La gran mayoría de los padres se pregunta si los comportamientos de sus hijos son típicos o atípicos. Es decir, si sus conductas son esperables o no de acuerdo con la etapa evolutiva. En caso afirmativo, los adultos se sienten aliviados por la salud de los niños. En cambio, si aparecen ciertas manifestaciones llamativas, la preocupación surge rápidamente. Sigue leyendo para conocer más sobre este tema.
Durante los primeros años de vida, los niños presentan una enorme cantidad de hitos en su desarrollo cognitivo, físico y social. Del mismo modo, hay algunos comportamientos que son de esperar en chicos de edad escolar y en adolescentes. ¡Descúbrelos aquí!
Comportamientos típicos y atípicos en nuestros hijos, ¿qué son?
Hay que tener en cuenta que la línea divisoria entre los comportamientos típicos y atípicos puede ser difusa. Esto se debe a que la cultura y el contexto son factores que influyen de modo directo en la conducta de las personas. Además, el desarrollo infantil no siempre es lineal. Esto significa que bajo ningún concepto debemos interpretar un comportamiento de forma aislada para determinar la presencia o ausencia de un trastorno.
- Comportamientos típicos: son aquellos que se esperan de una persona en función de su edad. En general, dan cuenta de un desarrollo sano.
- Comportamientos atípicos: pueden indicar la presencia de algún problema o trastorno. Hablamos de aquellas respuestas conductuales no esperables para una edad determinada. Sin embargo, es fundamental saber que algunos comportamientos atípicos pueden ser adaptativos en ciertas situaciones y no guardar relación con ningún trastorno del desarrollo. Si nos llama la atención alguna conducta, es importante consultar con un profesional.
Comportamientos típicos y atípicos según la edad
Lo que hacen nuestros hijos merece ser observado con responsabilidad y cautela. Compartimos contigo algunos de los comportamientos típicos y atípicos más significativos de los niños y adolescentes.
Bebés (0 a 1 año)
Se espera que el lactante sea capaz de sostener su cabeza y atender a estímulos visuales y sonoros. Además, debe desarrollar habilidades como la sonrisa social y el balbuceo. A partir de los seis meses, suele comenzar a gatear y a ponerse de pie.
En esta etapa, no fijar la mirada, no vocalizar ni balbucear o perder habilidades adquiridas, son comportamientos que representan signos de alarma. Los mismos podrían indicar un problema del neurodesarrollo.
Niños pequeños (1 a 4 años)
Es esperable que los niños pequeños comiencen a andar, que sean capaces de subir escalones y que tengan interés por jugar con otros niños. En relación con el desarrollo del lenguaje, es típico que los chicos empiecen a enunciar palabras. Así, entre los dos y los cuatro años deberían hacerse entender cuando hablan, aunque es habitual que presenten dificultades en la fonética.
Por su parte, la ausencia de lenguaje verbal y el desinterés por interactuar con otras personas son algunos de los comportamientos a atender. Además, las obsesiones en las rutinas y los intereses restringidos y repetitivos se corresponden con manifestaciones clínicas de los niños con TEA.
Niños en edad escolar (5 a 12 años)
A los niños de edad escolar que se desarrollan de forma sana les gusta jugar con sus pares e involucrarse en actividades sociales. Por otro lado, presentan un pensamiento más abstracto, así como un mayor control de los impulsos. A su vez, es esperable que adquieran habilidades motoras finas y gruesas y que mejoren su coordinación.
En esta etapa no se espera que los niños mayores de siete años no sean capaces de leer y escribir o de realizar cálculos simples. De acuerdo con las conceptualizaciones de Jean Piaget, los chicos de esta edad afianzan sus operaciones concretas, es decir, que pasan del pensamiento intuitivo a la representación conceptual. En tanto, la ausencia del pensamiento operativo es un comportamiento atípico en este período vital.
Comportamientos típicos y atípicos de los adolescentes
Con relación a los comportamientos típicos de los adolescentes, es esperable que busquen autonomía e independencia, así como la aprobación de sus amigos. Por otro lado, los cambios de humor son frecuentes, ya que se encuentran en pleno descubrimiento de su identidad. Por eso, que presenten altibajos emocionales es de lo más habitual.
- Consumo irresponsable de alcohol y drogas.
- Práctica de deportes extremos sin noción del peligro.
- Relaciones sexuales sin protección.
- Uso desmedido e imprudente de redes sociales.
- Aislamiento y hermetismo.
Si bien la presencia de algunos de estos comportamientos no son de extrañar en la adolescencia, es importante observarlos con atención. También, debemos aplicar una serie de estrategias de comunicación para acercarnos a ellos de una forma empática. Es mediante el respeto y la compresión que deberíamos ayudarlos a atravesar esta etapa de la vida del modo más saludable y satisfactorio posible.
Si hay dudas, pedir ayuda profesional
A menudo los hijos presentan manifestaciones atípicas que preocupan a los padres. No obstante, no todos los comportamientos llamativos señalan la presencia de un problema del neurodesarrollo o un trastorno de conducta. El desarrollo infantil es complejo y diverso, lo que significa que el crecimiento no luce igual en todos los niños.
Cada pequeño es único y está inserto en un contexto específico. Es más, no hay comportamientos patológicos en sí, sino más bien conductas disfuncionales y desadaptativas, que son necesarias de atención. Ahora bien, las manifestaciones mencionadas en este artículo son aquellas a las cuales deberíamos prestar atención. Ten en cuenta que muchas de ellas podrían indicar un problema significativo en el desarrollo.
Si tu hijo presenta algún comportamiento atípico, es fundamental que consultes con un profesional para que realice una evaluación completa de su salud al considerar los factores contextuales. ¡Pide ayuda si es necesario!
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