El dulce y maravilloso olor a bebé, una conexión sensacional

Una madre oliendo a su bebé

¿Hay algo más dulce y maravilloso que el olor a bebé? ¿Hay algo que nos enternezca más y nos encienda tanto los sentidos como poder percibir la fragancia de nuestros pequeños?

Probablemente haya pocas cosas en esta vida que resulten tan sensacionales y tan inolvidables, así como que revolucionen nuestro amor y lo eleven a la máxima potencia como el olor a bebé.

Ningún olor nos conmueve tanto y nos es tan necesario como el olor a bebé, un aroma que nos envuelve y sumerge en un oasis de amor, cuidados y protección.

Al igual que las almas, el olor y el sabor de las cosas permanece ecuánime largo tiempo, dispuesto a hacernos recordar… y con una diminuta y casi impalpable gota de su esencia, sustenta, resuelta, la vasta estructura del recuerdo.

Marcel Proust en El recuerdo de las cosas pasadas

El olor a niño es una sintonía celestial

Hay estudios que demuestran que el olor a niño tiene tanto potencial adictivo para las mujeres como lo tienen las drogas para algunas personas. Esto tiene su sentido evolutivo, pues fomenta el fortalecimiento del vínculo madre e hijo.

Pero, ¿cómo lo hace?  Veámoslo algunos detalles de cómo se produce esta reacción biológica natural tan vinculada a las funciones maternas:

En primer lugar debemos saber que la nariz es tan esencial para la conexión emocional con las áreas emocionales o límbicas de nuestro cerebro que recibe el nombre de rinencéfalo o cerebro olfativo.

Los bulbos olfativos están vinculados directamente con la amígdala, centro cerebral que gobierna el instinto, entre ellos el materno. Asimismo, nuestro cerebro liberará dopamina, hormona directamente relacionada con las recompensas más placenteras.

Un bebé dormido con un gorrito de flores

Esto significa que el olor de nuestros pequeños se asociará a sentimientos de amor y protección tan intensos que su dulzor nos resultará siempre maravillosamente embriagador.

El olor a bebé es tan magnífico que estudios recientes dan razones de peso para afirmar que los cambios olfativos que se producen en el embarazo y en el posparto dotan a la madre de un sentido más fino y agudo, de manera que podríamos afirmar que la madre se vuelve más lista y más precisa.

Este fenómeno es indispensable para la creación del vínculo madre-hijo a nivel neuronal, lo cual se hace imprescindible para el comportamiento emocional.

En primer lugar durante el embarazo se produce un gran aumento de la sensibilidad olfativa pero es que en el mismo momento del parto se produce una explosión neuronal que favorece la improntación.

Una impronta que recordamos durante el resto de la vida: el primer hilo fuerte en la red de sensaciones que une a las madres con sus hijos. De hecho, a las 24 horas una madre es capaz de distinguir el olor de su hijo de entre muchos otros.
Madre sonriendo a su bebé

El olor de nuestros niños es un pilar fundamental para la comunicación emocional

Lo cierto es que cuando una madre acuna, abraza o acaricia a su hijo, sus manos, sus brazos y su pecho son pura expresión, directa y amorosa. De igual modo, cuando el bebé se acurruca en el regazo de su mamá, ambos están hablando sin decirse ni una palabra.

Esta comunicación emocional con nuestros bebés a través de pequeños gestos es una de las sensaciones más bonitas de esta etapa. Sin duda así es recordada y evocada por cada madre cuando los niños comienzan a crecer.

Es interesante que escribamos estas sensaciones y que, de alguna manera, vayamos registrando aquellos pequeños detalles que nos hacen sentir tan reconfortadas y con tantas ganas de amar a nuestros niños.

De ese modo, cuando ellos crezcan podremos evocar ciertas sensaciones, así como elaborar un mapa del amor que nos permita contarle a nuestro pequeño su historia de la manera más fiel posible.

Es una pena que no podamos guardar en un frasquito la fragancia de los niños, pues sin duda es, además de uno de los potentes aromas de nuestra vida, uno de los recuerdos más dulces, tiernos, puros y limpios que mantendremos siempre con nosotras.

Bibliografía

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