Cuando los niños se portan mal o no hacen lo que debieran solemos recurrir a los castigos. Pero, ¿qué tan efectivo es un castigo para corregir la conducta?
Analicemos la situación: Vuelve tu hijo del colegio y te comenta que tiene un montón de tarea para el día siguiente, razón por la cual le pides que la haga. Pasan las horas y, al consultar nuevamente, descubres que aún no ha hecho los deberes. ¡Y tan solo faltan dos horas para ir a dormir!
¿Qué opciones tienes?
- Si no han comido, piensas que puedes dejarle sin comer. O quitarle el postre.
- Tal vez dejarle una semana sin consola o televisión. O sin salir.
- No puedes mandarle a dormir porque no tendría sentido.
- Algunos incluso acudirían a la violencia física contra el niño.
Pero, ¿es acaso alguna de estas opciones (u otras tantas similares) realmente efectiva?
Lo primero que debemos plantearnos es qué es lo que buscamos conseguir.
Nuestros objetivos tienen que ser claros:
- Educar
- Concienciar
- Explicar que las consecuencias son causadas por sus actos
- Eliminar la conducta errónea del niño
- Enseñar otras formas de actuar o responder
- Enseñar a pensar y razonar
- Brindar mejores alternativas de comportamiento
Para lograr esos resultados debemos buscar los métodos más efectivos.
Los castigos por sí mismos sólo empeoran la situación. Privarle de algo a una criatura no solucionará el problema. Menos aún causarle daño físico o psicológico. Al contrario, todo ello puede tener severas consecuencias en el futuro (inmediato o a largo plazo). Si queremos hacerle un bien al niño, debemos considerar más que castigarlo, generar una consecuencia educativa.
¿Cómo corregir la conducta a través de consecuencias educativas?
Como comenté antes, lo que buscamos en realidad no es crear un mal en el niño, sino más bien evitar que la mala conducta se repita. Queremos corregir, educar. He resumido aquí algunos consejos para mejorar la educación del niño:
- La corrección debe ser inmediata: aplicar una consecuencia por la tarde a algo que ha hecho el niño durante la mañana pierde sentido. Cuanto más pequeños son tus hijos, más rápido olvidan lo sucedido.
- Los padres deben ponerse de acuerdo: si no hay coherencia entre lo que dice uno y lo que dice el otro, el niño se sentirá confundido. Además, si uno dice que no, mientras el otro dice que sí, siempre acudirá a quien le dé la respuesta que busca.
- Debes demostrar firmeza: si tomaste una decisión, debes mantenerla. No puedes ponerle un límite a tu hijo y luego dejar que haga lo que quiera. Si les has dicho que debe acostarse a las diez, esa debe ser la hora en la que se vaya a dormir. Puedes ser flexible con algunas cosas y en algunos momentos (por ejemplo, si ves una mejora en su conducta o que está realmente arrepentido de lo sucedido). Siempre puedes dar otras oportunidades si crees que lo merece. Pero debes demostrar firmeza en tus palabras. Si no lo haces, luego no creerán lo que digas y no te tomarán en serio.
- Debes ser coherente: la corrección que realices debe ser acorde al error que haya cometido. No puedes ponerle a limpiar toda la casa por derramar un vaso de agua.
- Muestra amabilidad: cuando intentes que tu hijo haga algo en consecuencia de un mal comportamiento, pídeselo de manera amable. Los chicos reaccionan mejor cuando les mostramos cariño.
- Sugiere, participa: Antes que obligar al niño a hacer una actividad, es preferible que se lo sugieras, que le des opciones. También puedes ofrecerte para ayudar y participar en la tarea. De esta forma, evitarás un rotundo no, o posibles quejas. Por ejemplo, en vez de “ve a ordenar tu cuarto”, puedes decirle “¿qué te parece si vamos a ordenar tu cuarto? Así luego encontrarás tus cosas más fácilmente”.
- Explícale las consecuencias de sus acciones: es muy importante que el niño comprenda que toda acción tiene una consecuencia. Explícale cuáles pueden ser para que las tenga claras, pero evita usar tonos de amenaza. Por ejemplo, si no hace los deberes, debes explicarle que luego cuando vaya al día siguiente deberá explicarle a su maestra por qué no los ha hecho. También puedes decirle que eso puede retrasarlo en la clase y luego deberá dedicar el doble de tiempo lo cual le quitaría la posibilidad de realizar otras actividades que le guste.
Recuerda que es importante que tu hijo entienda qué es lo que quieres lograr y que todo lo que haces es por su bien.
Bibliografía
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