¿Qué aprenden los niños cuando se disfrazan?

El juego con disfraces aporta numerosos beneficios a nivel pedagógico. ¡Descubre cuáles!
¿Qué aprenden los niños cuando se disfrazan?
Ana Couñago

Escrito y verificado por la psicóloga Ana Couñago.

Última actualización: 30 junio, 2022

Disfrazarse es una de las actividades preferidas de los más pequeños. Pero lo que muchos desconocen es que cuando los niños se disfrazan, además de divertirse, aprenden multitud de valores y habilidades fundamentales para su desarrollo integral. ¿Quieres saber a qué nos estamos refiriendo? Presta atención a lo que te contamos en las próximas líneas.

El disfraz es un recurso pedagógico ideal para estimular el juego simbólico, es decir, la capacidad para crear historias y representaciones mentales basadas en situaciones ficticias o inspiradas en la vida cotidiana. Esto permite a los niños dejar volar su imaginación y convertirse en todas aquellas personas y personajes que desean ser.

“Mientras juega, un niño siempre se comporta más allá de su edad, por encima de su comportamiento diario. Mientras juega, es como si fuera más grande de lo que es”. 

-Lev Vygotsky-



Niño saltando en la cama disfrazado de astronauta.

¿Qué aprenden los niños cuando se disfrazan?

Jugar a disfrazarse aporta numerosos beneficios para la educación y el correcto desarrollo en la infancia. Así, gracias a esta actividad lúdica, los más pequeños realizan los siguientes aprendizajes.

Potencian su creatividad e imaginación cuando se disfrazan

Los pequeños, al tener que inventar y recrear historias en las que ellos mismos y sus disfraces son los principales protagonistas, se ven obligados a explotar toda su creatividad e imaginación. Además, si el disfraz es elaborado con sus propias manos, utilizando diferentes materiales, prendas de ropa y objetos, la capacidad creativa se ve aún más reforzada.

Aprenden a expresar libre y abiertamente sus sentimientos y pensamientos

Mientras llevan los disfraces, los niños, de algún modo dejan de ser ellos mismos para convertirse en otras personas o personajes, reales o ficticios. Esto hace que se sientan seguros y cómodos para expresar con total libertad sus verdaderos sentimientos y pensamientos, y externalizan todo lo que llevan dentro (sus miedos, preocupaciones, vivencias, ambiciones, etc.).

Desarrollan la empatía

Gracias al juego con disfraces, los pequeños aprenden a interpretar y a asumir diferentes papeles y roles, es decir, a ponerse en la piel de otras personas. Esto les permite comprender mejor los sentimientos, emociones, pensamientos y conductas de los demás.

Adquieren habilidades sociales y de comunicación

Cuando los niños se disfrazan junto a otros, aprenden a compartir el juego con sus iguales y a seguir una serie de normas de comportamiento, por lo que la capacidad de socialización se ve claramente estimulada.

Asimismo, jugar a disfrazarse ayuda a mejorar las habilidades de comunicación, puesto que los pequeños tienden a utilizar un lenguaje diferente al habitual durante el juego, amoldándose a las características y a la personalidad de las personas o personajes a los que interpretan.

Potencian la capacidad de observación y de imitación

Los niños proyectan en su juego todo aquello que observan día a día en su entorno. Así, cuando juegan con disfraces, imitan y reproducen muchas de las conductas, expresiones o actitudes que han observado previamente en los mayores.

Por ello, resulta conveniente fijarse en cómo los pequeños juegan, pues esto dice mucho de ellos mismos y del ambienten en el que se desarrollan.

Los niños aprenden muchas cosas cuando se disfrazan.

Cuando los niños se disfrazan, desarrollan su mundo interior

Los más pequeños tienen un mundo interior muy rico, un mundo lleno de fantasía e imaginación que necesitan expresar de algún modo. Una buena forma de hacerlo es a través de los disfraces, ya que, como hemos visto en las líneas anteriores, con ellos pueden experimentar y explorar cómo serían ellos mismos en otros mundos y en otras situaciones, por ejemplo, siendo superhéroes, bomberos, profesores, médicos, etc.

De este modo, poco a poco, los pequeños van construyendo su propia identidad y reflejan en sus juegos cómo quieren llegar a ser.

“Cuanto más te disfraces, más te parecerás a ti mismo”.

-José Saramago-

Por todo ello, no solo hay que animar a los niños a disfrazarse en fiestas como Halloween o carnaval, sino que hay que permitirles hacerlo durante todo el año, ya sea con disfraces comprados en una tienda o con disfraces hechos en casa.



Disfraz seguro

A la hora de comprarlo o hacerlo en casa, considera que no tendrá el uso de una prenda normal y corriente, sino que el disfraz será mucho más exigido en cuanto a movimiento y resistencia.

Debe permitirle correr y saltar sin que se enrede o corra riesgo de tropiezos y caídas. Cordones, cintas, correas, no deben estar ajustadas ni tener nudos corredizos.

Las máscaras, antifaces, cascos, o cualquier dispositivo que cubra la cabeza o los ojos, han de garantizar la respiración con tranquilidad, sin posibilidad alguna de obstrucción.

Los accesorios, cuidar que no sean puntiagudos o de materiales contudentes, de modo de evitar golpes o rasgaduras.

Recordemos que el niño estará interpretando papeles, se creerá más ágil, más fuerte, más hábil. Por todo esto, no lo pierdas de vista y de ser necesario, ponle los pies sobre la tierra.

Si el disfraz es adquirido en una tienda, advierte que tenga el sello CE porque indicará que está conforme a las disposiciones de seguridad de la Comunidad.


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  • Córdova Espinoza, C. G. (2019). El disfraz como recurso pedagógico para el desarrollo del pensamiento simbólico en niños de 3 a 4 años (Trabajo de Fin de Grado). Universidad Técnica de Ambato: Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación, Ambato.

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