Todo lo que publicamos en la red se queda en la red

En las manos equivocadas, cualquier contenido sobre nuestros hijos puede ser el instrumento para su humillación. Garantizar la seguridad y la protección de los menores es uno de los cometidos de los padres.
Todo lo que publicamos en la red se queda en la red
Francisco María García

Escrito y verificado por el abogado Francisco María García.

Última actualización: 03 noviembre, 2020

Lo que publicamos en la red no se borra tan fácilmente. Si un contenido de nuestros hijos, hermanos o nietos se vuelve viral, este lo acompañará por el resto de su vida. El cyberbullying y la pederastia pueden favorecerse a partir de nuestras publicaciones.

No es necesario irnos hacia los extremos para entender las consecuencias de nuestros actos digitales. Hoy en día, se sabe que todo lo que cargamos al ciberespacio se queda guardado. Por más que lo intentemos, nunca podremos eliminarlo del todo.

Por estas razones, debemos tener especial cuidado con lo que nosotros y nuestros pequeños publicamos; debemos pensarlo dos veces antes de compartir algo por más que nos parezca adecuado.

Sobreexposición y cyberbullying

El también llamado ciberacoso puede comenzar entre los 10 y los 12 años. La mayoría de los niños se conectan mediante dispositivos para mandar fotos, y eso sin contar el contenido que suben los familiares adultos. Las imágenes propias son contenidos sometidos al bullying cibernético.

Una foto graciosa, inapropiada o mal tomada puede convertirse en el comienzo del abuso digital. Otros niños pueden guardar la foto y republicarla, colocarle comentarios ofensivos e incluso modificarla. Esto es algo muy común hoy en día en las redes sociales.

La consecuencia de estas publicaciones en cadena es que esos contenidos pueden masificarse. Tan solo se necesita una página, un grupo de Facebook o un perfil para hacer viral un contenido; los resultados pueden ser traumáticos para el niño o el joven afectado.

Los móviles y sus cámaras han multiplicado exponencialmente el contenido que publicamos en la red.

Cuando publicamos en la red cualquier fallo puede ser resaltado

La dinámica actual en redes sociales tiende a la exaltación de lo gracioso, la ironía y el sarcasmo. Nuestras propias interacciones suelen ser para señalar detalles o reírnos de una publicación. En las manos equivocadas, cualquier contenido sobre nuestros hijos puede ser el instrumento para su degradación.

Los padres debemos ser los principales censores de las publicaciones de los niños y de la familia. No es difícil revisar si un contenido puede volverse ofensivo, pero cualquier imagen es modificable.

Añadido a esto, muchos familiares que publican fotos en las que aparecen los pequeños no conocen las configuraciones de privacidad. El resultado: las fotos y vídeos de los niños pueden ser vistos y utilizados por cualquier persona a nivel mundial.

“En las manos equivocadas, cualquier contenido sobre nuestros hijos puede ser el instrumento para su degradación”

El efecto Sam Griner

Quizás este nombre no sea muy conocido, pero Sam es un niño que todos hemos visto en la red. Su foto con un puño alzado y camiseta verde ha sido vista por millones de usuarios a nivel mundial. Esta imagen se convirtió en lo que hoy en día conocemos como “meme”.

Todo ocurrió porque su mamá publicó la popular foto en su perfil, en el año 2007. Hoy en día, todos conocemos esa imagen y la hemos utilizado alguna ocasión; lo que muchas veces ignoramos es que esa es la fotografía de una persona real.

Esta experiencia que hemos visto, la de Sam Griner, puede ocurrir de nuevo con cualquier foto que publiquemos. Solo se requiere que una persona con influencia en Facebook o Instagram tome la fotografía y la comparta. Hay usuarios muy populares que se dedican a hacer este tipo de cosas.

¿Qué tipo de fotos debemos evitar?

  • Fotos de primer plano: no es correcto publicar fotos en donde el niño aparezca haciendo caras graciosas, muecas y gestos altisonantes. Las gesticulaciones muy marcadas son la principal fuente de memes y fotos graciosas en internet.
  • Imágenes con desnudos: por más que nuestro pequeño sea un bebé, la publicación de este tipo de fotos es peligrosa. Debemos recordar que hay usuarios y páginas dedicadas a la pederastia y a la pornografía infantil.
  • Imágenes con poses sugerentes: esto es aplicable sobre todo para los jóvenes. En la red hay amplios espacios para los contenidos subidos de tono; lo que parece una pose inocente puede convertirse en contenido viral.
Controlar lo que publicamos en la red es importante para nuestra privacidad y la de nuestros familiares.

Dos recomendaciones para proteger lo que publicamos en la red

El hábito de mantener un perfil privado es una buena forma de proteger los datos de nuestros pequeños. En Facebook hay una configuración para que solo nuestros amigos vean nuestras publicaciones. Twitter e Instagram, por su parte, permiten controlar las personas que entran a nuestros perfiles.

Debemos controlar las etiquetas que hacemos a familiares y amigos. Una vez etiquetado un contenido, el mismo puede ser visto por otras personas que ni siquiera conocemos. Sería recomendable que nuestros familiares notifiquen antes de publicar contenidos de nuestros hijos.

En resumen, revisar lo que publicamos en la red es necesario para proteger el bienestar emocional y la privacidad de nuestros hijos. Esta recomendación aplica para los más pequeños, pero también para los padres de adolescentes.


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