El lenguaje del núcleo familiar

Decía Epícteto que tenemos dos orejas y un boca para poder escuchar tanto como hablamos. Comunicarnos con nuestros hijos, familiares y amigos va mucho más allá de decir lo primero que se nos viene a la cabeza, implica saber escuchar y, sobre todo, no hacer daño.

El lenguaje del núcleo familiar es aquel que utilizamos para comunicarnos con nuestros hijos y familiares que forman parte de nuestro hogar. Este tipo de lenguaje tiene una gran importancia en el día a día de cada uno de los miembros del núcleo familiar y determina gran parte del tipo de relaciones tanto en el presente como en el futuro.

¿Por qué es importante el lenguaje del núcleo familiar?

Si un padre o una madre le llama a su hijo “tonto; llorón; lento; torpe”, etc., esta acción devendrá en una forma de maltrato. Tanto si se ha equivocado como en el caso contrario, la descalificación es totalmente innecesaria y, si al caso vamos, infructuosa.

Lo mismo ocurre si, al comunicarnos con nuestra pareja, delante de los niños, se incide constantemente en la descalificación. Incluso si ambos están riendo, no es saludable que se insulten el uno al otro. 
Las relaciones interpersonales se resienten cuando se hace uso de adjetivos descalificativos: “tonto, estúpido, idiota, flojo” y afines, independientemente de cuál sea el tono y el mensaje final. Y aunque parezca una cuestión sin mucha importancia, en realidad tiene un gran impacto en la salud emocional de todos.

Muchas veces, en el hogar, se hace uso de un lenguaje que no necesariamente es el más respetuoso, ni mucho menos afectuoso.

La calidad del lenguaje del núcleo familiar

Detengámonos por un momento y pensemos: ¿Realmente es necesario descalificar al niño cada vez que nos dirigimos a él? ¿Qué aporte conlleva el hecho de que lo llamemos de esta u otra forma para denigrarlo o burlarnos de él? A excepción de vergüenza y dolor emocional, la descalificación no es una estrategia de enseñanza adecuada.

Hablar en casa sobre los temas familiares refuerza las relaciones.
El castigo verbal no brinda resultados ni aporta mejoras reales a nuestras vidas. Al contrario, solo consigue infundir temor, ahondar las inseguridades y abrir una brecha en las relaciones desde temprana edad. Y, a pesar de que esto pueda no apreciarse fácilmente a simple vista, sí ocurre.
El lenguaje familiar no debe basarse en insultos. Ni siquiera “de broma”. Debe basarse en el afecto y todos aquellos aspectos positivos de los que somos capaces los seres humanos al expresarnos. Nadie nace aprendido y todos necesitamos afecto. Especialmente cuando se nos corrige u orienta en algo que nos cuesta.

El lenguaje familiar debe cuidarse siempre porque influye significativamente en nuestras relaciones y determina gran parte de lo que será el día de mañana.

Las palabras con doble sentido como “diablillo” o “trasto” llevan implícito un tipo de mensaje que, inconscientemente, les envía un doble mensaje a los niños. Por un lado se les reprende y, por el otro, se intenta suavizar (mediante el diminutivo) la reprimenda.

El lenguaje peyorativo no suma, resta

La descalificación no debe convertirse en una metodología para criar a los hijos ni en un estilo de vida. Ciertamente, los seres humanos no somos perfectos y puede ser difícil manejar ciertas emociones en determinados contextos. No obstante, sí somos seres perfectibles; es decir, capaces de mejorar para encontrar el bien común.

El lenguaje peyorativo puede empeorar las situaciones poco favorables, por lo tanto, no suma, sino resta. Promueve el insulto, el prejuicio, la discriminación, las rivalidades, los desaires y los perjuicios en general.

Si los niños adquieren un vocabulario derivado de este tipo de lenguaje, tendrán problemas con su entorno e interactuarán de una forma inapropiada, lo cual generará relaciones deficientes.

En estos casos lo importante es saber corregir a tiempo y, sobre todo, dar un buen ejemplo. De nada sirve que riñamos al niño por emplear una mala palabra o una expresión negativa si nosotros las vamos a emplear por nuestra cuenta en su presencia. Hay que ser consecuentes con nuestras acciones.

Tips para hacer buen uso del lenguaje del núcleo familiar

En primer lugar, lo ideal es evitar un mal uso del lenguaje del núcleo familiar. Los insultos, las amenazas y cualquier otra forma de castigo o maltrato verbal no deben utilizarse. No obstante, si ya ha ocurrido y queremos solventarlo, lo más recomendable es aplicar las siguientes estrategias y mantenerlas en el tiempo.

Por supuesto, si estas resultasen difíciles o no brindan resultados, es necesario consultar con un psicólogo familiar o un psicoterapeuta. Ambos profesionales podrán orientarnos mejor en el proceso e indicarnos cuáles son las herramientas adecuadas y cómo deben aplicarse para lograr los objetivos deseados.

El lenguaje del núcleo familiar debe ser cuidado día a día.

Para hacer un buen uso del lenguaje del núcleo familiar es necesario:

  • Eliminar los descalificativos inmediatamente. Con nuestra pareja, hijos, familiares y demás. Cada vez que sintamos el impulso de decir alguno, debemos detenernos un instante y pensar en las consecuencias que traerá nuestra forma de expresarnos.
  • Aprender a respirar profundamente antes de hablar (no se trata de una frase cliché, sino de una estrategia poderosa si aprendemos a utilizarla en nuestro día a día).
  • Procurar reemplazar las expresiones de maltrato con afecto. No necesitamos ser los más empalagosos pero sí debemos habituarnos a expresar más las emociones y sentimientos positivos, ya que estos sí suman beneficios para todos.
  • Recordar que, el día de mañana, si nos hemos valido de un lenguaje del núcleo familiar malsano, nuestros hijos no tendrán un buen concepto de nosotros, como padres, y se distanciarán de una u otra forma.
  • Saber reconocer los propios fallos, asumir responsabilidades y pedir disculpas (cada vez que sea necesario). De esta forma, comenzaremos a crear un entorno más saludable para nosotros mismos y quienes están a nuestro alrededor.

Recuerda que es muy importante que sepas hacer un uso óptimo del lenguaje del núcleo familiar. No solo para que tus hijos tengan un buen referente de relaciones interpersonales sino para que tengan un verdadero bienestar, desde temprana edad, que les permita crecer y desarrollarse sanamente.

Bibliografía

Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.

  • Bojorge-Martínez, A. E. (2016). Los patrones de comunicación familiar y su impacto en la promoción de la dieta correcta y la activación física en la adolescencia. Tesis de Maestría, Maestría en Comunicación de la Ciencia y la Cultura. Tlaquepaque, Jalisco: ITESO.
  • Koerner, A., & Fitzpatrick, M.A. (2002). Toward a Theory of Family Communication. Communication Theory, 12, 70 – 91.
  • Tapia, M. (2008). La Comunicación Familiar: Definición, Teorías y Esquemas. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Navarra. Pamplona: España
  • Suarez, O., & Moreno, J. (2002). La familia como eje fundamental en la formación de valores en el niño. Carabobo: Universidad de Carabobo.
Scroll al inicio