Tan pronto tenemos la feliz noticia que tenemos un bebé en nuestro vientre, surge de inmediato un hermoso sentimiento denominado “amor materno”. Nuestro rostro se ilumina, la vida se renueva y nos invade un espíritu abnegado en el cual nuestro hijo es la prioridad. En este post se recopilan los 5 sacrificios que hacemos las mamás para cuidar y proteger a nuestro pequeño.
Cuando un bebé llega a nuestras vidas, las metas se reescriben y los objetivos toman una nueva orientación, que incluye en primer lugar a nuestro pequeño hijo . La abnegación nos invade, y renunciar a muchas cosas es algo que hacemos de forma natural y sin pensarlo “dos veces” solo por el bien de nuestro querido hijo.
La dedicación, abnegación y amor maternal que brindamos instintivamente a nuestro pequeño hijo, nos llevan a realizar esfuerzos extraordinarios para su cuidado y protección. Todas estas acciones y emociones son generalmente conocidas como “los sacrificios que hacemos las mamás”.
Las mamas necesitamos de una constante preparación para enfrentar este importante rol de vida y estamos conscientes de que no es algo sencillo de lograr. En tal sentido, siempre estamos en una constante búsqueda de información y consejos para tratar de ser una madre ejemplar: de buenas costumbres, amorosas, capaces de educar y disciplinar de forma adecuada a nuestro niño.
La mujer que es madre no es mujer, sino ángel. Caudal inagotable el cariño de una madre. Como aman las madres no ama nadie. Si repudiáramos las cosas por antiguas, deberíamos eliminar la luna y el sol y el amor materno
-Anónimo-
5 sacrificios que hacemos las mamás
Desde que un bebé está en el vientre las mamás estamos decididas a transformar nuestro cuerpo, cambiar hábitos, sustituir intereses, administrarnos económicamente diferente, etc., tal vez algunos de estos cambios son sinónimos de los sacrificios que hacemos las mamás.
He aquí los 5 sacrificios más comunes que hacemos las mamas, por el amor tan profundo que sentimos hacia nuestro hijo:
1. Apariencia
Estar dispuesta a transformar el cuerpo, “por muy vanidoso que suene”, es algo que a toda mujer le incómoda. Cambiar nuestro estilo de vestir por el temporal aumento de peso y aceptar las no muy estéticas estrías que quedan como consecuencia del embarazo, son sacrificios que estamos dispuestas a asumir.
2. Intereses
Desplazar un poco las tiendas que nos gustan y las películas que disfrutábamos habitualmente podrían sustituirse por actividades infantiles o intereses del pequeño, pero siempre vale la pena y nos sentiremos recompensadas cuando veamos sus caritas de satisfacción.
3. Hábitos
Una vez que traemos niños al mundo “debemos educar con el ejemplo”. En tal sentido, los malos hábitos tales como como: fumar, ingerir alcohol o comer de forma poco saludable deben ser cambiados paulatinamente por el bienestar del niño y de nosotras mismas.
4. Tiempo
Los momentos que nos dedicamos disminuyen considerablemente, tener a un hijo significa ser rápida, aceptar un poco más de estrés y desarrollar mucha paciencia y tolerancia.
5. Organización
Cuando somos madres la organización y la planificación deben reestructurase para dar cabida a las innumerables tareas que debemos hacer para garantizar el cuido y protección de nuestro querido hijo.
El amor de tu hijo: la recompensa a nuestros sacrificios
Los hijos sin saberlo tienen la capacidad de cambiar todas nuestras antiguas aspiraciones y sueños, no obstante la inmensa recompensa de tener ese milagro en nuestra familia, paga con creces las cosas que dejamos de lado (los sacrificios que hacemos las mamás) solo por verlos saludables y felices.
Mientras nos acostumbramos a un nuevo estilo de vida empezarán a aparecer de forma frecuente las satisfacciones, ya que todo te será recompensado con amor y dulzura por parte de ese pequeño por el que tanto te esfuerzas.
Este cambio de vida se va normalizando hasta integrarse en todos tus intereses, desvaneciendo esos recuerdos de sacrificios que hacemos las mamás y transformándose solo en amor y deseos de progreso para ambos.
Las sonrisas, sus ocurrencias, los gestos espontáneos de cariño: como abrazos y besos, los dibujos, los bailes, las canciones, la necesidad de que lo apoyes, consueles y aconsejes, sustituirán cualquier recuerdo de situación difícil que hayas podido atravesar en el camino.
Un hijo es la prolongación de nuestra existencia, con el tiempo se convierte en nuestro máximo cómplice, aliado y defensor. Un hijo te aceptará tal como eres, te amará sobre cualquier cosa y siempre se tendrán el uno al otro sin importar la edad que ambos tenga o el lugar en que cada uno se encuentre.