Enseña a tu hijo la satisfacción de ayudar a otros

Es importante enseñar a los niños desde que son bien pequeños a ser solidarios con los demás, puesto que la satisfacción de ayudar a otros, ¡no tiene precio!
Enseña a tu hijo la satisfacción de ayudar a otros
María José Roldán

Revisado y aprobado por la psicopedagoga María José Roldán.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 19 febrero, 2020

Es difícil describir la satisfacción de ser solidarios si no lo hemos sido; esta sensación que surge al ayudar a los demás no se puede comparar con otra cosa, porque es el producto de una conexión espiritual entre personas. Si queremos que nuestros hijos sean felices, debemos enseñarles solidaridad, pues es una técnica infalible para sentirnos mejor con nosotros mismos.

Aunque se define como ayudar a los demás, los más beneficiados de las acciones solidarias son quienes las ejecutan. Pese a que muchas veces los desagradecidos nos coaccionan para ser menos generosos, no debemos dejar de intentar ayudar a los demás y poder sentir la satisfacción de hacerlo.

La maravilla de ser solidario

A veces podemos llegar a creer que algunas personas no necesitan de nuestra ayuda, y de hecho, esa misma persona puede creer que así es; pero nunca debemos detenernos cuando es nuestra voluntad ser solidarios. Esta es una premisa que estamos obligados a compartir con nuestros hijos, porque necesitan saberlo para estar preparados para el futuro.

Sin haberlo previsto, muchos padres terminan criando hijos egoístas. Una de las principales razones es que no han sido el mejor ejemplo en estos casos. La primera recomendación que hacemos a los padres, es que enseñen a sus hijos que ayudar a los demás es una satisfacción y no una obligación.

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Ser totalmente sinceros con la ayuda que otorgamos a nuestros semejantes es el principal elemento a considerar para conseguir una satisfacción personal, porque nunca genera buenos resultados hacer las cosas por obligación. También es muy importante que nuestras acciones sean motivadas por nuestro propio interés y no para complacer a otros, aún cuando creamos que esto significa ser solidarios.

¿Cómo enseñar a los niños el valor de la solidaridad?

Para enseñar a los niños a que cultiven este hermoso valor, es preciso que toda la familia ponga su granito de arena, promoviendo la colaboración de unos con otros en cualquier pequeña tarea sirve de ejemplo para que estos comiencen a ser considerados. Otros hábitos saludables que se pueden practicar están orientados a las siguientes recomendaciones:

  • La solidaridad comienza en casa, por eso hay que observar el comportamiento social de nuestros hijos para poder actuar. La relación con los hermanos es muy útil. Por ejemplo, observar la disposición de regalar a su hermano menor una ropa que no le quede.
  • Promover actos solidarios en la familia, es un ejemplo muy práctico. Si sabemos que algún familiar tiene una necesidad, vamos a motivarlos para buscar una solución.
  • Algo muy importante es decirles lo que estamos haciendo; no vale de mucho ayudar a alguien y no aprovechar para comentarles a los niños lo bonito que es hacer el bien.
  • Planificar una ayuda con la finalidad de darles el ejemplo resulta productivo si lo hacemos con el corazón. Para ello es preciso que exista una necesidad real en la persona que estamos ayudando.
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¿Qué más debes recordar?

Es recomendable crear un espacio para la solidaridad que sea simulado, esto puede ser de utilidad para evaluar la reacción de nuestros hijos ante un gesto generoso. Ofrecer uno de sus juguetes a alguien para ver cómo responde al gesto, nos puede dar una noción de qué tan desarrollado está su espíritu solidario.

Es posible enseñar a los niños la satisfacción de ayudar a otros, pero lo más importante es que de hecho sientan deleite en hacerlo. Cuesta creer que por razones de personalidad, un niño no pueda llegar aprender este valor, pero siempre debe haber un esfuerzo para que estén motivados en hacer el bien.

Si por casualidad notáramos que nuestros hijos no son muy dados a solidarizarse con causas ajenas, es preciso esforzarse mucho más. Los niños toman en modelo de los padres, por eso la intervención debe comenzar por observarnos nosotros mismos.

Recuerda que una vez que el niño sienta la satisfacción de ayudar, no será necesario insistir en eso, queda de nuestra parte regular su hábito, porque en ciertos casos se puede exagerar con las conductas solidarias.

Ningún exceso es bueno, por eso aunque ayudar es una satisfacción, siempre debe haber tiempo para nosotros y nuestra familia. Esto quiere decir, que aunque ayudar siempre sea algo positivo, no debemos olvidarnos a nosotros mismos, y que uno mismo siempre debe ser una prioridad.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.