La forma de educar está cambia. Y no solo eso, también el modo en que vemos la infancia se ha transformado en las últimas décadas. Los adultos cada vez somos más respetuosos con los niños, con sus necesidades y con su desarrollo individual. Además, han surgido pedagogías alternativas de gran valor que ya se aplican tanto en las escuelas y como en los hogares. Pero, ¿cómo implementar Waldorf en casa?
Lo cierto es que, posiblemente, ya hayas escuchado hablar de este sistema educativo basado en la propuesta de Rudolf Steiner. Sin embargo, el número de escuelas adscritas a esta metodología aún es minoritario. Por ello, es posible que, aunque desees esta educación para tus hijos, no tengas la posibilidad de matricularlos en una de ellas.
A pesar de esto, sus principios y prácticas pueden llevarse a cabo en el hogar para fomentar desde la primera infancia un crecimiento saludable e integral. Sigue leyendo para conocer algunas claves.
Principios del método Waldorf
La metodología Waldorf supone un gran giro respecto del paradigma educativo tradicional. En este caso, se respetan los ritmos e intereses de cada niño y es el entorno el que se adapta a él y no al contrario. Las evaluaciones son cualitativas y están integradas en el día a día, sin haber apenas exámenes cuantitativos y estandarizados.
Es decir, que se le permite al niño explorar, investigar y manipular los objetos y el entorno para extraer información relevante. Los adultos orientan, acompañan y fomentando ese interés natural que surge en el menor. Además, se hace hincapié en la inteligencia emocional, social y espiritual como grandes pilares a trabajar. Otra de las claves se basa en la división que se produce de la etapa infantil para establecer unas metas diferentes para cada momento:
- Primera infancia (0-6 años): el objetivo principal es potenciar la creatividad y la psicomotricidad en el niño. Para ello, se emplea principalmente el juego libre y simbólico.
- Educación primaria (7-12 años): se desarrollan diferentes actividades encaminadas a permitir que el niño investigue, busque y construya su propio conocimiento. Además, se fomentan la expresión artística y las habilidades sociales.
- Educación secundaria (13-16 años): además de en el conocimiento, se hace énfasis en el desarrollo de la autonomía, la empatía y el razonamiento.
Cómo aplicar Waldorf en casa
La filosofía Waldorf busca potenciar el desarrollo integral del niño como individuo, desde el plano intelectual, emocional, social y espiritual. Para ello, desde el hogar, pueden aplicarse ciertas pautas. Conócelas a continuación.
Cuida los ambientes
Procura que tus niños puedan estar al aire libre con frecuencia y que entren en contacto con la naturaleza a menudo. Este es el mejor medio para explorar y les ayuda a desarrollar la psicomotricidad. Bosques, playas, parques o jardines han de ser parte de su rutina cotidiana en la medida de lo posible.
Además, dentro del hogar, procura que sus espacios estén ordenados y despejados, que no estén abarrotados de objetos que puedan saturarles y distraer su atención. Además, opta por colores cálidos y textiles naturales.
Restringe el uso de la tecnología
Al tener en cuenta que los niños son nativos digitales, es complicado mantenerlos al margen de la tecnología. Sin embargo, desde esta pedagogía se aboga por hacerlo en la medida de lo posible. El juego libre, el tiempo en familia, las manualidades y otras actividades son más apropiadas para el desarrollo temprano que el uso de pantallas. Este, incluso, puede alterar el funcionamiento cerebral.
Crea rutinas regulares
Otra pauta importante consiste en establecer horarios y rutinas regulares. Esto aporta a los niños tranquilidad, seguridad y la sensación de que su día a día es predecible. Por ejemplo, pueden crearse rituales para determinados momentos (como levantarse, ducharse o acostarse) así como establecer tiempos marcados para cada tarea (la hora de comer o la hora de jugar). También, puede ser de ayuda organizar otros aspectos como un menú que se repita cada semana.
Ofrece juguetes naturales
El juego es esencial para los niños, pero podrán sacarle mayor provecho si se les provee de los juguetes adecuados. Para aplicar Waldorf en casa opta por los más naturales posibles (piñas, cantos o conchas de la naturaleza) o fabricados en materiales como madera en lugar de plástico.
Además, es conveniente que estos sean sencillos y arquetípicos. Es decir, que no tengan excesivos detalles ni una función muy determinada. Esta cierta ambigüedad permitirá a los niños desarrollar su pensamiento divergente y utilizar un mismo objeto con distintas finalidades.
Utiliza la música, los cuentos y los juegos
La música tiene un papel relevante en la pedagogía Waldorf, ya que enseña sobre ritmos, motricidad y expresión artística y emocional. De este modo, es positivo enseñar a los niños algunos juegos de dedos y palmas o crear canciones para diversos momentos. Por ejemplo, la canción de las buenas noches o para recoger los juguetes.
Los cuentos, por otro lado, también son un gran recurso, especialmente si son narrados sin contar necesariamente con un apoyo visual. Al relatarles a los niños una historia permitimos que ellos creen sus propias imágenes mentales. De esa manera, hacen uso de la creatividad y la imaginación.
Fomenta la participación en tareas domésticas
Una de las claves de este enfoque es desarrollar la autonomía de los menores y despertar en ellos un sentimiento de autoeficacia. Para ello, nada mejor que hacerles partícipes de los quehaceres del hogar. Asignarles tareas y responsabilidades adaptadas a su edad les permitirá adquirir habilidades motrices y de coordinación. De ese modo, se sentirán parte de un equipo que trabaja junto (la familia) y asumirán un grado cada vez mayor de responsabilidad.
Aplicar Waldorf en casa es respetar las etapas y la individualidad del niño
En definitiva, para implementar el método Waldorf en casa, los adultos han de conocer las diferentes etapas del desarrollo infantil y qué necesidades corresponden a cada una. No es positivo presionar a un niño a comportarse como un adulto, ni darle libertades propias de un adolescente. Sin embargo, tampoco hay que sobreprotegerlo como si fuese más pequeño de lo que es.
Además, es crucial respetar su individualidad, aceptar incondicionalmente a cada niño y no compararlo con otros ni forzarlo a cambiar. Por el contrario, se trata de ayudarle a identificar y potenciar sus virtudes y cualidades. Con todo esto, se ofrecen unas condiciones de crianza amorosas, respetuosas y conscientes, en las que el pequeño puede desarrollarse como un ser integral, en lugar de centrarnos solo en el aspecto académico.
Bibliografía
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