Hepatitis C en el embarazo

El virus de la hepatitis C es el responsable de la infección, la cual puede ser aguda o crónica. Por fortuna, los riesgos para la madre y el bebé de sufrir complicaciones durante el embarazo en una infección aguda son escasos.
Hepatitis C en el embarazo
Diego Pereira

Escrito y verificado por el médico Diego Pereira.

Última actualización: 27 julio, 2022

La hepatitis C en el embarazo es un problema de salud pública, a pesar de que las complicaciones se presentan en una escasa proporción de pacientes. Se trata de una infección viral con amplia distribución a nivel mundial y su transmisión es por vía sanguínea, en especial con la inyección de drogas ilícitas.

Si bien durante el embarazo no existe un mayor riesgo de desarrollar complicaciones, algunas embarazadas y bebés pueden experimentar dificultades adicionales como consecuencia de la infección crónica. Si te interesa saber un poco más sobre el tema, te invitamos a seguir leyendo.

¿Qué es la hepatitis C?

Como su nombre indica, la hepatitis C es una condición caracterizada por la inflamación del tejido hepático que, a la vez, es causada por el virus de la hepatitis C. Según una publicación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el virus puede causar una infección aguda o crónica, a pesar de que en la mayoría de los casos las personas afectadas son asintomáticas.

Esto último no implica que la enfermedad sea leve en todos los casos. De hecho, es una importante causa de cáncer hepático en aquellos que viven con una infección crónica, una población estimada en 71 millones de personas, según la OMS.

Hepatitis C.

A pesar de que la distribución del virus y la enfermedad es mundial, es más frecuente en algunas regiones de Europa y el Mediterráneo Oriental, en especial en los grupos de riesgo que tienden a usar drogas ilícitas inyectables.

Cómo se transmite

La sangre es el fluido a través del cual se transmite la enfermedad. Según un artículo de revisión científica publicado en la revista Offarm: farmacia y sociedad, las vías más frecuentes son las siguientes:

  • Transfusiones.
  • Hemodiálisis.
  • Adicción a drogas parenterales.
  • Trasplante de órganos.
  • Accidentes laborales en personal de salud.
  • Tatuajes, acupuntura y colocación de piercings.

Otra importante vía de transmisión es la vertical, es decir, aquella que se produce de madre a hijo durante el embarazo.

Según una publicación de la Federación Argentina de Sociedades de Ginecología y Obstetricia, en los Estados Unidos entre el 1 y el 2,5 % de las mujeres embarazadas están infectadas. Esto aumenta de forma considerable el riesgo de transmisión vertical.

¿Cómo saber si tengo hepatitis C?

Desde un punto de vista clínico, la mayor parte de las pacientes son asintomáticas, en especial en infecciones agudas. Cuando se presentan síntomas, siempre es después del periodo de incubación del virus, que puede oscilar entre 2 semanas y 6 meses. Los más frecuentes son los siguientes:

  • Coloración amarillenta de la piel (ictericia).
  • Pérdida del apetito.
  • Náuseas y vómitos.
  • Dolor abdominal, en especial en la parte superior y derecha (hipocondrio derecho).
  • Fiebre.
  • Orinas oscuras.
  • Heces pálidas o claras.

En caso de presentar cualquiera de estos síntomas, es importante acudir al médico lo antes posible para que se realice el diagnóstico de hepatitis C. De todas maneras, en algunos países es recomendable la realización de pruebas periódicas, en especial durante los controles prenatales.

Estos estudios diagnósticos incluyen análisis de sangre, que consisten en pruebas serológicas que determinan la cantidad de anticuerpos contra el virus en la sangre. En caso de que estos se encuentren elevados, existe una prueba confirmatoria que determina la presencia del material genético del virus en la sangre.

Si este último estudio es positivo y los médicos requieren evaluar la gravedad del daño hepático, pueden solicitar una elastografía por resonancia magnética, una elastografía transitoria o una biopsia hepática. Así lo describen los expertos de la Clínica Mayo en una publicación.

Tratamiento de la hepatitis C y embarazo

El tratamiento durante el embarazo varía en función de los síntomas y el grado de deterioro hepático. Según una publicación en la Revista de Gastroenterología del Perú, la terapia en estos casos tiene varios objetivos:

“Los cuidados obstétricos de las mujeres infectadas con VHC tienen como objetivo limitar un ulterior daño hepático, controlar las consecuencias del establecimiento de enfermedades hepáticas en el curso del embarazo y reducir las posibilidades de transmisión madre-hijo”.

Por tal motivo, el simple hecho de evitar cualquier medicamento hepatotóxico puede servir para prevenir complicaciones de la infección. Aquellas mujeres con cirrosis hepática (una de las consecuencias de la hepatitis crónica) pueden experimentar bastantes dificultades que requieran tratamientos de emergencia.

Estos últimos incluyen fármacos para evitar la coagulación e incluso intervenciones endoscópicas o quirúrgicas para tratar las varices susceptibles de provocar hemorragias internas.

Hepatitis C y embarazo: cómo te afecta a ti y al bebé

Muchas mujeres pueden pasar por el embarazo sin saber que padecen hepatitis C. El riesgo de desarrollar complicaciones es escaso, pero en ciertas personas predisponentes la infección crónica puede evolucionar a cirrosis hepática y cáncer, según las publicaciones antes citadas.

Mujer con los ojos amarillos por hepatitis C.

Si bien la transmisión vertical del virus es una posibilidad, hasta el momento no hay evidencia que sugiera que las cesáreas electivas o la interrupción de la lactancia disminuyan la posibilidad de infección del bebé.

Un estudio titulado Transmisión del virus de la hepatitis C al recién nacido describe que las mayores probabilidades de infección son durante el parto, sin diferencias significativas entre la cesárea y la vía natural. Además, la coinfección con VIH parece aumentar los riesgos de transmisión.

La infección crónica por el virus de la hepatitis C no provoca riesgos adicionales durante el embarazo, según un trabajo publicado en Gastroenterología y Hepatología. Si la madre está en condiciones clínicas estables, el mayor problema que puede suceder es la infección del bebé por las vías ya mencionadas.

En dicho caso, si bien la infección aguda puede generar síntomas de alarma, es la escasa posibilidad de una infección crónica lo que más repercusión puede tener sobre la salud de los niños. Para ello, las evaluaciones médicas periódicas son fundamentales.

El control médico es fundamental

A pesar de que en la gran mayoría de los casos la hepatitis C no ocasiona problemas de salud considerables, debe tenerse en cuenta que es una enfermedad con potencial de desarrollar complicaciones.

Por tal motivo, acceder a las pruebas de tamizaje locales o acudir al médico en caso de presentar cualquiera de los síntomas es importante para obtener un diagnóstico precoz y un tratamiento oportuno.


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