5 Daños que puedes hacer a tu hijo sin querer

5 Daños que puedes hacer a tu hijo sin querer
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 29 marzo, 2020

La mayoría de los padres evitan hacer daño a sus hijos, al contrario, su bienestar es prioridad. Sin embargo, lastimarlos sin querer, es otra cosa. Podemos creer que abuso o negligencia son palabras fuertes, cosas impensadas de hacer. No obstante, sin habernos propuesto a dañarlos, podemos haber cometido errores graves en su crianza.

Algunas cosas son dañinas aunque aparezcan sutilmente en nuestras vidas. Como sabemos, los niños están en proceso de formación constante. Por eso, cosas que parecen rutinas para nosotros, para ellos podrían ser un sólido eslabón. El desarrollo emocional, psíquico y físico del niño es frágil, maleable en los primeros años, por lo cual puede ser fácil dañarlo.

¿Cómo los dañamos sin querer?

Adaptarse a la vida tal como les va a tocar vivirla es un proceso que lleva su tiempo. Por lo tanto, en este tiempo es importante cuidar de hacer las cosas bien. Si comenzamos a dañarlo sutilmente todos los días, probablemente no lo notaremos hasta que aparezcan las consecuencias.

Podemos dañarlos de diferentes maneras. El abuso físico o emocional, no siempre es de tipo violento, incluso pudiera presentarse como algo inofensivo. No obstante, su aprendizaje y formación, son totalmente permeables en las distintas etapas del crecimiento.

Quizá los lastimamos con acciones que nos parecen normales o inocuas. En ocasiones, también podemos creer que el daño será leve o que pasará pronto. Sin embargo, no hay que esperar a que los perjuicios se noten, es preferible estar atentos y evitarlos.

Estas cinco acciones pueden ser perjudiciales para tu hijo, las hacemos sin querer, pero pueden ser graves a largo plazo.

Desatender sus emociones

Los niños también sienten. De hecho pueden llegar a ser muy sensibles, aunque no sean de cristal. Por error, quizá intentemos forjarles el carácter y enseñarles la dureza de la vida.

En ocasiones, descuidar la salud emocional de los pequeños es un daño que cometemos inocentemente. El aspecto material, práctico y logístico, ocupa la mayor parte de la interacción entre padres e hijos. Cuidamos de que lo tengan todo, que se instruyan bien, estén alimentados y entretenidos.

Sin embargo, la tarea más importante es enseñarles valores y conocimiento interno de las emociones. Educarlos para que aprendan a manejar sus sentimientos, miedos e inquietudes, es una misión que con frecuencia se descuida.

Sobreprotegerlos

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Nadie es más indefenso que un niño sobreprotegido. Hacerse cargo de todas las responsabilidades y situaciones conflictivas del niño, no les hace bien. Contrario a nuestra voluntad de ayudar, los perjudicamos si los cuidamos demasiado.

Hay cosas importantes de aprender, que deben ser practicadas por el propio niño. Probablemente el niño sufra en el futuro de aquello que le evitaste sentir en la infancia. Manejar el fracaso, resolver conflictos, ser de utilidad, son aptitudes que se desarrollan con la práctica.

Poner nuestros sueños por encima de los suyos

Es común que algunos padres esperen a que sus hijos sigan su huella, elijan la misma carrera o tengan los mismos gustos. De alguna manera, a veces los arrastramos a realizar actividades que son de nuestro agrado. Esto puede dañarlos porque su personalidad es diferente, por lo que podría haber conflictos.

Por duro que parezca, la elección debe ser suya, presionarlos en este sentido aunque sea muy sutil, puede perjudicarlos. Es conveniente estar preparados para aceptar y respetar las decisiones de nuestros hijos.

No darle el lugar que le corresponde

Esta conducta es ambivalente, si no los tratamos con los privilegios de hijos, puede ser dañino; pero tratarlo por encima de estos, también. A veces cometemos el error de anteponerlos a la pareja, o al contrario, anteponer la pareja a ellos.

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Nuestros hijos tienen un lugar importante en nuestras vidas. Sin embargo, su rol está bien definido, existe una relación padre-hijo, que debe respetarse. Si por alguna razón fallamos en este equilibrio, los perjuicios emocionales pueden ser evidentes.

Sobrecarga de actividades

En años recientes es común que los niños tengan diversas actividades extraescolares. Esta decisión siempre es de los padres, quienes desean que sus hijos estén ocupados en algo productivo. Sin embargo, el tiempo libre es muy necesario para que los pequeños se desarrollen emocionalmente, definan su personalidad y aprendan a reflexionar.

Cuando los sobrecargamos de actividades podemos perjudicarlos sin darnos cuenta. El niño puede estar gastando su energía, por lo cual llega cansado al colegio. Además, no está disfrutando el tiempo en familia que es un elemento principal en su desarrollo.

 

 


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