El cuerpo y la mente están profundamente conectados, de tal manera que el estado físico tiene una fuerte influencia en la salud psicológica y emocional. Los niños se encuentran en pleno proceso de desarrollo, sin embargo, llevan una vida excesivamente sedentaria.
Estos pasan, al menos, 6 o 7 horas diarias sentados en una silla durante la jornada escolar. Así, surgen los descansos activos en las aulas como una propuesta para mitigar el impacto de este sedentarismo.
Es cierto que el currículum académico incluye clases específicas de educación física varias horas a la semana. Además, los centros escolares suelen ofrecer diversos deportes entre sus principales actividades extraescolares.
Incluso, muchos padres optan realizar a pie con sus hijos los trayectos entre el hogar y el colegio con el fin de aumentar el ejercicio que estos realizan. Pero todas estas medidas resultan insuficientes en muchas ocasiones.
Por ello, incluir la actividad física en el día a día de la escuela puede ser una alternativa interesante. Esto no requiere una inversión extra de tiempo y ayuda a que los menores integren el deporte y el movimiento en su vida cotidiana.
¿Qué son los descansos activos en las aulas?
Los descansos activos en las aulas proponen aprovechar diversos espacios de tiempo durante la jornada escolar para implementar la actividad física.
Se trata de tomar 5 o 10 minutos para realizar pequeñas sesiones de ejercicio. Pueden tener lugar en cualquier momento, pero generalmente se aprovechan los descansos entre una asignatura y otra. De este modo, en lugar de dejar esos minutos libres, se organizan actividades que fomenten el movimiento y la motricidad.
Las alternativas son variadas y se puede optar por saltos, carreras, bailes o cualquier otra opción. En cualquier caso, se recomienda que incluyan un calentamiento, un desarrollo y una vuelta a la calma. De esta forma, estos pequeños lapsos de tiempo activan el cuerpo y la mente de los estudiantes que llevan sentados una o varias horas.
¿Cuáles son sus beneficios?
Esta innovadora propuesta se ha probado en diversos estudios, arrojando resultados muy prometedores. Así, entre los principales beneficios de estos descansos activos se encuentran los siguientes:
- Aumentan la cantidad total de ejercicio físico diario que realizan los alumnos. Por ende, reducen el sedentarismo y ayudan a combatir problemas como la obesidad infantil y juvenil.
- Mejoran el estado físico de los menores (por ejemplo, su fuerza abdominal y su resistencia) y, por tanto, su salud. Incluso pueden hacer posible una disminución del uso de medicamentos para el asma y para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH).
- Activan el cerebro de los estudiantes y tienen un impacto positivo en sus funciones cognitivas. Es decir, favorecen la concentración, la organización, el rendimiento escolar y el comportamiento en la tarea de los niños.
- Mejoran la percepción y las actitudes de los menores hacia la actividad física. También incrementan su conocimiento relativo a la salud y su autoeficacia percibida respecto al ejercicio físico.
- Los descansos activos son bien recibidos por los estudiantes. Generalmente, afirman disfrutarlos más que cuando estos son pasivos y sedentarios.
¿Cómo implementar los descansos activos en las aulas?
Existen diversas aplicaciones con propuestas específicamente diseñadas para este tipo de descansos activos. Por ejemplo, gonoodle o sworkit kids son alternativas interesantes. Estas pueden incluir ejercicios de calentamiento, actividad física aeróbica, diferentes coreografías de baile o momentos de relajación. Pero, en realidad, cada profesor puede crear y aplicar sus propias sugerencias.
Los descansos activos pueden realizarse dentro del propio aula o utilizando otros espacios del centro, como los pasillos o el patio. Salir unos minutos y cambiar de ambiente puede resultar beneficioso. Además, las actividades físicas pueden estar relacionadas con la temática de una asignatura en concreto o enfocarse únicamente en el movimiento.
Por otro lado, lo más recomendable sería realizar una pausa activa tras cada hora de clase sedentaria; no obstante, esto no siempre es posible. En estos casos, realizar un único descanso de 10-15 minutos dividiendo el periodo de clases más largo también puede aportar muy buenos resultados.
Por último, la implicación de los maestros resulta fundamental para poder poner en práctica este tipo de iniciativas. Sin embargo, se necesita el apoyo del centro y, tal vez, la guía de los profesores de educación física. En cualquier caso, se trata de una iniciativa relativamente sencilla de aplicar y que puede tener un impacto muy positivo tanto a nivel físico como psicológico.
Bibliografía
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- Méndez-Giménez, A. (2020). Resultados académicos, cognitivos y físicos de dos estrategias para integrar movimiento en el aula: clases activas y descansos activos. SPORT TK-Revista EuroAmericana de Ciencias del Deporte, 63-74. https://revistas.um.es/sportk/article/view/412531/278691
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Katz, D. L., Cushman, D., Reynolds, J., Njike, V. Treu, J. A., Walker, J, et al. (2010). Putting physical activity where it fits in the school day: preliminary results of the ABC (Activity Bursts in the Classroom) for fitness program. Preventive Chronic Disease, 7, A82. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2901580/