El sobrediagnóstico de TDAH en niños y adolescentes

El sobrediagnóstico de TDAH lleva a los profesionales a preguntarse si se trata de una realidad o de un sesgo a la hora de dar respuestas.
El sobrediagnóstico de TDAH en niños y adolescentes
Maria Fátima Seppi Vinuales

Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fátima Seppi Vinuales.

Última actualización: 12 septiembre, 2022

“Es muy inquieto”, “no es capaz de prestar atención durante un tiempo sostenido”. Estas son algunas de las quejas frecuentes de las maestras y de los adultos que enseñan a los chicos. Sin embargo, ¿acaso no es un niño? ¿De qué modo se busca incentivar y promover el aprendizaje? Si bien para el primer caso, la respuesta suele ser la de un diagnóstico de TDAH, en los interrogantes posteriores, el juego se abre a pensar en otros factores intervinientes. En este punto, los profesionales coinciden en que nos encontramos ante un sobrediagnóstico de TDAH en niños y adolescentes. Veamos de qué se trata.

Qué es el TDAH en niños y adolescentes

El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por una combinación de inatención, hiperactividad y dificultades en el control de los impulsos. Existe un componente genético, pero que también se ve moderado o influenciado por el ambiente.

Al momento de elaborar un diagnóstico, es importante tener en cuenta que el TDAH se presenta más en varones que en niñas. Asimismo, se requiere de un abordaje interdisciplinario, justamente para evitar el sobrediagnóstico. A priori, si el pequeño se distrae en el colegio, pero en su casa es capaz de finalizar una tarea o de concentrarse en una actividad, entonces es posible que se trate de otra situación y no de dicho diagnóstico. Muchas veces, se confunde a un menor nervioso con un niño con hiperactividad, sin embargo, se trata de casos diferentes.



En muchos casos, se confunde un chico nervioso con uno hiperactivo y se le diagnostica TDAH, cuando se trataría de un caso diferente.

¿Estamos ante la presencia de un sobrediagnóstico de TDAH en niños y adolescentes?

A lo largo de diferentes publicaciones, los profesionales en el tema sugieren que nos encontramos ante una situación de sobrediagnóstico de TDAH en niños y adolescentes. Algunos de los hechos que se destacan son los siguientes:

  • Una visión biomédica del problema que descuida otros factores influyentes.
  • Descartadas otras enfermedades o trastornos, nos encontramos ante síntomas inespecíficos y que tienen algo de subjetividad. En ellos, muchas veces se desatienden las circunstancias particulares de ese niño o adolescente. Por ejemplo, el aprendizaje mediado por la tecnología durante la pandemia o incluso el regreso a las aulas tras más de 2 años sin asistir de manera presencial son circunstancias que no pueden pasarse por alto al momento de la evaluación.
  • En muchos otros casos, se omite que los niños y adolescentes se encuentran permanentemente “activados” por la televisión, el celular, las redes sociales y un sinfín de estímulos. Sin embargo, luego esperamos que en el colegio logren permanecer quietos, silenciosos y concentrados durante jornadas cada vez más largas. La escuela y los métodos de enseñanza y aprendizaje requieren de una revisión y de una adaptación a los nuevos tiempos.
  • En relación con el punto anterior, desde el Consejo General de la Psicología, en España, advirtieron que en una sala de infantes había niños de diferentes edades y que aquellos que eran más chicos, al no poder cumplir con los logros de los mayores, tenían más probabilidades de ser diagnosticados con TDAH. Esto demostraba que se medía con una misma vara o expectativa a toda la población infantil, en lugar de adecuar los criterios.
  • Expertos del tema también refieren que, según el manual que se emplee, hay más o menos posibilidades de ser diagnosticado con TDAH. Por ejemplo, en España el Manual de cabecera es el DSM-V, cuyos criterios vuelven más probable el diagnóstico en comparación con el CIE-10.
  • Por último, los profesionales también coinciden en que muchas veces se toma como una patología un comportamiento sin tener en cuenta los factores externos que sostienen esa situación.


Hay que evitar estigmatizar o etiquetar al niño o adolescente. En lugar de eso, se le debe dedicar más tiempo y atención para poder ayudarlo.

Cuidado con el poder de las etiquetas

En ocasiones, aquello que parece una solución, no es más que la continuación o el refuerzo del problema. Por ejemplo, cuando el diagnóstico de TDAH en niños y adolescentes parece llegar como una respuesta y un alivio, ya que es lógico que los progenitores busquen comprender qué es lo que les pasa a sus hijos.

Sin embargo, trabajar sobre un diagnóstico no modifica las condiciones que potencian o no su expresión. Tal como señalamos a partir de los resultados de diversas investigaciones, el TDAH tiene un componente ambiental que resulta clave. De allí que no debamos conformarnos con una respuesta uniforme, sino comprometernos en el cambio.

Por otro lado, resulta clave no estigmatizar y tener cuidado con las etiquetas con las que identificamos a los niños y adolescentes. Por ejemplo, decir “eres revoltoso” o “eres muy inquieta” puede jugarles en contra al hacerles creer que son así y que no hay nada que hacer al respecto. Incluso, puede ser un motivo para justificar la profecía autocumplida: “como no se concentra, le va a ir mal”. Sin embargo, lo que influye es que nadie se detiene más tiempo en explicarle ni le dedica un poco más de atención a ese niño, que es justamente lo que necesita.


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  • Santana-Vidal, P. I., Gatica-Ferrero, S. A., & Valdenegro-Fuentes, L. V. (2020). Evidencia de sobrediagnóstico en el TDAH en base a evaluación neuropsicológica: un estudio en escolares chilenos. Psicogente23(44), 93-112.

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