La relación del habla con la salud oral
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¿Sabías que existe una estrecha relación entre el habla y la salud oral? En este artículo, te contaremos cómo el estado de la boca influye en la manera de comunicarse.
Los balbuceos y las primeras palabras del bebé son momentos muy significativos para toda la familia. Es habitual, e incluso divertido, que, al comenzar a hablar, los pequeños tengan algunos errores en la pronunciación. A medida que pasa el tiempo, la expresión oral mejora y las dificultades para pronunciar tienden a desaparecer. Sin embargo, las afecciones en la boca pueden ser el origen de ciertas dificultades a la hora de expresarse.
La salud oral y el habla
Para poder hablar es necesario el trabajo coordinado de nuestros labios, mejillas, lengua, dientes y maxilares. De la combinación de movimientos y posiciones de estas estructuras surgen sonidos claros y bien articulados, necesarios para decir las palabras. Los niños comienzan a desarrollar el habla cerca de su primer cumpleaños, casi al mismo tiempo que les salen sus primeros dientes.
A medida que crecen, los niños aprenden dónde se producen los diferentes sonidos en su boca. Así, se familiarizan con la vocalización y el movimiento, practican y ejercitan los fonemas y, de a poco, la articulación de las palabras mejora. Sin embargo, cuando algunos de los componentes que intervienen en la producción de los sonidos tienen algún problema de salud, el habla puede verse afectada.
La ausencia de dientes, las piezas dentarias rotas y la imposibilidad de mover la lengua con soltura son factores que pueden comprometer la articulación de las palabras. Una adecuada salud bucal permite al niño aprender a hablar sin obstáculos ni interferencias. Por este motivo, es fundamental que los padres presten atención al cuidado de la boca de sus hijos y lleven a sus pequeños a los controles odontológicos desde su primer año de vida.
Problemas de salud oral que afectan el habla
Durante la infancia, existen muchas situaciones que pueden comprometer y afectar las estructuras orales que participan en el habla. Te contamos algunos de los problemas bucales que pueden comprometer el lenguaje.
Anquiloglosia o lengua atada
La lengua atada o anquiloglosia es una anomalía congénita que se caracteriza por la presencia de un frenillo lingual corto. El menor tamaño de esta membrana restringe los movimientos de la lengua, lo cual provoca dificultades en la succión, la alimentación, la deglución y el habla de los niños. Con respecto al lenguaje, a los pequeños les cuesta, sobre todo, pronunciar los sonidos «d», «n», «l», «r» y «t».
Para resolver esta afección, los odontólogos realizan una cirugía simple llamada frenectomía. Con este procedimiento se corta y se extrae el frenillo lingual para que la lengua se pueda mover con normalidad y cumplir con sus funciones. En general, el tratamiento quirúrgico se complementa con sesiones de fonoaudiología.
Maloclusiones
Los dientes mal posicionados y torcidos o los maxilares que no logran relacionarse de manera adecuada provocan problemas de mordida en los niños. Estas son las situaciones más frecuentes:
- Apiñamientos: los maxilares son muy estrechos y las piezas dentarias, al no contar con espacio suficiente, se superponen entre sí.
- Diastemas: los elementos dentarios están muy separados entre sí.
- Mordida abierta: al cerrar la boca, los dientes superiores e inferiores no logran contactar.
- Mordida cruzada: las piezas del maxilar inferior se ubican por fuera de las del maxilar inferior, al revés de como ocurre normalmente.
- Sobremordida: el maxilar superior sobresale hacia adelante o cubre excesivamente a la mandíbula inferior.
Las maloclusiones pueden tener un origen hereditario, pero también pueden originarse por algunos hábitos nocivos durante la infancia. Por ejemplo, la costumbre de chuparse el dedo, usar el biberón o el chupete de manera prolongada o respirar por la boca. Estas interferencias en la oclusión afectan muchas de las funciones de la boca, como la masticación, la alimentación, la estética y el habla.
Los problemas de mordida pueden provocar ceceos e incapacidad para producir sonidos estridentes, que son los que se producen por el flujo de aire rápido contra los dientes, como «f», «v» «z» y «ch»; los bilabiales, como «p», «m» «b»; los lingualveolares, como «s», «l» «r» y «rr»; y los linguadentales, como «t» y «d».
Trastornos miofuncionales orofaciales
Los trastornos miofuncionales orofaciales (OMD) afectan los músculos de la cara y la boca, lo que causa patrones de movimientos musculares atípicos. Además, suele haber una desconexión entre los labios, la lengua, las mejillas y los dientes.
Al igual que las maloclusiones, los OMD pueden originarse por ciertos hábitos. Por ejemplo, chuparse el dedo, morderse las uñas, las mejillas o los labios; empujar la lengua contra los dientes, usar biberones o chupetes y apretar o rechinar los dientes. También, pueden ser causados por factores genéticos o problemas de salud como obstrucciones en las vías respiratorias superiores o hipertrofias en las amígdalas.
Si estos trastornos no se tratan, interfieren con la alimentación, la respiración y el habla del niño. Además, pueden afectar el crecimiento y el desarrollo de las estructuras de la cara y la boca, alterar la alineación de la mordida, el movimiento de las articulaciones de la mandíbula y la apariencia del niño. Es habitual que estos pequeños tengan problemas con la producción de ciertos sonidos, como «j», «s», «z», «sh», «zh» y «ch».
Pérdida prematura de los dientes
La extracción o la pérdida temprana de uno o más dientes en la boca de los niños también puede afectar el habla. La ausencia de estos apoyos, necesarios para la emisión de ciertos sonidos, dificulta la pronunciación de los más pequeños. Si las extracciones son inevitables, es fundamental realizar rehabilitaciones que sean capaces de devolverle a la boca las funciones perdidas.
Apariencia
La falta de salud oral puede llevar a los niños a sentir vergüenza de su boca y a querer ocultarla. Ser conscientes de su mal aliento, de la falta de piezas dentarias o de tener los dientes torcidos, cariados, manchados o rotos puede provocar estos sentimientos en los más pequeños. Así, al no abrir la boca lo suficiente, el habla resulta comprometida. En consecuencia, los menores no pueden pronunciar las palabras correctamente y su comunicación suena como un murmullo.
Qué hacer si tu hijo tiene problemas en el habla
Si notas que tu pequeño tiene dificultades a la hora de hablar, lo ideal es que consultes con su odontopediatra. En el caso de que haya un problema en el habla, para solucionarlo y evitar que continúe, es necesario determinar la causa. Tratar el origen del trastorno es el comienzo de la solución. Además, la ayuda de los logopedas suele ser necesaria, ya que le enseñarán al pequeño los movimientos y las posiciones bucales adecuadas para producir los fonemas.
El cuidado de la salud oral
Ocuparte de la salud oral de tus hijos desde edades tempranas les traerá muchos beneficios. El cepillado de dientes con flúor todos los días, una dieta saludable y los chequeos semestrales con el odontopediatra pueden evitar muchas complicaciones. Que tu pequeño cuente con una boca cuidada le permitirá comer, sonreír y hablar sin dificultades.
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