Unos lloran, otros sonríen. ¿Cómo se desarrolla el carácter de los niños?

Unos lloran, otros sonríen. ¿Cómo se desarrolla el carácter de los niños?
María Alejandra Castro Arbeláez

Revisado y aprobado por la psicóloga María Alejandra Castro Arbeláez.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 02 junio, 2021

En este mundo nadie es igual, desde niños se desarrollan diversos tipos de carácter. Con toda seguridad lo que no le funciona a uno, le puede funcionar al otro. Casi el 70% de los rasgos del carácter vienen definidos en los genes. Entre tanto, el 30% excedente depende del espacio que lo rodea.

Mientras que a algunos niños les es habitual reír y pocas veces lloran, otros tienden a comportarse de manera contraria. Desde el nacimiento, un bebé muestra diferentes temperamentos. Sin embargo, a partir de un año de edad ya pueden expresar su carácter propio.

En otras épocas señalaban que el comportamiento de los hijos era hereditario. Supuestamente se podía evidenciar por los “humores corporales”, glándulas, inclusive  la formación del cuerpo.

No obstante, hoy en día, se prueba que la mayor parte la determina el aprendizaje. Los estímulos emocionales y la forma en que estos aprenden a responder en diversas situaciones, forman el carácter. También  influye la salud y el equilibrio endocrino, en el desarrollo del temperamento.

Rasgos que definen el carácter de un niño

Sociabilidad

Algunos niños sienten más confianza de hablar con los adultos. No obstante, aunque esto no es malo, puede ser riesgoso por lo que dicen o con quien hablan. Por lo tanto, conviene enseñarlos a modificar este comportamiento, lo cual le ayuda a forjar su carácter.

Sin embargo, a los niños que menos socializan no se les deben presionar. Por el contrario, se les debe dar tiempo acompañándolos en cada oportunidad. Aunque parecieran tener definida su personalidad, quizá necesiten ayuda para mejorar ciertos rasgos.

Nivel de actividad

En este caso, si el niño es activo, conviene darle tareas para que ocupe su tiempo. No es que tenga un mal comportamiento, sino que es inquieto y necesita más ocupaciones. Por lo tanto, un niño de estas características necesita espacio tanto dentro como fuera de casa. Sin embargo, se debe evitar esas salidas extensas en las que el niño se mueva libremente.

En cambio, si el niño es tranquilo disfrutará de su tiempo libre y no será necesario que tenga muchas actividades. Pero el exceso de los dos casos, es decir, mucha actividad o mucha pasividad puede indicar problemas.

Regularidad

Algunos niños siempre tienden a facilitarles las actividades diarias a sus padres. Estos son capaces de mantener las rutinas de comida, sueño, juegos… Sin embargo, cuando se presentan las situaciones imprevistas como los viajes, se les complicará habituarse.

Lo opuesto de esta situación, es que en estos niños no hay un orden; comen o duermen mal. Se trata de niños muy regulares pero en el desorden de la mayoría de sus actividades. Por lo general les cuesta adaptarse a las rutinas.

Emotividad

En esta situación, se observa que el niño expresa con mucha intensidad las emociones, como por ejemplo en la fuerza de su llanto o su risa. En estos casos se debe distinguir cuando es real o es fingido. Mientras que los niños menos intensos no se le deben ignorar sus sentimientos. Es importante estar atentos en su expresión para conseguir mayor firmeza en su carácter.

Adaptabilidad

Algunos niños logran adaptarse fácilmente, pero se recomienda que los padres respeten su rutina, ya que la necesitan. Si es lo opuesto, los padres deben tener mucha paciencia agregándole rutinas diarias para ayudarlos a adaptarse poco a poco.

Sensibilidad

Los niños muy sensibles no aceptan fácilmente las variaciones de sabores, texturas, luces, olores y temperaturas. Cuando crezcan probablemente serán personas detallistas  y perfeccionistas. No obstante, los niños con una sensibilidad menor no darán muchos problemas, aunque no se darán cuenta de las cosas que le pueden molestar.

Humor

En algunos niños predomina la alegría, mientras que en otros predominará la seriedad o el enojo. Es muy fácil descubrir cuál es el humor de nuestros hijos. Los alegres son muy llevaderos, pero conviene estar alerta para descubrir sus frustraciones y enojos. Para los que sonríen más seguido  es más difícil expresar sus emociones contrarias tan fácilmente como los malhumorados.

Con aquellos en los que predomina el mal humor o la seriedad deberemos aceptar que es una característica de su personalidad. Es conveniente enseñarles poco a poco a demostrar su alegría.


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