Atención: evita bajar la piel del pene de los niños

Intentar retraer, jalar o "bajar" la piel que recubre el glande de los niños puede ser un error. Descubre cuándo está recomendado y por qué no debes hacerlo sin la orientación adecuada.
Atención: evita bajar la piel del pene de los niños

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 04 julio, 2021

Aunque la vida de las mujeres puede ser más complicada desde el principio, al nacer, los varones no las tienen todas consigo. El tema del prepucio y la posible fimosis, complica la vida de mamá apenas en los primeros días. Por mucho tiempo esto no se resolvió sino hasta que fuera necesario, sin embargo, recientemente existen nuevas prácticas.

Muchos médicos y personal sanitario, han optado por bajar la piel del pene de los bebés, muy pronto. La acción es halar la piel hasta conseguir la máxima resistencia. Es posible que haya mucho dolor, sangre y fricción forzada, pero creen que esto va a solucionar posibles problemas más adelante.

Al aparecer los especialistas consideran que este paso, aunque sea un poco desagradable para el pequeño, le evitaría males mayores. Para comenzar, se ahorrarían una potencial cirugía en caso de que la piel no se desprenda naturalmente. De igual modo, están convencidos de que es un proceso que no le afectará para nada después de que sane.

¿Cómo afecta al niño bajar la piel del pene antes de tiempo?

Según un artículo del pediatra JM Garat, llamado “Manejo conservador del prepucio”, todo depende de la evolución de cada niño. De acuerdo con su experiencia, la piel del pene se puede bajar desde el nacimiento, en una incidencia del 4%. No obstante, otros deben esperar incluso hasta los 5 años, donde se encuentra la mayor población con un 92%.

Entre los dos y tres años, algunos pediatras ya se hallan preocupados por la demora en retracción, lo cual lleva a diagnosticar fimosis de manera prematura. Según Garat, un 50% de los niños puede retraer el prepucio a los 12 meses de vida. Entre los dos y tres años, se hallan entre el 75% y 90% respectivamente. Es decir, no todos los casos son iguales. Por lo tanto, es preciso esperar a ver cómo evolucionan.

Por ejemplo, dado que un 4% de los bebés pueden retraer el prepucio desde el nacimiento, no hay problema con que los obliguen a hacerlo los médicos. Sin embargo, tomando en cuenta que el 90% de niños debe esperar hasta los 5 años, entonces es totalmente desaconsejado forzarlos prematuramente.

Aunque cada parte cree tener algo de razón, la evolución espontánea parece ser la mejor opción. Tener paciencia, acondicionar la zona y esperar el momento adecuado, es conveniente para todos. Por eso, se recomienda evitar que los médicos o enfermeras hagan nada con el pene del bebé.

El proceso de retracción del prepucio

Un estudio realizado a niños japoneses en 1996, indica que el organismo se prepara para resolver esto desde el principio. Al nacer la piel del pene comienza a evolucionar con el fin de evitar una posible fimosis. Sin embargo, debe haber un tope que permita mantener la protección del glande y evitar posibles infecciones.

Como sabemos, en el contacto con la orina y heces puede provocar infecciones en  el glande si queda sin su protección natural. Es por ello, que existe un anillo bastante ajustado que impide que la piel sea halada con facilidad. En consecuencia, solo puede ser movida de un tirón, ocasionando heridas que luego son molestas cicatrices. Por eso, fisiológicamente ocurre el proceso que hace posible la retracción del prepucio, en el momento en que esté listo.

De acuerdo con el mencionado estudio, un 40% de los niños al año de edad, todavía conservaban dicho anillo. No es sino con los años cuando comienza a disminuir. Además, existen adherencias de la piel al glande, que tardan en desaparecer y que no deben ser desprendidas a la fuerza. Se obtuvo, que entre los 6 y 7 años, el 73% de los niños todavía puede tener ciertas adherencias. Sin embargo, en estos casos no se considera fimosis, es decir, todavía se puede esperar a que cedan.

Lo más recomendable es bajar poco a poco la piel en cada baño, con suavidad y sin esperar que ceda demasiado. Dependiendo del niño, habrá más o menos adherencias que dificulten dicha evolución. Lo cierto, es que aún podemos esperar bastante tiempo, sin que se pueda hablar de que necesite cirugía.

 


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