Parte del trabajo de los padres consiste en otorgar herramientas a sus hijos para poder hacer frente a las distintas situaciones que encontrarán a lo largo de la vida. Y es que, si bien no podrán controlar siempre lo que les sucede, en todo momento podrán decidir cómo reaccionar ante ello, y ese será su gran poder. Por eso, es realmente importante enseñar a los niños a no tomarse nada personalmente.
Esta es una tarea que incluso a los adultos nos resulta complicada. Nos ofendemos ante las palabras o los actos de los demás y reaccionamos de manera desmesurada. Por ello, si queremos evitar trasladarles a nuestros hijos este tipo de comportamientos, hemos de empezar a hacernos conscientes de su importancia.
Miguel Ruiz, en su libro Los cuatro acuerdos, invita al lector a no tomarse nada personalmente, y afirma que este cambio de actitud será beneficioso para su vida personal y social. Del mismo modo, esta capacidad puede resultarles muy útil a nuestros niños y adolescentes por diversos motivos.
¿Por qué enseñar a tus hijos a no tomarse nada personalmente?
No es personal
En primer lugar, es necesario enseñar a los niños a no tomarse nada personalmente porque, en realidad, no es personal. Los comentarios y actos de una persona hablan de ella misma y no de aquel hacia quien los dirige.
Nadie puede dar lo que no tiene, de manera que todo lo que el otro haga o diga es únicamente un reflejo de su propio interior. Quien se siente amado ama; quien se siente feliz contribuye a la felicidad de los demás. Y, del mismo modo, quien está herido hiere y quien se siente inseguro atemoriza a otros.
Si un amigo traiciona a tu hijo, el niño debe comprender que eso habla de su amigo, de sus valores, pero no de él mismo. No debe cuestionarse qué hizo para merecerlo, por qué no fue suficientemente bueno o cómo pudo haberlo evitado. No es personal, no hay nada mal con él; los actos de los demás hablan de ellos.
Recuperan su poder
El autocontrol es una de las habilidades que los niños habrán de ir adquiriendo a lo largo de su crecimiento. En un primer momento, vencer sus impulsos, reflexionar o gestionar estados emocionales intensos son tareas que les costará gran trabajo. Sin embargo, enseñarles a actuar en lugar de reaccionar es un aprendizaje realmente valioso.
Cuando alguien realiza un comentario provocador o simplemente desagradable, incluso a los adultos nos cuesta no saltar a defendernos como un resorte.
En los niños y jóvenes es aún más común esa falta de reflexión, que puede llevarles a entrar en conflictos y discusiones con hermanos o compañeros. Por ello, es importante hacerles entender que, cuando reaccionamos, le estamos dando al otro el poder de decidir nuestros actos.
Tal vez tu hijo sea amable, comprensivo y educado, pero ante una provocación termina defendiéndose al mismo nivel que su contrincante. Es decir, ha caído en conductas que nunca habría realizado por sí mismo y con las que no está de acuerdo, pero que no ha podido evitar al sentirse ofendido.
Si los menores aprenden a no tomarse nada personalmente, podrán mantener la calma suficiente para decidir cómo quieren responder, en lugar de simplemente reaccionar de forma automática y desmesurada.
No tomarse nada personalmente protege su identidad
Especialmente con la llegada de la pubertad, los jóvenes comienzan a otorgar un gran valor a las opiniones y comentarios de sus iguales, algo que les deja vulnerables si su autoestima no es suficientemente sólida.
Es importante que entiendan que, si alguien les dice: “Estás demasiado delgado” o “Eres un aburrido” está hablando desde sus propias creencias y no necesariamente tiene razón. Si alguien le trata mal es a causa de la “maldad” del otro y no porque él lo merezca de ningún modo.
No podemos controlar los actos de los demás, pero sí podemos escoger qué hacer al respecto. Si alguien trata de darle un regalo a otra persona y esta lo rechaza, el regalo sigue perteneciendo a quien lo compró.
Lo mismo sucede con las críticas o los malos tratos: si no los aceptas, si comprendes que tienen que ver con el otro y no contigo, le seguirán perteneciendo a él. Ayudemos a los niños a comprender esto desde una edad temprana.
Bibliografía
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Ruiz, D. M., & Mills, J. (2010). Los cuatro acuerdos: una guía práctica para la libertad personal. Amber-Allen Publishing.
- de Franco, G. L. (2014). Cuatro acuerdos de convivencia para potenciar nuestro proyecto de vida. Experiencias Investigativas y Significativas, 1(1). http://experiencias.iejuliussieber.edu.co/index.php/Exp-inv/article/view/91/79