Decir que los niños son crueles es una costumbre histórica, en este particular suele hacerse esta afirmación debido a la espontaneidad con que se expresan ante situaciones que un adulto trataría con más prudencia.
Un niño, no necesariamente tiene que ser mal portado para hacerle ver sus defectos a otros niños o a cualquier adulto, se trata simplemente de la sinceridad con que hacen comentarios acerca de lo que están viendo realmente.
No obstante, si bien es cierto que existen niños con conductas difíciles, también hay adultos que no manejan términos apropiados para referirse a ellos. Es probable que como padres nos resulte difícil aceptar que tenemos un hijo con estas características pero lo más recomendable sería aprender a reconocerlo y tratarlo; decir que son crueles es una manera injusta de definirlos.
La etiqueta de crueles se la han ganado los niños por la imprudencia o la falta de diplomacia que muchas veces los caracteriza, sin embargo el término “cruel” para designar a un niño también es cruel. No es justo decir que los niños son crueles porque no lo son, en todo caso, si cometen un impudencia se debe a que los adultos no hemos ofrecido la educación adecuada.
¿No son crueles los niños? ¿Qué es lo justo?
Las etiquetas pueden afectar mucho la autoestima de los niños, sin embargo, esta marca de crueldad no suele decirse a ellos directamente para agredirlos. En este particular, hablamos de una expresión común en los adultos para definir cierto comportamiento de los pequeños, por ninguna razón deberíamos llegar a decírselo a manera de reproche.
Por otro lado, no recibe mucha justicia la persona ante la cual el niño sufre un ataque de imprudencia, pues si se trata de otro niño, este puede verse afectado negativamente por cómo lo han hecho sentir. Si se trata de un adulto, no debería ser tan grave, porque este sabría que es cierto y que es solo un niño, sin embargo, no quiere decir que no sea motivo de vergüenza.
Lo justo sería enseñar a los niños a respetar a los demás sin importar sus rasgos particulares y por sobre todo a evitar hacer comentarios acerca de las personas en voz alta o frente ellos. Por consiguiente, para evitar la imprudencia de los niños, es fundamental la educación que se imparte en casa, el aprendizaje de valores y su aplicación.
Es conveniente saber que hasta los seis años aproximadamente, los niños no han aprendido a ponerse en la posición de la otra persona, es decir, no saben que algo que digamos puede lastimar a los demás. Por tal razón es importante que les enseñemos con el ejemplo, ayudándolos a comprender que hay palabras que nos pueden afectar.
Cuando los niños son crueles
Así como hay niños que dicen cosas hirientes por imprudencia o desconocimiento, también hay los que disfrutan con hacer sentir mal a los demás; estos son los que llamamos acosadores o bully.
Un niño que se aprovecha de la incomodidad y el dolor ajeno como herramienta de juego, podría llamarse justamente cruel; sin embargo, como lo dicho anteriormente, es un problema de educación.
El amor se puede demostrar de muchas maneras cuando se es padre, por eso es preferible disciplinarlos oportunamente a vernos en la posición de tener un niño agresor que llegue a afectar las emociones de otros niños. Es posible que su actitud tenga que ver con una carencia personal, por lo cual es responsabilidad de los padres intervenir a tiempo.
Hay niños que son más traviesos que otros, por lo que derrochan más energía y demandan más atención, es nuestra responsabilidad cuidar de ellos y aprovechar esa energía para desarrollar su creatividad y orientarlos a pensamientos positivos. Los niños con temperamentos fuertes necesitan que sus padres sean una figura amable pero con carácter, que mantengan su palabra y den ejemplos claros de cómo quieren que sea su comportamiento.
¿Por qué los niños son crueles?
Hay varios factores que inciden en una actitud cruel en los niños, los cuales tienen su origen en el hogar o las relaciones interpersonales; entre los principales tenemos:
- Agresividad. Un niño tratado con agresividad suele practicar lo que aprende en casa y dar lo que recibe, a menudo utilizará un lenguaje ofensivo y grosero cuando esté irritado, un niño agresivo suele enojarse con facilidad.
- Violencia. Si un niño es agredido de manera física, psicológica o de cualquier índole se puede esperar que este quiera agredir a los demás utilizando esto como mecanismo de defensa o simplemente para desquitarse por lo que vive a diario, por lo que quizá optará por resolverlo todo a golpes o a gritos.
- Falta de atención adecuada. Esta tercera suele ser uno de los casos más frecuentes, pues se trata de un comportamiento derivado de una necesidad en el hogar. Querer atraer la atención de sus padres o intentar demostrar que no necesita el apoyo de nadie para hacer valer su voluntad.