El uso de metodologías de apoyo a la inclusión

El uso de metodologías de apoyo a la inclusión es esencial para conseguir que los niños acepten, respeten y apoyen la diversidad.
El uso de metodologías de apoyo a la inclusión
Ana Couñago

Escrito y verificado por la psicóloga Ana Couñago.

Última actualización: 09 julio, 2020

La puesta en marcha de metodologías de apoyo a la inclusión en la escuela es el primer paso para aumentar el respeto a la diversidad en la sociedad, puesto que en un contexto educativo inclusivo se enseña a los niños desde pequeños a convivir, aprender, comprender, comunicar y relacionarse con todo tipo de personas, independientemente de las características y necesidades de estas.

Así, la implementación de dichas metodologías educativas conlleva una serie de implicaciones y repercusiones en el alumnado, en las familias y en el profesorado de los colegios.

El uso de metodologías de apoyo a la inclusión

El alumnado es el principal colectivo al que influye directamente la implementación en la escuela de una metodología inclusiva. Para lograrlo, es importante permitir a los estudiantes:

  • Acceder al centro educativo sin ser segregado a otros colegios por sus características o necesidades.
  • Acceder sin restricción a determinados espacios, recursos y posibilidades educativas.

Además, el centro escolar debe reconocer la diversidad, de forma que los niños aprendan una serie de valores relacionados con la ética de:

  • La justicia. Querer para los demás lo mismo que uno desea para sí mismo.
  • El cuidado. Preocuparse por aquellas personas más vulnerables.
  • La crítica. Reconocer y ayudar a superar las barreras que limitan las aspiraciones propias y de los demás.
  • La responsabilidad.
    El uso de metodologías de apoyo a la inclusión.

Así, los alumnos deben basarse en estos valores y mostrarse abiertos a colaborar en las propuestas que planteen los profesores, mostrando una actitud participativa y activa en el proceso de aprendizaje.

Por tanto, se debe crear en el aula una dinámica de colaboración y cooperación entre los pequeños en la que se fomente el trabajo en grupos heterogéneos. De este modo, los propios compañeros se convierten en recursos activos de apoyo y aprendizaje para el resto.

El profesorado en el uso de las metodologías de apoyo a la inclusión

Para que se produzcan estas prácticas inclusivas, son condiciones necesarias la formación del profesorado y su desarrollo profesional, por lo que los docentes deben estar capacitados para enseñar a todo tipo de niños, de manera que comprendan cómo aprenden sus alumnos y cuál es la mejor forma de enseñarles.

Por tanto, el profesorado debe valorar las capacidades y características de todos los estudiantes, especialmente de aquellos con necesidades específicas de apoyo educativo. Así, deben informarse sobre las metodologías de apoyo a la inclusión existentes y seleccionar las que mejor se adapten a las circunstancias de la clase.

Además, es preciso que dichas metodologías sean planificadas de tal manera que todos puedan participar activamente en su propio aprendizaje. Asimismo, para conseguir unos resultados positivos, es preciso que los maestros adopten tres medidas esenciales:

  • Planificar cada actividad cuidadosamente.
  • Dar al alumnado oportunidades de cooperación.
  • Estar supervisando las tareas grupales desde una cierta distancia, asumiendo el papel de guías.

Pero, para que todo lo anteriormente mencionado funcione, es necesario que el centro cuente con un equipo que crea en la inclusión educativa, y que exista una buena organización y coordinación entre ellos, siendo de especial importancia el liderazgo que asume el director del centro.

El uso de metodologías de apoyo a la inclusión.

La familia en la educación inclusiva

Además, el colegio debe encargarse de mantener con las familias del alumnado una comunicación fluida, basada en la escucha y en el respeto mutuo. Es fundamental que se sientan acogidos y valorados, que formen parte de las decisiones y de las actividades. Pero también de las preocupaciones del centro, que puedan implicarse y ser un apoyo, en la medida de sus posibilidades, al centro y al aula.

Por tanto, es primordial hablar e identificar los puntos de acuerdo y desacuerdo en las prácticas educativas para que se pueda potenciar la colaboración de la familia y favorecer la confianza. En definitiva, el hecho de implementar en un centro educativo metodologías de apoyo a la inclusión lleva consigo una serie de compromisos por parte de:

  • Los alumnos.
  • Las familias.
  • Los profesores.

Así, se puede decir que, la cultura inclusiva que se debe defender y aplicar en las escuelas es aquella en la que se valora:

  • La igualdad entre todo el alumnado.
  • El respeto a las diferencias.
  • La participación de los padres.
  • La presencia activa del alumnado en el proceso de aprendizaje.

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