Si tienes algún bebé en la familia, sea hijo o hija, sobrino o sobrina, es probable que te hayas enternecido con un video de su risa a carcajadas. Es que, en general, cuando vemos a alguien que se ríe, nos contagiamos. Pero cuando se trata de un bebé, el efecto parece duplicarse. ¿Conoces los beneficios de hacer reír a un bebé? En este artículo te los contamos.
La risa en el bebé
En los bebés, la risa no es lo mismo que el humor. Sin embargo, es una expresión de la vivencia del placer.
Si bien los pequeños se ríen desde que están en el útero, durante las primeras semanas de vida se trata más bien de un reflejo.
Con el paso del tiempo esa risa se complejiza y el bebé puede sonreír varias veces al día e incluso, mientras toma el pecho de su madre. Esto es porque esa experiencia le produce una sensación de enorme bienestar y disfrute.
Entre el primer y el segundo mes de vida, la sonrisa se convierte en un medio de contacto social y es importante que sus figuras de referencia la acompañen y respondan a ella. La risa es la nueva forma de comunicación y poco a poco, el bebé comprende que puede optar por otra estrategia para captar la atención de los adultos.
Más adelante, los niños identifican que al responder con una sonrisa logran empatizar con las otras personas. A través de ella, también muestran agradecimiento o logran acercarse a otros niños y hacer nuevos amigos.
En conclusión, la risa pasa de ser un simple reflejo a convertirse en un instrumento de expresión y comunicación.
¿Cómo hacer reír a un bebé?
A través de la risa se pueden generar momentos de conexión emocional únicos. Sin importar si es uno el que ríe o el que escucha reír, la sensación de alivio y agrado se percibe igual.
Algunas de las recomendaciones para hacer reír a un bebé son las siguientes:
- Cosquillas: el tacto siempre suele provocar la risa de los bebés.
- Cantos o sonidos suaves: también les resulta muy agradable oír canciones o escuchar sonidos suaves.
- Juegos: uno de los más conocidos para este fin es el de desaparecer y aparecer. Esta intermitencia del “no está” y el “si está” suele causarles mucha gracia y luego, lo replican con otras personas.
- Imitaciones y juegos de voces: los bebés suelen reírse cuando escuchan a otras personas hacer cambios con la voz.
- Espejo: cuando un bebé toma un espejo y se ve en él, se divierte durante un largo rato. En este juego el niño percibe los movimientos y los gestos de “ese otro” que se refleja en el accesorio.
- Momento del baño: durante el baño el bebé puede jugar con el agua. Al golpearla y salpicar a todos lados, sin dudas, rompe en carcajadas.
- Vuelos en el aire: mientras estamos acostados podemos elevar al niño en nuestras piernas y ver su cara de asombro al despegarse del suelo. Esto le provoca grandes risas, especialmente cuando se sorprende con un cambio de dirección o altura.
- Juguetes: a través de algún juguete, como un sonajero o algún elemento con luces de colores, también podemos llamar la atención de un bebé y hacerlo divertir. Cuando son más grandes, podemos optar por leer historias de los libros de cuentos y utilizar las distintas voces para despertar la risa.
Claro que no todas las risas son las mismas, pero todas logran el mismo efecto de disfrute y de unión entre el bebé y su cuidador.
Por último, es evidente que estas no son las únicas formas de hacer reír a un bebé. Cada familia conoce al niño o niña mejor que nadie y sabe qué le divierte y lo que le funciona.
La risa es salud
Más allá de la ternura que provoca la risa de un bebé, lo cierto es que este acto acarrea numerosos beneficios para ellos. La risa es salud y esto ¡no es una exageración!
Cuando nos reímos, oxigenamos mejor nuestro cuerpo, mejoramos la actividad de nuestros pulmones y la del corazón. A su vez, liberamos mensajeros neuronales muy poderosos, como las endorfinas, la serotonina y la dopamina. Todas ellas se conocen como las “hormonas de la felicidad” y ayudan a reducir el estrés y el malestar.
Claro que con esto no queremos hacer una oda a la felicidad y a la risa. Simplemente, es preciso saber que al reír no solo pasamos un momento agradable, sino que también mejoramos nuestra salud física y emocional.
En línea con esto, destacamos la importancia de promover el correcto desarrollo de la inteligencia emocional desde la infancia. Si le enseñamos a los niños a identificar sus propias emociones y las de los demás, vamos a criar generaciones mucho más capaces en todo sentido.
Bibliografía
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