Los órganos de la madre en el embarazo

Los órganos de la madre durante el embarazo sufren importantes transformaciones que permiten que el bebé crezca y se desarrolle perfectamente durante los 9 meses. ¿Quieres conocerlas?
Los órganos de la madre en el embarazo
Leidy Mora Molina

Escrito y verificado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Última actualización: 17 abril, 2023

Es un hecho que durante el embarazo todos los órganos de la madre sufren modificaciones a fin de mantener al bebé saludable, confortable y protegido en su interior. El sistema endocrino, el gastrointestinal, el circulatorio, el cardiorrespiratorio, el renal y el musculo esquelético responden a esta condición transitoria.

Pero para que estos cambios se lleven a cabo, las hormonas del embarazo deben tomar protagonismo y favorecer a la adaptación de cada tejido. Este proceso comienza desde el inicio de la gestación y los cambios físicos se hacen visibles alrededor de la semana 20. Pero, ¿cuáles son los cambios que se dan en los órganos de la madre en el embarazo? Te lo contamos en este artículo.

Conoce cómo cambian los órganos de la madre en el embarazo

Desde el momento de la fecundación, el cuerpo materno inicia una perfecta transformación que busca dar espacio y vida al nuevo ser en formación. Estos cambios son guiados por el sistema endocrino, el cual aumenta la secreción de las hormonas del embarazo, como la hormona gonadotropina coriónica humana (hCG), la progesterona, los estrógenos y la relaxina, entre otras.

De esa forma, estos mensajeros químicos viajan por la sangre hacia cada uno de los órganos maternos y los preparan para modificar su estructura y funcionamiento. Las primeras estructuras en responder a estos estímulos son las mamas y el útero, pues deben aumentar su red de vasos sanguíneos y sufrir algunos cambios significativos en su anatomía para ejercer sus funciones gestacionales.

La transformación anatómica del cuerpo de la mamá se hace visible entre la semana 13 y la 20, luego de que el bebé, ya formado, comienza a crecer a gran velocidad. Esto genera un desplazamiento de los órganos abdominales y un aumento en la distensibilidad de los tejidos, a fin de cederle espacio al útero gravídico dentro de la cavidad abdominal.

Modificaciones del útero

El útero cambia desde el comienzo del embarazo y en ese momento debe aumentar la vascularización sanguínea y el grosor de sus tejidos para albergar una nueva vida. Por eso, pasa de pesar unos 50 gramos hasta alrededor de 1000 gramos y de medir unos 6 centímetros de alto a 33 centímetros, aproximadamente. Además, sus paredes se hacen también más flexibles y se distienden unas 20 veces más de lo normal por acción de la hormona relaxina.

A medida que el embarazo avanza, el útero se expande hacia afuera de la pelvis y asciende hacia el interior de la cavidad abdominal, donde permanece hasta el final del embarazo.

Cambios en el sistema gastrointestinal

Cuando el útero empieza a crecer, los órganos abdominales se comprimen y comienzan a desplazarse hacia arriba, a fin de cederle espacio al bebé. Especialmente, el intestino delgado y grueso se reubican y esto aumenta la presión en el estómago materno, disminuye su capacidad de almacenamiento y aumenta el reflujo gastroesofágico.

Por un lado, la sensación de plenitud en la mamá luego de comer llegará antes de lo habitual y sus digestiones se harán más lentas. Por el otro, el desplazamiento intestinal y la acción de la progesterona inciden sobre el sistema digestivo. Esto favorece la disminución del tono de sus paredes y el enlentecimiento del tránsito, lo que trae aparejada una de las molestias más comunes del embarazo: el temido estreñimiento.

El apéndice también asciende en la cavidad abdominal, mientras que el hígado responde al encoger su tamaño transitoriamente. Aun así, continúa su funcionamiento de manera normal.

Adaptación del sistema respiratorio

Ciertamente, el sistema respiratorio también modifica su funcionamiento durante la gestación. Desde las primeras semanas se da una dilatación de los capilares de la mucosa nasal, orofaríngea y laríngea. Esto hace que haya una mayor absorción de medicamentos y riesgo de hemorragias nasales. Además, algunas madres pueden sufrir de rinitis gestacional.

La capacidad dentro de la caja torácica disminuye hasta 4 centímetros por la presión que ejercen los órganos abdominales sobre el diafragma. Esto hace que los pulmones reduzcan su volumen en un 25 % y que se genere una sensación de falta de aire en la mamá, especialmente en el último trimestre.

Modificaciones cardiovasculares

Desde las primeras semanas de embarazo, el sistema cardiovascular se adapta a las demandas de oxígeno y de nutrientes tanto de la madre como del bebé. Para esto, se produce un aumento de la vascularización en todos los tejidos maternos, en mayor grado en mamas y útero.

Por consiguiente, el volumen sanguíneo de la madre aumenta en un 35 %, que es aproximadamente un litro y medio más de lo habitual. De igual forma, aumenta el gasto cardíaco, es decir, la cantidad de sangre bombeada por el corazón por minuto.

Como resultado de los cambios en el sistema cardiovascular por el embarazo puede que aparezcan algunas palpitaciones, pues se incrementan la frecuencia y el gasto cardíaco de la mamá.

Cambios en el sistema renal

El sistema renal también responde a las hormonas del embarazo. Los riñones se desplazan hacia arriba a medida que el útero crece. Además, la pelvis renal, los cálices y los uréteres se dilatan, lo que provoca un aumento en su tamaño. La acción de la progesterona sobre la vejiga urinaria hace que esta se llene más rápido y en consecuencia, las ganas de orinar se hacen más frecuentes desde el inicio del embarazo. Sobre todo en el último trimestre, cuando el útero aumenta su tamaño y la comprime.

Desafortunadamente, todas las modificaciones anatómicas del sistema renal hacen que la embarazada esté más propensa a sufrir infecciones urinarias. Por esta razón, es importante realizar los controles periódicos prenatales y el examen de orina.

Adaptaciones en el sistema músculo esquelético

A lo largo de la gestación, la madre gana en promedio unos de 12 kilos. Para compensar este aumento de peso, el centro de gravedad del cuerpo se desplaza hacia arriba y adelante. Esto genera modificaciones posturales y osteoarticulares, como es el caso de los cambios que sufren las curvaturas antero posteriores de la columna, especialmente de la zona lumbar.

Además, por la acción de la relaxina, aumenta la laxitud de los ligamentos y se produce una hipermovilidad articular. Esto ayudará a las modificaciones en la postura de la pelvis y a aumentar la elasticidad de todos los tejidos durante el parto. Por esta razón, los cartílagos, los ligamentos y otros tejidos blandos se hacen más flexibles en esta etapa.

A pesar de que el cuerpo produce todas estas modificaciones de forma natural, es normal que la madre sufra malestares en esta etapa. Por ejemplo, dolores a nivel del útero y la espalda, malestares gastrointestinales, edema y afectaciones en la piel.

Después del parto todo retorna a su sitio

Cuando el bebé nace, los órganos que se han desplazado retornan lentamente a su sitio original. El útero comienza su involución con unas contracciones espontáneas y algo constantes llamadas entuertos. Además, todos los órganos abdominales comienzan a reorganizarse y los cambios acontecidos en el sistema cardiovascular, respiratorio y renal se revierten. Algunos de estos cambios son drásticos, mientras que otros se toman más tiempo durante el puerperio.

La transformación que ocurre en el cuerpo de la madre durante la gestación es impresionante y todo ocurre en favor de crear, desarrollar y alojar al nuevo ser en solo 40 semanas. Durante este tiempo es importante estar conscientes de la normalidad de las adaptaciones de la anatomía materna. Por eso, en caso de que aparezcan dudas, te recomendamos que las aclares con el personal sanitario de confianza.


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