Mi hijo está siempre enfadado, ¿qué hago?

Un niño que siempre está enfadado no solo será infeliz sino que además podrá experimentar dificultades sociales, escolares y familiares. ¿Sabes cómo ayudarlo?
Mi hijo está siempre enfadado, ¿qué hago?
Elena Sanz Martín

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz Martín.

Escrito por Elena Sanz Martín

Última actualización: 13 julio, 2021

Si tu hijo vive enfadado es probable que sea un poco susceptible, quisquilloso, o se ofenda ante el mínimo gesto. También es esperable que muestre una actitud “victimista” ante las dificultades que se le presentan y que tenga problemas para gestionar las emociones negativas.

Esto no solo lo convierte en una persona infeliz, sino que además puede afectar su rendimiento escolar, sus relaciones sociales y sus vínculos familiares.

Ante esta situación puedes sentir desesperanza, frustración o culpa, ya que mayoría de las veces no te resulta sencillo comprender qué le ocurre al pequeño ni identificar una buena forma de ayudarlo. Pero todavía hay algo que puedes hacer para acabar con este dilema y te lo contamos a continuación.

Comprende por qué tu hijo está siempre enfadado

Cuando los niños se muestran excesivamente irritables, muchos padres tienden a justificar sus actitudes atribuyéndole todo al carácter o a la personalidad del pequeño.

Si bien es cierto que muchas veces esto influye, el hecho de estar enfadado e infeliz la mayor parte del tiempo indica que existe algún problema de fondo en el niño.

El enojo puede ocultar otras emociones, como la tristeza, el miedo, la culpa, la vergüenza, la frustración o la insatisfacción. Llegar a la raíz de estas emociones resulta fundamental para poder ayudar al niño.

Puede que estas emociones ocultas deriven de algún evento estresante reciente, de problemas escolares o de un estilo de crianza inadecuado. La empatía y la comprensión son la única forma de mejorar el estado de ánimo del menor.

¿Cómo actuar si tu hijo está siempre enfadado?

Como padres tenemos una gran influencia sobre nuestros hijos. Al modificar nuestras actitudes o nuestro estilo de crianza podemos desencadenar muchos cambios deseables en los niños. Por esto es muy importante que nos plantemos algunos cambios nosotros, antes de pedírselos a ellos.

Refuerza su autoestima

Muchos niños irascibles, que tienden a ofenderse con facilidad, esconden en realidad una baja autoestima.

Si cada ante el más mínimo gesto, palabra, mirada o crítica tu hijo se enfada, es fundamenta intentar reforzar su autoconfianza. De este modo lo ayudarás a no será tan vulnerable al rechazo y a la opinión ajena.

Para lograr este objetivos primero debes analizar cómo son tus interacciones con él. ¿Eres demasiado exigente? ¿Sueles criticarlo, juzgarlo y señalarle sus errores todo el tiempo?

En caso de que la respuesta sea si, proponte un cambio: intenta mostrarte más compasiva, tolerante, amorosa y refuerza sus cualidades y virtudes. También prueba premiando sus logros, aunque sea con gestos. Hazlo sentir valioso y válido.

Fomenta una actitud positiva

Es necesario recordar que toda emoción va precedida de un pensamiento. De este modo, si tu hijo se enfada con facilidad, es probable que realice interpretaciones negativas y poco ajustadas de los eventos que acontecen en su día a día.

Fomentar el optimismo, la gratitud y la actitud positiva pueden ayudarlo a mirar la vida desde otro prisma. Si cambia lo que piensa, cambia lo que siente. En este sentido, enseñarle a tener un autodiálogo adecuado puede marcar la diferencia.

Trabaja su asertividad

El enfado generalmente surge cuando el niño se siente ofendido por otra persona. En estas circunstancias, ser capaz de comunicar su sentir resulta fundamental. Entonces es necesario enseñarle a expresarse de forma asertiva, es decir, de manera clara y respetuosa.

Esta vía de diálogo puede ayudarlo a sentirse escuchado, favorecer la comprensión por parte de los demás y mejorar su capacidad para resolver un conflicto. Los gritos, la agresividad o el aislamiento no funcionan y únicamente acrecientan y perpetúan el malestar.

Ayúdale a gestionar el enfado

Además de lo anterior, es importante que le ofrezcas a tu hijo herramientas de gestión emocional.

El enfado es un sentimiento totalmente válido que no debe reprimirse ni tratar de eliminarse, pues es lo que le permite al niño poner sus propios límites y expresar su disconformidad.

Sin embargo, lo que sí debe aprender es a exteriorizarlo y canalizarlo adecuadamente. Algunas técnicas útiles para esto son las siguientes:

  • Aprender técnicas de relajación, para controlar su activación.
  • Contar hasta 10 antes de reaccionar, para controlar el impulso.
  • Retirarse de la situación hasta estar calmado, para evitar conductas agresivas.

Vigila tus reacciones

Por último, es necesario que tengas en cuenta que el modo en que la madre reacciona al enfado infantil, determina la habilidad del niño para regular sus emociones.

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Si cada vez que tu hijo se disgusta cedes a todas sus peticiones y eliminas los límites para evitar confrontar, estrás reforzando esas conductas.

Pero, del mismo modo, si respondes al enfado de tu hijo con hostilidad, gritándole o ignorándolo, estarás dañándolo emocionalmente.

Lo más recomendable es escuchar sus razones y tratar de comprenderlas, validar sus emociones y mostrarle cómo canalizar esa emoción desde tu propia calma.

Acerca del enfado en los niños

En definitiva, el enfado permanente de los niños es una muestra de su insatisfacción e infelicidad y también un pedido de ayuda.

No caigas en el error de considerar que ese es su carácter y que simplemente es una persona malhumorada. Por el contrario, ayúdale a desarrollar una nueva actitud ante la vida ya que las emociones negativas sostenidas en el tiempo, pueden llegar a convertirse en un hábito muy desagradable para él.

No te olvides de que las conductas se pueden modificar, pero lo mejor es sentar las bases adecuadas desde la infancia.


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