El embarazo es un momento maravilloso porque la mujer se encuentra con una faceta de sí misma que jamás creyó posible. Sin embargo, algunos escenarios pueden empañar la belleza de este instante tan importante, haciendo que las futuras mamás se vean afectadas psicológicamente. A esto se le conoce como violencia obstétrica.
Este tema ha despertado la atención durante los últimos tiempos, sobre todo, por la necesidad de darle a la embarazada un parto humanizado en el que se tengan en cuenta sus deseos.
A veces, se suele confundir lo que recomienda el médico con estas acciones negativas que deterioran la atención en cualquier fase de la gestación.
Algunos médicos ignoran el buen trato a la mujer embarazada
La violencia no solo se manifiesta con conductas que ponen en riesgo la integridad de una persona como, por ejemplo, un golpe o empujar al otro. En muchas ocasiones, las formas de hacer las cosas e, incluso la manera de decirlas, representan un tipo de agresión que causa impacto a otros niveles.
La humillación es una de las formas más crueles de violencia obstétrica. Muchas pacientes que han sido víctimas de esta triste realidad comentan que sus doctores le decían frases tan hirientes como “muerde este trapo y aguanta el dolor sin quejarte” o “debiste pensarlo mejor cuando tuviste relaciones con tu esposo”.
Violencia obstétrica: ¿cómo se manifiesta?
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una gran cantidad de mujeres en todo el mundo sufre un trato ofensivo e irrespetuoso durante el parto.
Esta situación no solo viola los derechos que tienen de recibir una atención respetuosa, sino que también atenta contra sus derechos a la no discriminación, a la vida y a la salud.
Por lo tanto, viven experiencias que resultan totalmente traumáticas, limitándolas a sentirse libre en un acto tan hermoso como parir. Por supuesto, esto no incluye solo a las madres, puesto que la violencia obstétrica se puede reflejar sobre los familiares que están preocupados en este momento.
Ahora bien, la mejor manera que existe de evitarla es aprendiendo a reconocerla. Estas son los escenarios más frecuentes:
- Comentarios hirientes que las haga sentir culpable de su embarazo.
- Falta de información como no explicarles por qué deben tomar un medicamento o juzgarlas por preguntar la intención de un tratamiento.
- Llevar a cabo procedimiento médicos por rutina, incluyendo aquellos que no son necesarios para apresurar las situaciones. Por ejemplo, las medicinas oxitócicas para adelantar el parto.
- Impedir que las mujeres expresen sus emociones con palabras dolorosas como “no llores así que no es para tanto”.
- Comentarios sobre su sexualidad, que las ridiculicen, infantilicen o degraden el dolor que sienten.
- Hacer caso omiso de los deseos de ella o los familiares.
- Presionar para que utilicen algún método de anticoncepción específico.
- Esterilizaciones forzadas.
- Cesáreas innecesarias para evitar la experiencia del parto.
- Administración de medicamentos en el parto, sin el consentimiento de la madre.
- Falta de atención antes de ingresar a la sala de parto.
- Falta de confidencialidad.
- Rechazo de la admisión en centros de salud.
- Negligencia médica, que puede derivar en complicaciones de salud tanto de la mujer, como del niño.
- Episiotomía en los casos no requeridos.
- Mutilación genital.
Según la OMS, todas las mujeres tienen derecho a recibir una atención médica de la más alta calidad, lo cual implica un trato digno y respetuoso en todos los niveles del embarazo.
El parto humanizado: una esperanza de vida
A pesar de las declaraciones de este organismo tan importante, no existe un consenso internacional que indique cómo medir o definir científicamente este tipo de maltrato hacia la mujer. Por consecuencia, en muchos lugares desconocen el impacto sobre la salud y su prevalencia.
Por esta razón, lo más recomendable es buscar un médico y un centro de salud que defienda la humanización del parto, para garantizar condiciones óptimas para la mamá y el retoñito. Básicamente, la utilización de medicamentos y la tecnología se hace solo en caso de ser necesario o si la paciente lo pide.
El parto humanizado escucha los deseos de la madre siempre
El parto es un acto involuntario que se debe vivir con absoluta libertad e intervenir solo en circunstancias de riesgo. La presencia de una doula o ayudante permitirá que vivas esta experiencia con la mayor naturalidad posible, sin necesidad de estar atada a una cama.
Cuando puedes conectarte contigo misma en este momento, todo se hace más fácil: el movimiento de tus caderas, la concentración, la respiración rítmica… La belleza del instinto materno aflora y sientes cómo tu cuerpo fluye para ver nacer al amor de tu vida.
Bibliografía
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