Cómo explicar a un niño que no puede hacer algo desde la disciplina positiva

La disciplina positiva no es sinónimo de falta de límites ni de sobreprotección. Incluso, te permite decirle que no a un niño sin necesidad de gritar, castigarlo o enojarse. ¿Quieres conocer más?
Cómo explicar a un niño que no puede hacer algo desde la disciplina positiva
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 10 julio, 2022

“Intento hablar, pero no me hace caso”, “cuando le digo que no, hace pataletas y no lo puedo controlar”, “no funciona por las buenas, entonces voy por las malas”. Estas frases son típicas de las situaciones de desborde de los adultos que acompañan la crianza de los niños. Reflejan los momentos en los cuales poner límites y decirle a un niño que no puede hacer algo se convierte en una misión imposible. Sin embargo, desde la disciplina positiva, es posible lograr que las infancias aprendan el no, desarrollen habilidades sociales y tengan un comportamiento respetuoso y apropiado. Veamos de qué se trata.



Qué es la disciplina positiva

Para muchos parece obvio aclarar que la disciplina positiva parte del respeto y del reconocimiento de los niños, de sus sentimientos y de sus necesidades, pero no lo es. Pues todavía prevalecen los métodos de crianza edadistas y adultocéntricos, los cuales se sostienen en afirmaciones autoritarias como “los niños deben obedecer porque son chicos, porque soy el padre o la madre y porque yo lo digo”.

La disciplina positiva se basa en las teorías de Alfred Adler y Rudolf Dreikurs, quienes postularon que las personas se comportan de acuerdo a sus necesidades de pertenencia. De esta forma, el objetivo de este paradigma de crianza es educar a través de los valores, de modo que los niños no necesiten que sus progenitores estén presentes para saber qué es lo que está bien y cómo deben actuar.

En síntesis, esta disciplina promueve el desarrollo del autocontrol, de la regulación, de la autoestima y de la autonomía. Procura enseñarles habilidades a los niños y cree en sus capacidades innatas para aprenderlas. Además, se trata de una enseñanza para toda la vida.

Es muy importante aclarar que la disciplina positiva no es sinónimo de falta de límites ni de sobreprotección. Este tipo de crianza se opone a los estilos autoritarios, según los cuales el niño obedece solo por temor o por cumplir con la autoridad, pero sin comprender el sentido de lo que hace.

Por último, no debemos olvidar que los adultos siempre somos modelos a seguir: los niños aprenden a través de la imitación. Por eso, es necesario analizar nuestro propio comportamiento antes de corregir el suyo.

Madre e hija hablando sobre las habilidades de resolución de problemas que hay que adquirir durante la infancia.
Saber corregir a los niños con cariño y disciplina cuando tienen malas actitudes o comportamientos inapropiados es clave para establecer límites inquebrantables. Esto los hará conscientes de las barreras que no se deben sobrepasar y de las consecuencias que sus actos pueden conllevar.


Cómo decirle a un niño que no desde la disciplina positiva

Cuando pensamos en que queremos disuadir al niño de hacer algo, “decirle que no” no es la única alternativa. A continuación, vamos a ver algunas pautas importantes para tener en cuenta.

Es necesario saber que poner límites requiere que los adultos seamos consistentes, coherentes y oportunos (actuemos a tiempo). Por ejemplo, evitar aquellas actuaciones que confunden al niño: hoy les permitimos que no se laven los dientes antes de dormir, pero mañana nos enojamos por ese mismo hecho.

Debemos ser claros respecto del comportamiento que buscamos y podemos hacer partícipes a los niños de las normas que se establecen en casa. Hay algunas cuestiones que son innegociables, como lavarse las manos antes de comer, pero en otras se puede pensar diferente y buscar un equilibrio.

La disciplina positiva toma a la comunicación y al intercambio como uno de sus pilares fundamentales. Dialogar y negociar con los niños es una posibilidad de ejercitar estas habilidades sociales.

A su vez, debemos tener en cuenta que los límites deben ser acordes a la edad del pequeño. No es lo mismo modular el comportamiento de un niño que está aprendiendo a entender el no, que a un niño escolar que busca mayor autonomía.

Por otro lado, una forma muy interesante de decir que no es reforzar los comportamientos deseados. Es decir, buscar correr el foco de la atención a lo que sí permitimos hacer. “Me hace sentir muy bien cuando entro a tu habitación y veo que ordenaste tus juguetes” refuerza la importancia del orden y no del desorden.

Finalmente, tenemos que estar preparados a encontrarnos con un enojo o “rabieta”, porque no siempre vamos a obtener la respuesta que queremos. Es necesario tener paciencia y aprender a respetar los tiempos de nuestros hijos. ¿Qué quiere decir esto? Que si el niño se enoja porque no puede obtener algo, no nos vamos a frustrar y enojarnos también. Si no que buscaremos conectarnos, ayudarlo a estar en calma y explicarle el por qué de nuestra decisión.

Madre intentando calmar la rabieta de su niño según Montessori.
Un niño enojado tiene un “cerebro estallado”, dominado por sus emociones, puesto que aún le falta desarrollar la corteza frontal, responsable de las funciones ejecutivas (organización, control, inhibición de los impulsos).

¿Qué se debe evitar si se quiere aplicar disciplina positiva?

Además de que los golpes y azotes son violencia y no deberían aplicarse en ningún momento ni sobre nadie, no constituyen una fuente de aprendizaje efectivo. De este modo, los niños no aprenden el comportamiento que deseamos, sino que desarrollan miedo y aprenden a defenderse.

Por otro lado, tampoco se recomienda el “aislamiento” del niño o los castigos, ya que, en general, no están vinculados a un valor o a una consecuencia concreta. Es decir, si quiero que el niño no le pegue a su hermanito menor y lo mando al aislamiento, no le permito asimilar la “lógica” entre un hecho y otro. Simplemente, ignoro el motivo de sus actos, invalido sus emociones y lo hago sufrir por su forma de exteriorizarlas. ¿Qué aprendizaje puede salir de ahí?

Cada niño y niña es un mundo

Además de todas las consideraciones previas, es muy importante recordar que cada niño y niña tienen deseos y necesidades diferentes. Por lo tanto, si la disciplina positiva es un paradigma que queremos aplicar en la crianza, deberemos encontrar la forma adecuada para nuestro hijo y que realmente el aprendizaje sea positivo.


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  • Santa Cruz, F. F., & D'Angelo, G. (2020). Disciplina positiva para el desarrollo de las habilidades emocionales. Revista de Investigacion Psicologica, (24), 53-74.
  • Castellanos, S. A. P. (2015). Disciplina positiva una estrategia de amor para la promoción de pautas de crianza y manejo de las emociones. Reflexiones sobre la Educacion en Iberoamerica., 24.

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