¿Cómo fomentar la gratitud en los niños?
La gratitud es uno de los valores más lindos del ser humano.
El ser agradecido dice mucho de cuánto alguien valora las acciones que la vida y los demás tienen para con él.
La gratitud hace nacer la amistad y la cordialidad entre las personas.
Fomenta la gratitud en tu hijo como mismo cultivas el amor recíproco que ustedes se tienen.
Enséñale a apreciar y aceptar el universo y los seres que habitamos el planeta Tierra con nuestras virtudes y nuestros defectos.
La importancia de que el niño sea agradecido
La gratitud otorga felicidad tanto a quien de ella se vale para retribuir el afecto y las buenas acciones como a quien la recibe.
Debes saber además que un niño que aprende a dar las gracias es:
• Más condescendiente, paciente y tolerante con los otros niños y adultos que le rodean
• Altruista, bondadoso y empático con sus semejantes
• Menos egoísta y maleducado, lo que se traduce en que tenga menos problemas de conducta
• Optimista y positivo
¿Cómo fomentar la gratitud en los niños?
Para que tu hijo aprenda a ser agradecido y se convierta en aquel niño íntegro que deseas, en eres mamá te recomendamos:
Da el ejemplo
No porque le digas que debe ser agradecido con los demás tu hijo va a serlo.
Ten presente que él como otros niños gusta de poner en práctica sus propias ideas y hacer su voluntad.
Si lo presionas, nada bueno vas a lograr de esto.
Para que tu hijo aprenda a dar las gracias debes inculcárselo con tu propio ejemplo.
Como él se encuentra en pleno aprendizaje y ese aprendizaje está motivado por la imitación de las personas que tiene a su lado debe ver que, en casa, todos son agradecidos.
Que aprenda a escuchar su yo interior cuando es y no es agradecido
Todos sabemos cómo nos sentimos cuando hacemos algo positivo.
Si somos bondadosos, amables; si laboramos en bien común nos sentimos satisfechos, con ánimo de vivir, alegres, en plena armonía con nuestra persona y el mundo circundante.
Si somos mentirosos, egoístas, malintencionados y hacemos malas acciones no pocas veces nos cuesta pegar la cabeza a la almohada.
Enséñale a tu hijo a ser agradecido y llenar su corazón y su mente de ternura, humanidad, energía positiva y amor.
Que aprecie que así se siente bien cuando pone la gratitud como bandera.
Que aprenda a aceptar y ser feliz consigo mismo y con todo lo que tiene
Debes enseñarle a tu hijo a valorar todo lo que tiene y ha conseguido con su esfuerzo diario.
A regocijarse por las metas alcanzadas y sentirse feliz por todo lo bueno de su vida.
Debes hacerle ver cuánto vale como persona con sus virtudes y defectos; y a dar las gracias por la salud que tiene, el amor, la familia, la esperanza, la paz, la riqueza espiritual…
Muéstrale que la gratitud hacia todo y todos hace que se sienta menos inconforme y, por tanto, infeliz.
Edúcalo en valores y acciones que conducen al agradecimiento
La gratitud lleva y a la vez es el resultado de otros muchos valores.
Si quieres que tu hijo aprenda a agradecer, incúlcale el compartir con los demás, el ser bondadoso y servicial.
Pídele que tenga siempre en cuenta el respeto hacia sus semejantes, el valor que tienen sus ideas y opiniones.
Se agradece cuando realmente se le da valor a las personas y a la naturaleza que brinda lo bueno que tiene.
Enséñalo a amar al prójimo, a premiar sus buenas acciones ya sea que lo beneficien o no, directamente.
Pídele que sea siempre honesto, sincero y así mismo no tenga vengüenza, ni se sienta menos, cuando deba agradecer a otros.
Tu hijo debe sentirse agradecido por su dignidad, disciplina, buena educación, humildad, voluntad, solidaridad, perseverancia, tolerancia, valentía y todos los restantes valores que, como madre, le sigues enseñando y lo guían hacia el logro de sus sueños.
Enséñalo a agradecer sus desventuras
De las cosas buenas se aprende, pero de las malas también.
Muéstrale a tu hijo que debemos hasta mostrar gratitud por alguna que otra desventura que tenemos en la vida porque ellas hacen que nos superemos como personas y hagamos esfuerzos extraordinarios.
Las desventuras son puntos de giro en nuestra cotidianidad. No pocas veces luego de los descalabros vienen las mejores victorias.