Es común que los padres se pregunten si usar flúor en los niños es seguro y conveniente. Es lógico plantearse si existen riesgos, cuál es la concentración indicada y cómo se debe administrar en los pequeños.
Puede que la confusión y las dudas aparezcan porque hace algunos años la Asociación Dental Americana (ADA) recomendaba no usar flúor antes de los 2 años de edad o hasta que el niño supiese escupir. Pero en la actualidad, desde 2014, la misma asociación, después de revisiones e investigaciones, sugiere comenzar a utilizarlo en baja cantidad tan pronto como aparecen los dientes.
En las siguientes líneas te contamos qué es el flúor y por qué es beneficioso para prevenir la aparición de las caries. También te aclaramos cuáles son sus riesgos y la manera indicada para utilizarlo en los niños.
¿Qué es el flúor?
El flúor es un elemento químico presente en la naturaleza. Se encuentra en el suelo, el aire y el agua. Su concentración en esta última depende del origen de la misma.
Además, se puede hallar en pequeñas cantidades en algunos alimentos como pescados azules, verduras (coles y espinacas), frutas (uvas), cereales (trigo y arroz) y en el té negro.
Este mineral es muy útil en la boca por su efectividad en la prevención de las caries. Al combinarse con el esmalte dental, la hidroxiapatita que compone los dientes se transforma en fluorapatita. Este es un material mucho más resistente frente a la acción de los ácidos bacterianos.
¿Por qué usar flúor en los niños?
El flúor en los niños cumple una importante función en el fortalecimiento de sus dientes y huesos. Como ya mencionamos, mejora la calidad y la resistencia del esmalte frente a la acción de los ácidos que producen las bacterias de la boca. Así, es capaz de prevenir la aparición de las caries e incluso tratar los primeros signos de esta enfermedad.
La caries dental es una de las enfermedades más frecuentes en la niñez. Es una afección multifactorial en la que las bacterias de la boca, combinadas a otros factores alimenticios, sociales y características individuales de la persona, producen ácidos que quitan minerales de los elementos dentarios.
La eliminación de estas bacterias de manera mecánica, con el cepillado dental, es fundamental para la prevención de la enfermedad. De todos modos, está comprobado que la utilización de fluoruros en la boca disminuye el riesgo de caries.
Su acción consiste en, por un lado, inhibir o retardar la desmineralización del esmalte y, por otro lado, favorecer la remineralización cuando ya hubo pérdida de cristales. Además, su presencia en el medio bucal disminuye la proliferación bacteriana.
¿Cómo usar el flúor en los niños?
El flúor puede incorporarse en la boca de dos maneras principales. Por vía sistémica, que es a través de la ingesta de algún producto que contiene el mineral, y por vía tópica, que es la que se aplica directamente en la cavidad bucal.
Vía sistémica
Aquí el flúor ingresa al organismo a través de la ingesta de alimentos o del agua de bebida. Es absorbido por la mucosa digestiva, pasa al torrente sanguíneo y es distribuido a los tejidos, depositándose sobre todo en huesos y dientes.
La manera más común de incorporar el flúor por esta vía es a través del agua de consumo. Es necesario conocer que la misma tenga una concentración óptima y segura (0,7 a 1,2 miligramos por litro), pues niveles más altos pueden ser tóxicos y niveles más bajos pueden requerir el uso de suplementos en pacientes con alto riesgo de caries.
En general, el agua de la red pública, la que sale del grifo, contiene los niveles óptimos de flúor y son seguras para la población.
La acción del flúor en los niños por vía sistémica sucede en el periodo preeruptivo, es decir, cuando los dientes aún se están formando dentro del hueso. Su disponibilidad durante la formación de las piezas dentarias es conveniente, pero su efecto en la prevención de caries es menor que la vía tópica.
Vía tópica
Aquí el flúor se aplica de manera directa sobre las piezas dentarias ya erupcionadas, siendo más efectivo cuando el diente recién sale por ser más poroso y poder incorporar mejor el mineral. Incluye a las pastas dentífricas, los colutorios y los geles y barnices que usan los odontólogos en el consultorio.
La pasta dental fluorada es la que utilizan los padres en sus hogares con sus niños. Lo importante de las mismas es que se preste atención a que la concentración de flúor que contienen sea la apropiada para la edad del pequeño.
La ADA recomienda que la concentración de flúor en las pastas dentales para niños de 0 a 3 años sea de 500 partes por millón (ppm), de 3 a 6 años de 1000 ppm y para mayores de 6 años de 1500-2000 ppm. Como aquí el contenido del mineral es mayor, se debe cuidar la dosis de pasta que se coloca en el cepillo de los niños e intentar que no la traguen.
Como ya mencionamos, en la actualidad se considera oportuno comenzar con la higiene dental con pasta fluorada tan pronto erupcionen las piezas dentarias. Se coloca solo una mancha de pasta en el cepillo (menor a un grano de arroz) y se limpia con pasta no más de dos veces diarias. Inclinar la cabeza del bebé ligeramente hacia abajo ayuda a que la pasta y la saliva caigan y no se trague tanto producto.
A partir de los 3 años la dosis es del tamaño de un guisante y se debe alentar a los pequeños a escupir la pasta y no tragarla. Esta es la edad en que empiezan a aprender a expectorar. El cepillado lo deben realizar los adultos hasta los 6 o 7 años y luego supervisarlo.
Otros productos con flúor para los niños
Con respecto a los enjuagues con flúor, será el odontólogo quien los indique según el riesgo de caries del pequeño. En general, no se usan antes de los 6 años de edad, ya que es necesario que el niño pueda escupir bien.
Los geles y barnices que mencionamos son de uso profesional, en el consultorio odontológico, y será el dentista quien los coloque según la necesidad de cada caso. Es común realizar topicaciones con flúor en las piezas dentarias permanentes recién erupcionadas.
Riesgos del flúor en los niños
El uso habitual de flúor no supone un riesgo para la salud humana. Su peligro asociado más común es la fluorosis dental, aunque no es tan usual.
Esta afección aparece por el consumo excesivo de flúor en el periodo de formación de las piezas dentarias. Es decir que, a partir de los 8 años, después de que las piezas aparecen en la boca, el riesgo desaparece.
La fluorosis está asociada al uso de aguas con alto contenido del mineral que no se analiza, sucediendo de manera endémica. Su riesgo por el uso de productos dentales de manera tópica es menor, salvo alguna ingesta excesiva de manera accidental.
Se ve como manchas blancas, amarillas o marrones sobre la superficie del diente, dependiendo del grado de la afección. No suele afectar la función de los dientes ni causa dolor; solo se altera el aspecto.
Para disminuir el riesgo de fluorosis dental, es importante averiguar los niveles de flúor en las aguas de consumo. También utilizar una pasta dental con la concentración del mineral adecuada para la edad del niño y poner solo la cantidad recomendada.
Enseñar al pequeño a escupir y no tragar la pasta también es de utilidad. El cepillado dental hasta los 6 años lo debe realizar el adulto y luego debe ser supervisado. Es adecuado dejar el producto fuera del alcance de los infantes.
Que el pequeño trague una pequeña porción de pasta no supone ningún problema. Si la cantidad que se coloca es mayor y el niño la ingiere o come pasta de dientes por un descuido, puede haber malestar estomacal.
En estos casos se debe consultar al pediatra o llamar al control de intoxicaciones para estar seguros. Se recomienda darles de beber leche, pues el calcio se une al flúor en el estómago.
Los beneficios del flúor son mayores que los riesgos
La utilización del flúor en los niños otorga un gran beneficio para prevenir la aparición de las caries, un mal muy frecuente en la boca de los pequeños. La clave está en lograr un equilibrio entre dar la cantidad suficiente para evitar problemas dentales y no suministrarlo en exceso para no producir otros daños. La pasta dental con flúor usada de manera correcta es segura.
Ante cualquier duda respecto al uso de flúor en los niños, lo mejor es siempre consultar al odontólogo de confianza. El profesional evaluará el riesgo de caries y podrá dar el asesoramiento adecuado para cada caso clínico en particular.
Si se prefiere usar pastas dentales sin flúor, es necesario conocer que la misma solo ayuda a limpiar los dientes y dejar una sensación y sabor agradable en la boca. Pero no protege de las caries de la misma manera que lo hacen los productos con flúor.
Más allá de la decisión que se tome, siempre es importante cepillar la boca de los pequeños para asegurar la eliminación de la placa bacteriana. Otro aspecto importante es consultar con frecuencia al odontólogo. Las visitas cada seis meses permiten detectar cualquier problema a tiempo y actuar de manera temprana.
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