A muchos padres les cuesta mantenerse firmes en la educación de los hijos. En la práctica, resulta mucho más fácil decir a todo que sí, especialmente cuando se llega al hogar después de una extensa jornada de trabajo. Hay momentos en los que el cansancio abruma y los niños logran todo lo que quieren.
El hábito de poner límites puede generar momentos ingratos, tanto para los padres como para los hijos. Pero esos límites son instrumentos educativos. La firmeza de las personas a cargo de los niños, en lo que a su educación se refiere, es decisiva para el futuro de los pequeños.
Familia y educación
La educación de los niños no es solo responsabilidad de la escuela. Desde que el niño nace, comienza a ser educado en ese primer entorno social que es el núcleo familiar. En su casa, aprende valores y comportamientos esenciales para la vida.
La continuidad y el sostener una línea educativa sólida permitirán un desarrollo adecuado. Si el niño tiene claro lo que debe o no debe hacer porque lo vive a diario, lo interiorizará y lo hará parte de sí mismo. Por eso, los padres deben mantenerse firme en la educación de los hijos.
Cómo mantenerse firme en la educación de los hijos
Las siguientes sugerencias pueden ser de mucha ayuda para esta tarea:
- Disciplina: disciplina no significa castigo; disciplinar es guiar, es contribuir a que el niño se forme para la vida. Implica mostrarle qué está bien y qué está mal; educar con disciplina exige mucha paciencia y mucho amor.
- Definiciones: es necesario definir los valores, los hábitos y las actitudes que se quieren generar en los niños. El objetivo de saber hacia dónde se encamina la educación del niño determinará el equilibrio y el desarrollo emocional adecuado de los pequeños.
- Una sola voz: los padres a cargo de los niños deben estar de acuerdo en la línea educativa definida para el hijo. Es importante que el niño encuentre la misma respuesta y la misma actitud en ambos progenitores.
Esta coherencia y unidad de criterio es un punto clave para mantenerse firme en la educación de los hijos. Todas las personas que estén a cargo del niño durante el día, cuando sus padres trabajan, deben mantener el mismo criterio.
Además, otras cuestiones a considerar son:
- Estilo educativo. la educación exige cierta dosis de autoridad. El niño debe entender que los adultos tienen la última palabra; en este sentido, es preciso evitar el autoritarismo y la imposición.
- Fundamentos: explicar el por qué de las decisiones tal vez no evite las discusiones y los berrinches. Esas explicaciones se irán interiorizando y acabarán siendo aceptadas y entendidas.
“Si el niño tiene claro lo que debe o no debe hacer porque lo vive a diario, lo interiorizará y lo hará parte de sí mismo”
A la hora de establecer las reglas…
Para mantenerse firme en la educación de los hijos, es conveniente establecer reglas. En ellas se visualizarán claramente las conductas permitidas y las que no lo son. Algunas sugerencias con respecto a las reglas:
- Deben ser pocas, claras y razonables. Es preferible determinar pocas reglas que el niño pueda cumplir, a una cantidad excesiva que el niño pueda olvidar.
- Adecuadas a la edad del hijo. No serán iguales las reglas para un niño pequeño que para un adolescente; entre otras cosas porque, a medida que cumple años, la función cognitiva de los jóvenes hace posible una comunicación más directa.
- Establecer de antemano el castigo por no respetar las reglas. Es aconsejable que este punto sea discutido con el niño; la sanción será utilizada solo en casos extremos, cuando los comportamientos no puedan controlarse de otra manera.
- Mantener firmeza en reglas y sanciones. Si la desobediencia a la regla a veces genera sanción y a veces no, el niño se desorientará.
- Promover el arrepentimiento. Es un paso muy importante. Frente a un comportamiento inadecuado, es fundamental promover la reflexión del niño; es preciso intentar que el niño entienda que actuó mal y las consecuencias de esa acción.
- Los gritos, los golpes y los discursos largos no son efectivos. Si el padre o la madre reacciona violentamente, estarán perjudicando emocionalmente al hijo. La tranquilidad del adulto a la hora de la conversación con el niño contribuirá a que el diálogo tenga un verdadero valor educativo.
Es imprescindible predicar con el ejemplo los valores y comportamientos que se quieren desarrollar en los hijos. El sentido común y la coherencia siempre deben prevalecer.