Los deberes siempre ha sido una de las grandes luchas de los profesores, los padres y los alumnos. Ya son muchos los padres que están totalmente en contra de las tareas obligatorias diarias y que se quejan del excesivo tiempo que tienen que dedicar a los hijos por las tardes.
Muchos padres protestan porque los deberes son demasiados y les quitan tiempo de juego a los niños cuando pasan tantas horas en la escuela. También algunos profesores se quejan de la falta de apoyo de los padres y de la falta de tiempo de los niños para preparar estas tareas de modo efectivo. El resultado es que muchos padres y alumnos los consideran como la principal fuente de estrés de su vida diaria.
Si la actitud de los padres es negativa, los alumnos se pueden ver condicionados por esta opinión y rechazarlos rotundamente. Además muchos padres tienen circunstancias personales y profesionales que les limitan a la hora de controlar si los hacen o para ayudarles si tienen alguna duda.
Un debate que no se da solo en nuestro país sino en otros muchos como Estados Unidos, Canadá y Francia, donde se llegó incluso a convocar una huelga de deberes por parte de los padres en 2012.
A favor de los deberes
Para muchos profesionales de la educación son necesarios porque hacerlos supone un hábito que el todo alumno debe adquirir para ser capaz de establecer rutinas. El alumno adquiere una responsabilidad personal que le ayudará en su futuro escolar.
Eso sí, hay procurar que no supongan mucho tiempo para que el alumno también pueda merendar, descansar cuando llegue a casa y acostarse a una hora temprana para poder rendir en clase al día siguiente.
Lo ideal sería entre 30 y 60 minutos en Primaria e ir aumentando hasta las dos horas en Secundaria como mucho. Muchos padres creen que más de cuarenta minutos al día es contraproducente para los niños.
También los profesores deben coordinarse para no mandar todos muchos deberes de todas las asignaturas el mismo día. A veces los niños se encuentran con tareas de todas las asignaturas para el día siguiente y otros días no tienen ninguna tarea. Los que están a favor de los deberes también aducen a que los deberes ayudan a los niños a comprender lo que es el esfuerzo personal y a adquirir una disciplina diaria.
En contra de los deberes
Para muchos padres, sin embargo, los deberes muchas veces no ayudan a los niños sino que los agobian. No puede ser que niños de 6 años se pasen al salir del colegio tres horas haciendo deberes. Los niños se levantan muy temprano y pasan muchos días más de ocho horas en el cole. Si sumamos los deberes pueden pasar más tiempo al día estudiando que jugando.
También porque muchos de estos padres creen que los deberes tradicionales a menudo carecen de valor pedagógico y muchas veces no ayudan a los alumnos. Por ejemplo, no tiene mucho sentido mandar copiar páginas y páginas del libro a los alumnos como se manda a los niños en muchas ocasiones.
Muchos padres de niños de Primaria hablan también de desigualdad porque no pueden pasar todas las tardes con sus hijos por sus obligaciones laborales. A veces encontrar a un familiar que se ocupe de los deberes es complicado o no es posible y por razones económicas tampoco pueden recurrir a profesores particulares.
La consecuencia es que en ocasiones sus hijos no llevan hechos los deberes a diario y eso les puede suponer puntuaciones negativas o que los profesores les llamen la atención en clase.
Los niños para muchos padres necesitan jugar varias horas al día y a veces pasan las tardes haciendo deberes. Muchos niños acaban frustrados y como consecuencia odian los deberes y a veces también el colegio. Los niños acaban abandonando los deportes y otras actividades extra escolares porque no tienen tiempo para hacer los deberes. Y para muchos niños es necesario hacer deporte a diario, aprender a tocar un instrumento o ir a clases de inglés.
La polémica como todos los años está servida al principio del curso. Lo importante es que entre padres, profesores y alumnos se busque un acuerdo para que se manden deberes que ayuden realmente a los niños y a que no se supere el tiempo de estudio necesario para que puedan también jugar y descansar por las tardes.