Padres, profesores y otros adultos responsables son los encargados de velar por el bienestar y la seguridad de los niños. Por supuesto, han de estar pendientes de sus necesidades, atenderlos y orientarlos ante situaciones que puedan suponer un riesgo. Pero esto no significa que no existan unos límites. De hecho, uno de los principales consiste en respetar el cuerpo de los niños. Incluso, puede ser necesario trabajarlo y comprender su importancia.
Con esto no hablamos de evitar el abuso físico, la agresividad o la negligencia; pues, por supuesto, todos entendemos que este tipo de actos no tienen cabida en la crianza. Nos referimos a comportamientos más sutiles y que los adultos llevan a cabo con buena intención en el día a día, pero que pueden resultar invasivos e incómodos para los menores. Te contamos más a continuación.
¿Qué significa respetar el cuerpo de los niños?
Si queremos implementar un estilo educativo respetuoso y positivo, hemos de tener siempre presente que los niños son seres individuales. Esto significa que no son una extensión de nosotros y que, por lo tanto, han de tener cierta soberanía y derecho de decisión sobre sí mismos. Y nosotros, como adultos, hemos de ayudarles a establecer sus propios límites y respetarlos.
Para muchos progenitores, cuidar a sus hijos implica decidir por ellos y manipular su cuerpo y su entorno para mantenerlos confortables y a salvo. Y esto podemos observarlo en múltiples situaciones cotidianas.
Muchos niños reaccionan con ira o con molestia en estas situaciones. Incluso, tratan de rebelarse contra el adulto y se empeñan en volver a colocarse el abrigo o en despeinarse de nuevo. Esta no debería tomarse como una conducta desafiante propia de un niño desobediente, sino como un pedido a que se respeten sus límites. Y es algo natural si tenemos en cuenta que en ese momento somos invasivos.
¿Cómo podemos respetar el cuerpo de los niños?
Quizá esta te parezca una visión exagerada, pero lo cierto es que con pequeños cambios podemos ofrecer unos buenos cuidados y ser más respetuosos. A continuación, te mostramos algunos ejemplos que pueden aplicarse en el día a día.
No dar por sentadas sus necesidades
Muchas veces, los adultos tomamos decisiones y ejecutamos acciones en busca del bienestar de los niños, pero sin tener realmente en cuenta sus necesidades. Por ejemplo, les ponemos o les quitamos ropa en función de lo que nosotros sentimos o les forzamos a comer hasta que se terminen el plato.
En lugar de esto, podemos prestar atención a lo que sienten y necesitan. Para ello, podemos preguntarles antes de actuar. Así, podríamos decir «yo siento calor, ¿tú también?, ¿quieres quitarte el jersey o estás bien así?» O, en el otro caso, «¿quieres comer más o ya es suficiente?, ¿te ayudo a terminar tu plato o prefieres que lo retire?».
Con esta forma de actuar, ayudamos a los niños a estar en contacto con sus necesidades y sensaciones corporales y a utilizarlas como guía. Además, mostramos respeto por sus necesidades y decisiones. Si actuamos sin preguntar, les desconectamos poco a poco de esa guía física y quizá no ayudamos a que verdaderamente se sientan mejor en el momento.
Avisar y no invadir
En ocasiones sí es necesario manipular el cuerpo de los niños para ayudarles con su higiene y su aspecto. Sin embargo, es mucho más positivo si les avisamos antes de llevar a cabo nuestras acciones. Por ejemplo, si quieres limpiarle la cara a tu hijo, puedes decir «te has manchado de yogur, ¿puedo limpiarte con la toallita?» O, si mientras jugaba en el parque su ropa se ha descolocado, puedes avisar «voy a colocarte bien la camisa, ¿de acuerdo?».
Aunque parezca trivial, esto resulta mucho menos invasivo que hacerlo sin previo aviso. Y, al colocarnos en su situación, a ningún adulto nos gustaría que otra persona nos limpiase o acomodase la ropa sin pedir permiso.
Permitirles escoger
Respetar el cuerpo de los niños también consiste en permitirles escoger en ciertas situaciones. No solo en lo relativo a su higiene y cuidado personal, sino también en lo respectivo al afecto. Por ejemplo, al preguntarle a un niño «¿quieres darle un beso a la tía?» o «¿puedo darte un abrazo?». Para muchos adultos puede sonar ilógico, pero al dejarles decidir cuándo permiten que otros invadan su espacio les dotamos de criterio para prevenir situaciones incómodas o peligrosas a futuro.
Fomentar su autonomía
Por último, también resulta muy positivo que, en lugar de tomar acción directamente sobre el cuerpo del niño, le guiemos para que pueda hacerlo él mismo. Si, por ejemplo, vemos que va a meter las mangas de la camisa en el plato de comida, no tenemos por qué correr a remangarle. Por el contrario, podemos alertar sobre lo que ocurre y animarle a buscar la solución por sí mismo.
Respetar el cuerpo de los niños tiene grandes beneficios a largo plazo
Vivimos en una sociedad adultocentrista en la que se considera normal y válido que los adultos se ocupen de los niños sin pensar en sus límites o espacios. Esto ocurre, aunque sea siempre desde el amor y en busca de su mayor bien. Por esto, pedir permiso a un menor para limpiarle la nariz, peinarle, acomodarle la ropa o darle un beso puede parecer fuera de lugar. Sin embargo, es un ejercicio clave para enseñar acerca de la asertividad y el respeto por uno mismo.
Cuando tu hijo crezca, desearás que esté a salvo, que sepa poner límites, que tenga criterio propio y que no sufra ningún tipo de abuso. Pero este entrenamiento ha de empezar desde la infancia y en el hogar.
Al respetar el cuerpo de los niños, les mostramos que tienen soberanía sobre sí mismos. También, que nadie puede tocarlos sin su permiso, que los otros no deben incomodarles y que tienen derecho a decir que no. Criamos así una generación de menores con confianza y seguridad de sí mismos, capaces de saber lo que desean y necesitan y dispuestos a defenderse con respeto y asertividad. Y estas son habilidades sumamente valiosas que fomentamos con estos pequeños cambios diarios.
Bibliografía
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- Horno Goicoechea, P. (2018) La importancia de la prevención: la educación afectivo-sexual en las distintas etapas de la niñez-adolescencia. Espirales, consultoría de infancia.
- González Coto, M., & Saénz Cubillo, N. (2020). Crianza Respetuosa: Hacia una parentalidad centrada en las niñas y los niños. Estudios, (41), 428-450.