La infancia, con sus necesidades básicas, es una etapa crucial para intervenir en el desarrollo de los niños. Por esta razón, los estímulos iniciales y el acompañamiento son claves, pues si estos faltan, los pequeños tendrán menores oportunidades de desplegar al máximo todo su potencial.
Cuando los niños disfrutan de relaciones de afecto, seguridad y empatía en la primera infancia, cultivan la intimidad y la expresión de sus sentimientos. Con el modelado de su conducta, se establecen las emociones, los deseos y la autoimagen.
Estas y otras consideraciones las exponen T. Berry Brazelton y Stanley I. Greenspan, autores del libro Las necesidades básicas de la infancia: lo que cada niño o niña precisa para vivir, crecer y aprender. Sus investigaciones los llevan a afirmar que, si estas necesidades son cubiertas, se proporcionarán los fundamentos para construir las habilidades intelectuales, sociales y emocionales para el resto de la vida.
Las necesidades básicas de la infancia
Revisemos estas nociones de las que no podemos dejar de ocuparnos y que están relacionadas con el cuidado y la crianza de los hijos.
1. Seguridad
Los niños deben desarrollarse en un ambiente seguro y saludable. Un pack que incluye, por supuesto, todas las necesidades básicas de supervivencia: vestido, refugio, cuidado y protección, nutrición, atención sanitaria, entre otras.
No obstante, también nos referimos al aspecto emocional. Algunas situaciones que como adultos nos pueden parecer sencillas o insignificantes, para los niños pueden resultar angustiosas. Es fundamental que les ayudemos a entender las emociones que sienten.
2. Relaciones afectivas sólidas
Es valioso educar a los niños no solo a base de disciplina. Las palabras y las acciones deben fomentar en ellos confianza y respeto, pues el modo como se establezcan los vínculos familiares influirá en el desarrollo emocional del niño.
En efecto, los niños no solo requieren cubrir sus carencias, sino que también necesitan consolidar relaciones afectivas sólidas que les ayuden a crecer con seguridad.
Según un artículo publicado en la revista Infanto Juvenil, el apego se construye a partir de las primeras relaciones y vínculos, sobre todo con los cuidadores principales. Además, tiende a la estabilidad a lo largo de la vida, expresándose en un desarrollo emocional, social y afectivo más armónico.
Brazelton y Greenspan, por su parte, manifiestan que la interacción emocional, el afecto y la calidez ayudan a la evolución adecuada del sistema nervioso central de los bebés y los niños. Es decir, durante la infancia, el aprendizaje más importante se recibe a través del contacto y la interacción humana.
3. Estabilidad y consistencia como necesidades básicas de la infancia
Los niños necesitan directrices, límites e instrucciones firmes. Las posiciones ambivalentes, a veces laxas y en otros momentos estrictas, confunden y desestimulan. Por eso, lo más apropiado es que los padres lleguen a acuerdos para transmitir los mismos mensajes y valores a sus hijos.
Por otro lado, los niños deben criarse en un entorno estable al que puedan llamar «hogar». Uno en el que reine la tranquilidad, la afectividad y la comprensión, en el cual sus miembros puedan relacionarse con confianza y, sobre todo, al que siempre quieran y puedan volver. Dicho concepto lo trabaja Fira Chmiel en su artículo «Un hogar en la constelación».
4. Ocio y esparcimiento
Todos los niños deben tener su tiempo diario de esparcimiento, pues esta necesidad es igual de relevante que las demás. El ocio invita a romper con la rutina y a experimentar con lo nuevo.
Así, el ocio es una experiencia positiva y, como tal, se relaciona directamente con el desarrollo humano. En el libro Ocio Valioso y en su respectiva interpretación en la Revista Ciencias Pedagógicas e Innovación, Manuel Cuenca señala que el ocio amplía y potencia los recursos intelectuales, sociales y físicos, en especial en los niños.
Un ocio que nace de la libertad y la autonomía contribuye al desarrollo de las capacidades de los niños, que satisface y que brinda tanto felicidad como calidad de vida.
5. Actividad física
Cada vez es más frecuente ver cómo los niños llevan un estilo de vida sedentario. No solo ha cambiado su forma de divertirse, sino también su forma de vincularse. Ya no tienen la necesidad de salir y encontrarse con sus amigos, porque desde casa pueden cubrir la necesidad de relacionarse.
Para los expertos, la inactividad física en los niños es un tema alarmante, de hecho, existen muchos estudios como este, publicado en la Universidad de Valencia, que asocian el uso excesivo de los medios tecnológicos y los riesgos para la salud de los niños y adolescentes.
Los padres y los centros educativos deben preocuparse por satisfacer esta necesidad básica de la infancia. Ambas instituciones tienen la tarea de fomentar un estilo de vida saludable, donde la actividad física esté presente. Y es que, en definitiva, dicha actividad es imprescindible tanto para la salud física como para la salud mental de los niños.
6. Educación
La educación juega un papel determinante en nuestra forma de ser y estar en el mundo. Sin duda, es una necesidad humana y gracias a ella sabemos cómo comportarnos en la sociedad y seguir sus normas para poder formar parte de ella.
Los niños deben recibir desde temprana edad una educación de calidad que les ayude a entender cómo funciona el mundo y a saber estar en él. Es la educación la mejor herramienta para formar parte de la sociedad.
«Únicamente por la educación, el hombre puede llegar a ser hombre».
—Immanuel Kant—
7. Experiencias que ayuden a crecer
Vivir experiencias acordes a su edad y a su nivel de desarrollo, es una necesidad básica de los niños. Que se vean, por ejemplo, forzados a trabajar y que se pierdan de la oportunidad única en la vida de jugar y hacer amigos, de ir a la escuela o a un parque, es tronchar una parte importante de su existencia.
Lo esencial se aprende jugando. «Jugar, luego existo», plantea esta investigación desarrollada en la Universidad Autónoma de Chapingo, México.
La vida en sociedad se ejercita con los otros, las destrezas y las habilidades físicas se nutren corriendo y saltando al aire libre. Pero todo ello será posible si se tiene el tiempo y la protección de la familia.
8. Vida comunitaria
Los niños tienen la necesidad de vivir rodeados por una comunidad que los reconoce. Es en ella donde construyen las relaciones y los vínculos, así como los apegos sociales, comunitarios y territoriales que le dan raíces a sus sueños.
Si tienen un hogar, una comunidad, una localidad, siempre tendrán a donde regresar. La identidad no es solo individual, sino social, es un encuentro de voluntades y destinos.
9. Derecho al futuro
Cuántas veces hemos escuchado la expresión: «los niños son el futuro». Y es verdad que crecerán, pero al hacerlo se encontrarán con el mundo que les dejemos. Los adultos, los parientes y la comunidad debemos esforzarnos por hacer que los niños crezcan protegidos, en un ambiente sano.
«Se trata, sobre todo, de modificar esencialmente el pacto social, rescatando, nosotros los adultos, a través del respeto hacia los niños, nuestra niñez reprimida, nuestra vinculación cortada con el tiempo de la cultura, nuestra memoria histórica, para poder ser más capaces de futuro».
—Alessandro Baratta, en «La niñez como arqueología del futuro»—
En definitiva, el futuro se construye en el presente
Es a diario que debemos reafirmar el compromiso de hacer que el mundo tenga verdaderas posibilidades de seguir existiendo en condiciones de garantizar la vida de la especie humana.
La infancia, como semilla, es una etapa en la que coexisten numerosos factores del entorno que resultan determinantes para su desarrollo. Y si hay un sinfín de posibles requerimientos, no hay duda de que todo niño en justicia debe tener satisfechas sus necesidades más básicas.
A partir de esa base, se abrirá el horizonte de sus potencialidades.
Bibliografía
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