Hijos ancla: niños atrapados emocionalmente por sus padres

Los hijos ancla se sienten obligados a quedarse con sus padres, incluso cuando esto implica renunciar a su propia vida. Descubre si eres uno de ellos o si tus hijos lo son para ti.

concepto de encierro

Como bien dijo el célebre escritor José María Peman, “los hijos son una pregunta que le hacemos al destino“. Es decir, que no está en nuestras manos determinar su futuro, moldearlos a nuestro antojo o atarlos a nuestros propios miedos. Ellos no son nuestros, son un préstamo que la vida nos hace al otorgarnos el privilegio de acompañarlos en su desarrollo individual. Los padres de los hijos ancla no comprenden este concepto y con su ejercicio de la paternidad, acaban por dañar y limitar enormemente a sus vástagos.

Piensa por un momento: ¿qué expectativas tenías hacia tus hijos antes de que nacieran? Inevitablemente, todos los padres y madres se proyectan en los años e imaginan como será el futuro de sus niños. Algunos desean que logren ser médicos, otros sueñan con vivir cerca de ellos y poder compartir el día a día cuando sean adultos y otros, simplemente, anhelan que tengan éxito.

El problema es que muchas de estas esperanzas son inapropiadas y limitantes y si no se abordan con flexibilidad, pueden condicionar la vida de los hijos.

Hijos ancla: nacidos para los padres

Niño abrazado a su madre.

Los hijos ancla son aquellos niños que nacen con un destino predeterminado por sus padres. Desde su concepción, se les otorga a nivel inconsciente un fuerte mandato: “estás aquí para tus padres”. Y a raíz de esto, quedan ligados de forma nociva a sus progenitores.

En algunos casos, ese niño se concibe bajo el plan de que sea quien cuide de sus padres en la vejez, quien los acompañe ante la pérdida del cónyuge o quien se ocupe de los hermanos menores.

A veces, se espera del hijo que continúe con el negocio o que siga las tradiciones familiares o bien, que permanezca en el hogar paterno para atender a sus necesidades económicas o financieras.

En definitiva, se le niega el derecho a crecer, a volar, a desarrollarse libremente y a diseñar una vida bajo sus propios términos.

Por otra parte, los progenitores proyectan en estos hijos sus inseguridades, sus miedos y sus deseos y de esta manera, los asfixian con su dependencia y exigencia.

Estos hijos, crecen con baja autoestima, con culpa y con frustración, pues desean salir adelante, pero al mismo tiempo no se lo permiten. La carga emocional es tal que se desarrolla con los padres una relación de amor-odio nada beneficiosa.

¿Cómo saber si formo parte de los hijos ancla?

Detectar que se es un hijo ancla no es nada sencillo, pues el mandato se esconde bajo un supuesto amor mal entendido. Los padres “protegen” al hijo y lo mantienen a su lado porque “lo aman”. En consecuencia, el hijo renuncia a su vida, a sus sueños y a sus proyectos porque “ama a sus padres” y estos lo necesitan.

Paradójicamente, es común que los padres de los hijos ancla hayan experimentado la misma dinámica con sus propios progenitores. Así, es importante que como madre revises tu propia historia y, si detectas alguno de los siguientes patrones, evites perpetuar el ciclo con tus niños.

Principales características de los hijos ancla:

  • Rechazan oportunidades escolares o laborales, porque implican alejarse de sus padres.
  • No logran concretar viajes, aún teniendo los medios económicos. Y si lo hacen, siempre sienten la obligación de llevar a sus padres con ellos.
  • Se les dificulta mucho independizarse, establecer relaciones de pareja duraderas y formar su propia familia. Es común que lleven a sus padres a vivir con ellos o que terminen por divorciarse y regresar al hogar paterno.
  • De niños, sus progenitores los utilizaban como confidentes y siempre basaron su felicidad en ellos. Ahora, de adultos, cargan con la responsabilidad de asegurar su bienestar emocional y económico.
  • Trabajan en el negocio familiar o siguen una profesión que no les llena o satisface, pero que cumple las expectativas de sus padres.
  • Se sienten atrapados, asfixiados y frustrados en su rol, pero al mismo tiempo, pensar en abandonar esas obligaciones les hace sentir una gran culpa que les paraliza.

¿Qué pueden hacer los hijos ancla?

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Si sientes que tú o tus hijos están limitados a vivir sus vidas con libertad, no dudes en buscar ayuda profesional.

Si te has visto identificada en alguna de las anteriores situaciones es importante que tomes cartas en el asunto.

En primer lugar, replantéate la forma en que educas a tu hijo. ¿Le impides ir a una excursión por el miedo que tú sientes a que le pase algo? ¿Boicoteas sus oportunidades escolares o sociales porque estas implican que se aleje de ti y forme una vida propia? 

Los padres de los hijos ancla no tienen malas intenciones, no buscan dañar a los niños. Es solo que actúan de forma inconsciente, regidos por sus propios miedos. Por lo mismo, es fundamental que trabajes en tus temores y recuerdes que tu hijo no tiene la responsabilidad de cuidarte o de complacerte. Cuando culmines este trabajo podrás liberarle de ese dañino mandato.

Por otro parte, si tú misma te reconoces como una hija ancla, recuerda que esta no es una sentencia de por vida. Al tomar conciencia de lo que sucede, puedes revertir la situación. Trabaja la culpa, fomenta tu independencia y atrévete a volar a pesar del miedo y las exigencias familiares.

Los hijos ancla sufren profundamente, pues se les niega la oportunidad de vivir su vida. Son temerosos, frustrados, insatisfechos e infelices.

Estamos seguros de que esto no es lo que deseas para tus niños. Si crees que ellos forman parte de esta categoría, no dudes en buscar ayuda profesional para empezar a ofrecerles una infancia libre, en la que puedan desarrollarse plenamente y donde adquieran las herramientas para diseñar y vivir su propia vida.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Mercado, R. (2004). Historias de legados familiares, mandatos encubiertos y elecciones negociadas. Cuadernos de educación, (3). Disponible en: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/Cuadernos/article/view/681/644
  • Mercé, M., &  Soler, J. (2014). Ámame para que me pueda ir: Tender puentes entre padres e hijos a través de la Ecología Emocional (Vol. 2). Editorial AMAT.
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