Los niños, como seres humanos en pleno desarrollo, son curiosos por naturaleza. Se dice que son como pequeñas esponjas deseosas de conocer cuanto les rodea. Ahora bien, si ven las letras de los cuentos y quieren saber qué significan, ¿es bueno que aprendan a leer antes de los 6 años? ¿O es mejor que hasta esa edad se centren en los dibujos y las narraciones orales de los adultos?
Es común ver a madres y padres que se sienten orgullosas porque sus pequeños dejan de hacerse pipí en el pañal muy pronto o aprenden las vocales con pocos años. Ahora bien, esto no es intrínsecamente bueno, sobre todo cuando resulta forzado por parte de los adultos y de aprendizaje forzoso por parte de los niños.
En el caso del aprendizaje de la lectura, hay contradicciones. Ni siquiera existe una ley no escrita que implique que los niños comiencen a leer a cierta edad. Los chicos ingleses lo hacen con 5 años, los chinos con 3 y los finlandeses a los 7.
Cabe pensarse qué edad es la buena, por eso destaca el sistema finlandés. Empiezan muy tarde a leer y a escribir. Sin embargo, educativamente es uno de los países más avanzados del mundo. ¿Tal vez sea por la libertad que les permiten a los pequeños para que se vayan desarrollando según sus necesidades e intereses particulares?
¿Por qué tal vez no sea bueno que los niños aprendan a leer antes de los 6 años?
Hay cierto consenso entre padres y educadores en el hecho de que no siempre es positivo que los niños aprendan a leer antes de los 6 años. Es más, antes de esa edad, los pequeños no han desarrollado las habilidades específicas para enfrentar este aprendizaje.
Recordemos que, para aprender a leer y escribir, antes hay que desarrollar habilidades motrices, tanto finas como gruesas. Primero, moveremos los brazos, luego, los dedos. Y, así, una vez tenemos la capacidad, podremos manejar el lápiz con soltura y con capacidad de dirigirlo a voluntad.
Sin embargo, si un niño que no está preparado para leer o escribir es obligado antes de tiempo, puede sentir frustración, incluso angustia. Es más, podría confundir al adulto (padre, madre, docente…), que tal vez piense que tiene algún problema de aprendizaje.
Pero no es así. La etapa infantil es un momento para que los pequeños aprendan a escribir y leer cuando estén preparados. Por eso, es más útil fomentar su creatividad y sus ansias de descubrimiento que obligarlos a leer o escribir antes de tiempo.
Las consecuencias
Se considera que si se adelanta el momento de un aprendizaje, la lectura en este caso, se puede provocar rechazo en el niño, incluso un bloqueo que frenaría su crecimiento y desarrollo natural.
Acelerar este proceso también puede provocar un mal aprendizaje, por lo que el niño escribirá con faltas de ortografía y leerá con poca atención, con sentimiento de rechazo e incluso con baja autoestima, pues podría verse en inferioridad respecto a otros niños que sí escriben y leen ya, pues tal vez aprenden más rápido o sienten más curiosidad por esta labor.
Asimismo, podemos provocar otras situaciones indeseadas. Por ejemplo, que el pequeño sufra ansiedad ante el desafío o por miedo a no hacerlo bien. Incluso podría ser que termine por perder el interés en leer y escribir si no le interesa o lo ve demasiado difícil.
Y es que el aprendizaje es una especie de camino que comienza al nacer. No obstante, cada individuo tiene su propio ritmo. Por eso, es conveniente que, en lugar de exigirle un aprendizaje concreto, lo incentivemos para que vaya sintiendo curiosidad por las cosas, como el deporte, el dibujo, la escritura y la lectura, etc. Pero, eso sí, todo a su debido tiempo, a su ritmo, en consonancia con las particularidades del pequeño.
“Algunos libros son probados, otros devorados, poquísimos masticados y digeridos”.
-Sir Francis Bacon-
En lo que a leer antes de los 6 años respecta…
Si dejamos que los niños sigan su ritmo de aprendizaje, sin obligarles a que aprendan a leer antes de los 6 años, por ejemplo, tal vez algún día, como dice Sir Francis Bacon, puedan masticar y digerir un buen libro sabiendo y comprendiendo qué es exactamente lo que acaban de leer. Y es que, el hecho de que no solo lean, sino que disfruten de la lectura, debería preocuparnos más que el que sepan hacerlo antes de tiempo.
Bibliografía
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- Bigas, M. Correig, M. (2000). Didáctica de la lengua en educación infantil. Madrid: Síntesis.