensivos y se presentan entre el 1 y el 3% de los recién nacidos, así lo describe la American Academy of Pediatrics.
  • Nevus intradérmico: tienden a ser elevados y de color carne o marrón claro. Por lo general, son benignos, pero pueden necesitar ser eliminados si causan molestias o preocupaciones estéticas.
  • Nevus piloso: estos lunares tienen pelos que crecen sobre ellos. En la mayoría de los casos son benignos, pero se pueden vigilar para detectar algún tipo de cambio.
  • Nevus azul o verde: son más raros y suelen ser de color verde o azul. A menudo, se encuentran en la cabeza y el cuello de los bebés. Si bien en general son benignos, algunos pueden requerir seguimiento médico.

¿Cuándo debo preocuparme por los lunares en los bebés?

La mayoría de los nevos en los lactantes son inofensivos y no requieren tratamiento. Sin embargo, es importante estar atento a ciertos signos que podrían indicar un problema más serio. Por esta razón, la American Academy of Dermatology Association brinda algunos consejos para determinar cuándo es apropiado acudir a la consulta con el dermatólogo:

  • Cambios en la forma, color o tamaño.
  • Sangrado, irritación o picazón en el lunar.
  • Antecedentes familiares de melanoma u otros tipos de cáncer de piel.
  • Localización del lunar en zonas de fricción, como las axilas o áreas cubiertas por el pañal.

Incluso, la Sociedad Argentina de Pediatría aconseja seguir la regla ABCDE para evaluar diferentes características:

  • A: Asimetría.
  • B: Bordes irregulares.
  • C: Presencia de dos o más colores.
  • D: Diámetro mayor a 6 mm.
  • E: Evolución en el tiempo (modificaciones).

El control anual de lunares

Es recomendable consultar a un dermatólogo pediatra para evaluar los lunares o manchas y realizar un seguimiento de su evolución a medida que el niño crece.

También, es importante tener en cuenta que los nevos tienden a aumentar de tamaño a medida que la persona crece, por lo tanto, es esencial realizar un control periódico. De acuerdo con la American Osteopathic College of Dermatology, lo ideal es programar una consulta anual con el dermatólogo para que este pueda examinar cada mancha pigmentaria de manera profesional y detallada.

Cuidados de la piel de los bebés

En general, La Fundación del Cáncer de Piel recomienda mantener a los bebés menores de 6 meses a la sombra, evitando la exposición directa a los rayos solares. Además, el uso de sombreros con alas anchas, junto con prendas de vestir que tengan filtro solar y que cubran una buena parte del cuerpo, es otro recurso adecuado para proteger a los infantes de la radiación solar.

También es de gran importancia la elección de anteojos con filtros para los rayos ultravioleta (UV), ya que la melanina en los ojos de los bebés aún no está completamente desarrollada. Una vez que el bebé cumpla los 6 meses de edad, podrás comenzar a aplicarle protector solar. Asegúrate de elegir uno que sea de amplio espectro, resistente al agua y que ofrezca una protección mínima de SPF 50.

La prevención siempre será la mejor cura

Los lunares en bebés son comunes y, en general, inofensivos. Sin embargo, es esencial prestar atención a cualquier cambio en el lunar o cualquier signo de molestia en el bebé.

La vigilancia adecuada y las consultas regulares con el dermatólogo pueden ayudar a garantizar la salud de la piel de tu bebé y detectar cualquier problema potencial a tiempo. Además, la protección solar y la prevención son claves para mantener la piel del bebé saludable.

Bibliografía

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