La niñez es el momento más preciado de cualquier persona, también es la etapa en la cual aprendemos más, es cuando empezamos a formar nuestros conceptos y modelos. Tu hijo aprenderá de ti, se nutrirá de ti, eres su mamá, y su primer y más preciado modelo a seguir; por eso debes procurar mantenerte cerca del bien, de la belleza, de la lealtad, de lo verdadero y del amor, pues estos son los 5 valores que tenemos que enseñar a los niños.
Es en nuestra niñez cuando aprendemos a reconocer qué es bueno y qué es malo, qué nos hace bien, qué nos hace valerosos, qué nos hace avanzar. Esa es la etapa en la que reconocemos los peligros que podrían dañar nuestro cuerpo y nuestra vida. Aprendemos que el fuego puede quemarnos, que la electricidad puede hacernos daño si no la usamos adecuadamente y comprendemos que ser cuidadosos nos aleja del dolor físico y emocional.
Cuando somos niños procuramos, como todo ser viviente, estar cerca de lo que nos hace bien, de lo que nos hace fuertes, de lo que nos reconforta el cuerpo y el espíritu y en ese momento la mayor cantidad de bienestar y seguridad proviene de nuestra mamá, por eso queremos estar siempre cerca de ella, de su corazón.
En contraparte, tú, como mamá, posees el privilegio, la dicha y la responsabilidad de tener la niñez de tus hijos en tus manos. La tarea de enseñar debe ser sutil y dulce, cualidades que se alimentan principalmente de una relación basada en la solidaridad y el amor.
Lo primero que las mamás deben enseñarle a sus hijos es a apreciar lo valioso que él mismo es y todas las posibilidades que tiene a su alcance solo por el simple hecho de estar vivo. Con esta base, tu hijo aprenderá qué le hace bien y también obrará bien. Sabrá apreciar el bien como un valor.
El valor del bien
Velar por bienestar de una personita tan especial como un niño supone tantos esfuerzos y a la vez requiere de tanto amor que solo una madre puede cumplir tan encomiable tarea. Velar por el bien de un niño implica asegurarse de que se alimente, de que su cuerpo y su ambiente estén limpios, de que conserve su buena salud, que sus necesidades básicas estén satisfechas para que pueda seguir creciendo.
Todas las madres instintivamente velan por el bienestar de su hijo, está escrito en su código genético y su primera misión, por decirlo de alguna manera, es preservar la vida de su hijo, quien de seguro es la criatura más hermosa y delicada que han visto sus ojos.
Pero más allá de las necesidades básicas, toda mamá debe velar por el bienestar emocional de su amado hijo y lo hace cada día, con su mejor y mayor esfuerzo, proveyéndole seguridad, de tranquilidad, de paz, de sosiego…
Al hacerlo, el niño está aprendiendo que debe comportarse de manera tal que preserve su integridad física, su salud y también su bienestar emocional. El niño que sabe distinguir lo que le hace bien, lo que es bueno para él, y para la humanidad en general, hará todas esas cosas que le hacen bien.
Ese niño que hace el bien, será un adulto que comerá sanamente, que dormirá las horas que necesita, que se rodeará de personas que lo valoran y lo ayudan a crecer, que sabrá identificar y cuidar todo lo que le hace bien.
El valor de la belleza
Cuando se piensa en la belleza seguramente llega a la mente la imagen de un paisaje, de una flor o de las estrellas. La belleza, aunque también podría estar asociada a la imagen de una supermodelo, se aprecia en su máximo esplendor en la naturaleza, en las criaturas y los fenómenos que existen en el planeta tierra y en el universo, entre los cuales figuran, los seres humanos.
La mayoría de las personas admiran la belleza, y seguramente tú estás entre ellas. Si desentrañas qué es lo que te gusta de ella, descubrirás que te gusta el orden, la suavidad, la luminosidad, la frescura… Todos esos aspectos se pueden conseguir al admirar la belleza de un paisaje o del rostro de una persona, pero también se puede encontrar en el interior de cada ser humano, de un alma que destila belleza por la coherencia de sus actos y pensamientos, por el orden que lleva en su vida, por la suavidad con la que se conduce, por la luminosidad que desprende…
La mayoría de los seres humanos estamos buscando la belleza. Identificarla, valorarla y cultivarla es un arte que de seguro tu hijo podrá dominar a medida que busque su belleza interna.
La lealtad, uno de los valores que debes enseñar a tu hijo
La educación de tus hijos consiste en llenar de fortaleza sus posibilidades, darle seguridad a sus deseos, aceptar sus decisiones, y enseñarle a ser fiel a sí mismo. Una de las mayores satisfacciones de la vida es seguir el dictamen de tu corazón, serle fiel a tu esencia, a tus principios, a tus sueños y lograr tus metas.
Quizá tu hijo cambie de opinión y no estudie medicina, por ejemplo. A qué se dedique no será demasiado determinante si está siguiendo su corazón, enséñale a escucharse, a tener lealtad con sus valores, con sus principios, eso te dará la tranquilidad de que sus determinaciones están guiadas siempre por un corazón bueno.
El valor de lo verdadero
Ya habrás experimentado que este mundo está lleno de mucha falsedad, de muchos objetos que venden como joyas, pero que son fantasía que con el tiempo se ponen negros. Esa sensación de falsedad a veces también la encontramos en los sentimientos de algunas personas, en quienes esperábamos encontrar amor verdadero, amistad verdadera, lealtad verdadera, pero, en cambio, encontramos falsedad y ¡Uy! Cómo duele encontrar fantasía donde esperábamos hallar oro.
Así que para enseñarle a tu hijo a reconocer lo verdadero y a darle valor, como madre debes ejercitarte en reconocer y valorarlo tú. Ya sabes cuáles son algunas de las señales de lo verdadero; por ejemplo una pieza de oro, igual que una amistad real, no se deterioran no se ennegrecen con el paso del tiempo. El tiempo no daña lo verdadero, lo transforma, lo modela pero no lo daña.
Y así, poco a poco, con la atención puesta en los detalles, aprenderás a descifrar qué es verdadero y qué no. Muchos adultos ya lo saben, las madres sobre todo saben de amor verdadero, lo experimentan a diario con sus hijos a quienes deben enseñar a identificar la verdad, lo verdadero y a apreciarlo como el gran tesoro que es.
El valor del amor
Eres quien cuida el porvenir de tu hijo, darle cobijo, cuidado, diversión, tiempo para el juego, seguridad, paz, solidaridad, son apenas algunas muestras de amor. Tú, como madre, ahora sabes más que nunca de qué se trata el amor, sabes que amar es un acto incondicional al que no afectan agentes externos.
Ahora que aprendes junto a tu hijo a amar de verdad, él también aprende contigo, él es tu maestro y también tu discípulo. Ambos aprenderán que cuando se ama a una flor se aman a todas las flores, que cuando se ama honestamente, el tiempo no hace estragos, tampoco lo hace la distancia ni siquiera lo que hace la otra persona, el amor es incondicional.
Cuando amas a tu hijo, él aprende a reconocer el amor, a identificarlo, a practicarlo, a recibirlo y a darlo. El amor es por lo único que vivimos, es lo que nos hace libres, lo que nos hace sentir vivos.
Bibliografía
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